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Bruselas, Navidad en el corazón de Europa

Bruselas, Navidad en el corazón de Europa

Europa se ha vestido de luces y colores para acoger la última festividad del año. Los mercados navideños se han convertido en el plato estrella que concentra indiscutiblemente la magia de esta época, y el de Bruselas, la capital europea, se ha consolidado en los últimos años.

Claudia Morán Mato (Efe)

Jueves, 1 de enero 1970

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Más de dos kilómetros de tiendas, atracciones, puestos de comida y espectáculos de luz y sonido se extienden por el centro de Bruselas desde finales de noviembre hasta el próximo 5 de enero. El Mercado de Navidad de la capital belga, englobado en las actividades del evento Placeres de Invierno, recibe cada año unos 2 millones de visitantes de todas las nacionalidades, con una media de edad de 37 años, y solo la mitad son bruselenses, mientras que el 33 % vienen de otras regiones de Bélgica y el 17,5 % restante son turistas extranjeros, según datos de la organización.

«El motivo para venir al mercado de Navidad es el propio Mercado», dijo a Efe la responsable de comunicación del evento, Marina Bresciani, «porque lo que crea la magia es todo el conjunto de actividades que se ofrecen alrededor de él”. Y es que la capital de Bélgica conserva la oferta navideña tradicional que funciona, año tras año, sin olvidarse de incorporar elementos nuevos para sorprender a todos los públicos, por lo que la empresa turística British Tour Operators ha calificado el Mercado como «el más original de Europa».

Ocio navideño

Entre las actividades más tradicionales se encuentran la gran noria de 55 metros de altura, que ofrece una panorámica de Bruselas vestida de Navidad. Pero existen otras atracciones, como el impresionante Monstruo de Hielo, el único en Europa entre los siete que hay repartidos por todo el mundo; sin olvidar la pista de patinaje sobre hielo, de mil metros cuadrados y capacidad para 300 personas deslizándose a la vez al ritmo de la música, que ha recibido el reconocimiento del diario norteamericano Wall Street Journal.

Los más pequeños podrán recibir a San Nicolás, el Papá Noel particular de los países centroeuropeos, y hacerse una fotografía con él, mientras los mayores pueden pasearse por los puestos del Mercado y degustar todo tipo de productos nacionales, donde no faltan las famosas patatas fritas o los gofres artesanales elaborados con el chocolate belga.

«El Mercado ofrece una gran variedad de productos, alimentos y objetos que, además, dan grandes ideas para los regalos de Navidad», indicó Bresciani.

Pero este año, además, la organización ha incorporado una pasarela interactiva gigante en forma de iceberg que ofrece al público un recorrido por las diferentes fases de este fenómeno de la naturaleza: «Desde su creación en el Polo hasta su completa disolución en los mares del sur, acompañado de luces de colores y sonidos del agua del mar».

Por otro lado, y como espectáculo estrella, la ciudad de Bruselas ofrece en ocasiones una exhibición con música electrónica que explica la historia de la Grand Place, el corazón de la ciudad, acompañada de luces de todas las tonalidades que colorean los edificios históricos, alrededor del gran árbol de Navidad que preside el centro de la plaza.

Destino turístico consolidado

La Navidad y el turismo en Bruselas van actualmente de la mano. Bresciani asegura que la ciudad «se ha basado en una estrategia de eventos turísticos en los últimos diez años, contribuyendo en gran medida a consolidar Bruselas como destino turístico preferente», también en la época navideña. La restauración y el Mercado de Navidad son actualmente las «principales atracciones de diversión del invierno». La organización subraya la «importante función social» de este evento, ya que según Bresciani «beneficia en primer lugar a la población local promoviendo la cohesión social».

Placeres de Invierno emplea a más de 630 personas entre los dependientes de los puestos de Navidad (unos 440), la subcontratación de servicios y el personal de limpieza. Según un estudio de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) de 2010, el evento anual genera casi 30 millones de dólares en beneficios directos para los actores locales entre el comercio, el transporte y la hostelería, con una inversión de 2 millones a la que el Gobierno belga aporta unos 625.000 dólares cada año. Según datos locales, la ocupación hotelera en el mes de diciembre, una época «tradicionalmente baja» a nivel turístico, se ha incrementado un 15 % desde 2009. Se estima, además, que un 41 % de los visitantes gasta más de 27 dólares en el evento, y que el 35 % pasa entre 2 y 4 horas en el recinto.

Y que no falten los juguetes

Una de las citas obligatorias para la época navideña en Bruselas es visitar el Museo del Juguete, fundado hace casi 30 años por André Raemdonck, que se convirtió en coleccionista amateur con los juguetes de sus seis hijos y terminó abriendo un museo con adquisiciones de mercadillos, sobre todo alemanes, y procedentes de donaciones públicas.

Actualmente, el museo posee 35.000 juguetes antiguos de todo tipo, desde muñecas de porcelana hasta los primeros robots, pasando por trenes eléctricos, casas de muñecas y teatros de marionetas. De los 25.000 visitantes que recibe cada año, Raemdonck señaló que «los meses de noviembre y diciembre son los más activos», al coincidir con las fechas navideñas. Aunque aparentemente los juguetes son cosa de niños, Raemdonck dijo a Efe que el público adulto «aprecia especialmente volver a ver los juguetes que conoció cuando era niño» y que ya no se fabrican en la actualidad. Pero un juguete es un juguete y, para alegría del cuidador del museo, «los niños se sorprenden de encontrar ‘algo más’ que los artefactos que la publicidad les ofrece actualmente», y añade que «uno de ellos nos escribió: ‘¡Me hubiera gustado vivir en esa época!’». Además de la exhibición de juguetes, el museo acoge todo tipo de actividades a lo largo del año, como talleres para niños y cuentacuentos, así como eventos especiales como espectáculos de marionetas..

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