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La Reina contempla alguno de los diseños de archivo expuestos en Ifema. EP

El lienzo en blanco de la Reina

Tras doce años de ausencia, doña Letizia regresa a la Semana de la Moda con un vestido de autor desconocido

Viernes, 11 de marzo 2022, 13:57

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Doña Letizia es la mejor embajadora de la moda española. Por eso extrañaba que la Reina no hubiese vuelto a hacer acto de presencia en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWMadrid) desde el año 2010. Una ausencia destacable a la que este viernes, con motivo de la conmemoración de la 75º edición de la gran pasarela nacional, puso remedio enfundada con un favorecedor vestido blanco de autor desconocido. Una muestra de imparcialidad, como la de no acudir a ningún desfile.

Durante su estancia, en la que estuvo acompañada en todo momento por la elegante ministra de Educación, Pilar Alegría, mostró un especial interés en los puestos de ropa de los nuevos diseñadores, con los que charló animadamente antes de realizar una visita privada al backstage. Allí saludó a los creadores de la jornada, entre ellos a Nuria Sardá, directora creativa de Andrés Sardá. La firma catalana se vio eclipsada por la visita de la Reina al recinto de Ifema, al coincidir en horario con su desfile, por lo que doña Letizia quiso acercarse a saludar a la modista una vez finalizado el pase.

Mientras Letizia posaba sin reparos con multitud de curiosos, la marca de lencería subía a la pasarela a un maestro de ceremonias excepcional, el modelo internacional Andrés Velencoso, que cumplía 44 años. En la colección de Sardá, inspirada en la sensualidad de los años 70 en Nueva York, destacaban los juegos de texturas. La barrera entre lo íntimo y lo público se difumina con encajes bordados y flocados que se combinan con tejanos reutilizados, tules y crepes con fibras recicladas, al igual que la poliamida.

Un despertar en Studio 54 que a mediodía tornó en una fiesta de gala por obra y gracia de Isabel Sanchis. La casa valenciana sigue triunfando en los países árabes, un éxito que en la pandemia se extendió a América, desde donde las clientas vuelan para hacerse vestidos a medida en su taller de Benaguasil. Allí siguen experimentando con nuevos materiales, como el bambú, con el que realizan faldas de fantasía espectaculares, hilos metálicos realizados con botellas de plástico defectuosas desechadas en las fábricas o la silicona.

En Oriente también tiene una clientela fiel Hannibal Laguna. De sus clásicas siluetas, embriagadas por la tonalidades psicodélicas de la década de los 60, desaparecen los bordados, lugar que ocupan las rayas y los estampados florales XXL. Un derroche de recursos contra el minimalismo que defiende Roberto Torretta. Su propuesta, cada vez más juvenil, plantea siluetas con mucha minifalda y abrigos largos en terciopelos, algodones y lanas japonesas, con cortes a mano para que haya el mínimo desperdicio de tejido. Una sastrería minuciosa que sobrevive a las tendencias.

De sastrería femenina sabe como pocos Teresa Helbig. La modista envolvió con la magia de sus codiciados diseños una biblioteca ficticia en una oda a la literatura en piezas de confección impecable en terciopelo, gasas de seda, bordados historicistas y pieles para una mujer que nunca pasa desapercibida. Tampoco lo hacen las féminas a las que viste Jorge Vázquez. El gallego, que el jueves mostró su espléndido trabajo para Pertegaz, recurrió, al igual que Sardá, a los 70, pero en su versión castiza, con traje vintage de torero incluido. Pantalones pitillos y grandes escotes bañados en colores potentes se salpican con plumas y cristales. Sofisticación en estado puro que dio paso a una de las firmas más rebeldes del circuito, Brain & Beast. Considerando antiguo el concepto de cambio de armario, el verano y el invierno ya solo lo diferencia por el número de capas utilizadas. Piezas de confección clásica, trabajadas como las de peletería, pero pasadas por el filtro de su especial criterio estético.

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