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Ousmar Gassama, intérprete, y Pepe López, voluntario de la asociación Culturas Unidas, esperan esta mañana (martes 3 de junio, día en el que se hizo este reportaje) a un grupo de 10 mujeres migrantes para trasladarles la historia del archipiélago en el Museo Canario. Un escenario privilegiado para descubrir el pasado de los canarios y las canarias y las incógnitas que aún rodean a los primeros aborígenes.
A las 12 en punto, mujeres de Mali, Senegal, Gambia, Guinea y Camerún acogidas por la asociación Cruz Blanca se sumergen en la cultura canaria y, para su sorpresa, ven que la tierra a la que llegaron sin saber qué esperar guarda más conexión con sus países de lo que ellas pensaban.
Con Miguel Santana, historiador, a la cabeza de la visita, comienza el recorrido por el pasado de Gran Canaria, que parte desde los primeros pobladores hasta las preguntas que aún no se han podido responder.
Pronto, la conexión entre la cultura de sus países de origen se entremezcla con la canaria. El asombro se apodera de una de las chicas. «Dice que esas piedras también las usan en su país», traduce Ousmar Gassama, natural de Senegal, que a lo largo de la visita es capaz de traducir de forma simultánea las explicaciones de Miguel Santana en español al francés, wólof, bámbara y mandinga para que todas ellas puedan entender lo que están viendo.
En el caso concreto de esas piedras que a una de las mujeres llamó tanto la atención, Miguel Santana explica que en Canarias se trabajaban, sobre todo, para hacer cuchillos y herramientas, mientras que en países del continente africano se empleaban para prender fuego.
En la primera de las paradas por la casa de la historia de Gran Canaria, las mujeres migrantes conocieron cómo eran las primeras viviendas de los aborígenes, con una base en forma de cruz y construidas con piedras apiladas, sin cemento.
En este punto, gracias a la tecnología, vieron una recreación de cómo vivían los aborígenes. A través de una tablet y con imágenes en 3D, se podía observar a las mujeres en sus labores de alfarería y artesanía, que en aquella época estaban destinadas, casi con exclusividad, a ellas.
También conocieron las casas cueva, esas que a día de hoy se mantienen en rincones de la isla redonda y que ya los primeros pobladores aprovechaban no solo para vivir, sino también para conservar, a modo de nevera, los alimentos.
Según se explicó durante la visita, se cree que los aborígenes llegaron desde el norte de África a las islas, antes de la conquista en el siglo XV. Por ello, no es casual que algunos de los elementos que observan las mujeres durante el recorrido les resulten familiares. «Son cosas que, a día de hoy, siguen existiendo en sus países de origen», comenta Ousmar Gassama.
De hecho, cuando el guía del Museo Canario les pregunta si saben usar un molino de gofio, todas asienten con sus cabezas.
Además, en una de las partes de la visita, pueden ver cómo se trabajaban las fibras naturales para tejer. Una de ellas explica al intérprete que antes, cuando no existía el cabello sintético, utilizaban estos materiales para hacerse sus trenzas en el pelo.
Con la recreación de la Cueva Pintada de Gáldar, aflora en algunas de ellas la curiosidad. «¿Qué significan esas pintadas?», traduce Gassama a Miguel Santana. El guía explica que, a día de hoy, también es un misterio para los arqueólogos, aunque las teorías indican que podría ser una zona de culto o un espacio reservado para las altas esferas de la sociedad de aquella época. Las esplendorosas pintaderas canarias también despiertan el interés de las mujeres, además del ídolo de Tara, símbolo de la fertilidad, que no dejan de fotografiar.
Una sonora exclamación interrumpe las explicaciones de Miguel Santana en un momento del recorrido. Las mujeres observan las momias, expuestas en la parte alta del Museo Canario. En las vitrinas hay numerosas calaveras de los primeros habitantes de Gran Canaria. Además, durante el recorrido Santana explica las prácticas funerarias que realizaban los aborígenes. A todas ellas llama la atención una momia de un bebé. «Petite», señala una de ellas con asombro.
Visitas como la de hoy, como explica Pepe López, contribuyen a que se dé cierta interculturalidad entre las personas migrantes que llegan a las islas y los canarios y canarias, todo ello, con el objetivo de acabar con la discriminación que sufren muchos. «Con esta visita hemos intentado que se identifiquen con el archipiélago», remarca López.
En noviembre del año pasado, la asociación Culturas Unidas hizo la primera visita guiada al Museo Canario junto a madres y niños migrantes. Dentro de la asociación esperan poder repetir esta actividad en otras ocasiones para escenificar que son más las cosas que nos unen que las que nos separan entre personas de distintas partes del mundo.
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