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Joaquina Dueñas
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Domingo, 25 de febrero 2024, 21:09
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El rey Harald de Noruega ha cumplido 87 años y, a pesar de que su salud no para de darle disgustos, parece que no se plantea renunciar al trono como han hecho otros monarcas europeos. En una reciente encuesta realizada por la consultora TNS Gallup, Harald V es la persona en la que más confían los ciudadanos de su país, con casi el 60% del respaldo. Junto a él, en un meritorio cuarto lugar, la reina Sonia, con quien protagonizó una de las historias de amor más emocionantes del siglo XX.
Una década, ni más ni menos, estuvo luchando esta pareja para poder vivir su amor en una época en la que la sangre real no se mezclaba con la del pueblo llano. Una gran historia que llegará a las pantallas el próximo año a través de la plataforma sueca de 'streaming' Viaplay y que contó con la oposición de la iglesia y de los círculos monárquicos, recelosos de que el heredero de Noruega se hubiera enamorado de una costurera, Sonia Haraldsen.
Harald y Sonia se vieron por primera vez cuando apenas eran unos niños de 14 años, en un campamento de vela en Hanko, pero no fue hasta los 22 cuando se reencontraron y vivieron un auténtico flechazo. Corría el verano de 1959 cuando una jovencísima Sonia acompañó a su amigo Johen Stenersen, compañero de pupitre durante la infancia de Harald, a una fiesta cerca del castillo. Comenzaron a verse asiduamente, aunque de manera discreta.
El que ella no perteneciera a una familia aristocrática parecía entonces un obstáculo insalvable. El heredero necesitaba el permiso de su padre, el rey Olav, y del Consejo de Estado para poder casarse, algo más que improbable.
El futuro de la monarquía se convirtió en tema de debate en los periódicos de la época, tanto que finalmente la casa real publicó un comunicado aclarando que «no es la intención del príncipe heredero casarse por lo civil». Entonces, Harald tomó la determinación de asumir sus funciones con total responsabilidad, eso sí, solo. Sin Sonia a su lado, pero tampoco con ninguna de las posibles pretendientas de las familias reales europeas, lo que puso al rey Olav ante la tesitura de enfrentarse al fin de su dinastía ya que Harald era su único hijo varón.
En 1967, ocho años después de que comenzara el noviazgo, el rey pidió a su hijo conocer a Sonia. Comenzaba así el deshielo entre padre e hijo y un año después, en marzo de 1968, tras duros debates en el Parlamento noruego se anunciaba el compromiso de la pareja, que contraía matrimonio en agosto de aquel mismo año en la catedral de Oslo, recibiendo una fabulosa acogida por parte del pueblo.
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