«Tras casi cuatro años para tramitar mis papeles, ahora tengo que empezar de cero. Es desesperante»
Luis Pardo, natural de Colombia, solicitó protección internacional y con la entrada en vigor del nuevo reglamento de extranjería su situación pende de un hilo
Luis Pardo, de 31 años y natural de Colombia, tomó la decisión de abandonar su país en 2022 para encontrar un futuro mejor en Canarias. A pesar de haber solicitado protección internacional meses después de haber llegado al archipiélago, su solicitud fue denegada, y ahora, con el nuevo reglamento de extranjería, que entró en vigor el pasado 20 de mayo, tendrá que desistir y comenzar otra vez el proceso para regularizar su situación a través de la figura del arraigo.
Pardo es solo una de las decenas de miles de solicitantes de asilo en España que ahora se ven en un limbo, puesto que el tiempo que ha esperado para que se le resuelva la petición de asilo no le contará para que pueda lograr una autorización de residencia por arraigo. Y el contador volverá a cero.
Según lo últimos datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, las solicitudes tramitadas desde Canarias en 2023 aumentaron un 17%con respecto al año anterior y llegaron a las 8.661. Cabe destacar que en toda España solo el 12% de las personas que solicitaron dicha protección la lograron.
Y detrás de esos datos hay historias como las de Luis Pardo. En la actualidad reside en Lanzarote, isla a la que emigró motivado por la presencia de sus tíos, que llegaron en 1999. Pardo fue uno de los afectados por el uso desproporcionado de la autoridad por parte de la Fuerza Pública colombiana en 2021. Todo ello, a raíz del estallido social que provocó la reforma tributaria propuesta por el gobierno de Iván Duque.
Así las cosas, Pardo tomó la decisión de dejar el municipio en el que vivía, Giradot, para trasladarse a Neiva «con preocupación» ante lo que estaba viviendo su país. En aquel momento él trabajaba de segurita y escolta, y fue en ese instante donde recibió la llamada de sus tíos para que intentara volar hasta el archipiélago.
Lo que parecía una idea descabellada se convirtió en un salvavidas. Por ello, ante la incertidumbre asfixiante de poder lograr un futuro en su país de origen, con los ahorros que tenía pudo comprarse un pasaje hasta las islas. «Tenía techo, un sofá donde dormir en casa de mis tíos y comida. Con eso podía empezar», recuerda el joven orgulloso de sus pasos.
Pero el camino no ha sido, ni es, fácil. Durante unos meses estuvo trabajando, sin contrato, en la construcción. A raíz de iniciar el trámite de protección internacional, pudo acceder a la llamada «carta blanca» con la que se permite trabajar a una persona durante seis meses tres meses después de tener el certificado. Luego, este permiso se puede prorrogar durante un año a través de la «tarjeta roja», con la que se concede un permiso de trabajo de un año.
Sin embargo, cuando ya llevaba tres meses como empleado en un hotel de Lanzarote, le llegó la carta de denegación de su solicitud donde le anunciaban que debía abandonar el país.
Pero siguió luchando. Gracias a unos conocidos, se pudo poner en contacto con la abogada Loueila Mint el Mamy, especializada en derechos humanos y extranjería. Un encuentro que ha sido indispensable para mejorar su situación: «Al mes ya tuve otra vez mi permiso de trabajo».
Y cuando todo parecía ir como la seda, las cosas se volvieron a torcer. Con la vía de la protección internacional descartada, una de sus esperanzas es que salga adelante la iniciativa legislativa popular que durante esta semana se ha abierto a estudiar el Gobierno de España para sacar adelante en el Congreso. Pardo recuerda que sus tíos pudieron estabilizar su situación en la última regularización extraordinaria impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero en 2005. En ella se concedieron 576.506 solicitudes.
Mientras espera que esto suceda, ha optado por la autorización de residencia temporal por razón de arraigo socioformativo. Ahora comenzará sus estudios de cocina y, con la nueva ley, tendrá que estar dos años esperando hasta que pueda regularizar su situación.
Como él, cerca de 10.000 personas en Canarias se encuentran en este estado y, ahora, con la reforma de la ley, puede que logren el futuro que buscan.
«Mi meta es una casa nueva para mis padres. Luego voy yo«
Como muchas de las personas que emigran, uno de los principales objetivos es lograr un trabajo para poder ayudar a los familiares que dejan atrás. En este sentido, Luis Pardo remarca que su meta en estos momentos es volver a tener una fuente de ingresos para terminar de pagar la construcción de una casa para sus padres en Colombia. «Después me enfocaré en lo mío», apostilla el joven, que en breve comenzará sus estudios en cocina. Sin embargo, lamenta que en estos momentos, al tener que dejar su trabajo por la entrada en vigor de la nueva norma, no pueda ayudar a su familia.
Llegar a meta, en cualquier aspecto de la vida, se disfruta más con las personas que acompañan y ayudan durante el camino, y Luis lo sabe de primera mano. Los conejeros lo han recibido con los brazos abiertos, y solo tiene palabras de agradecimiento para una sociedad que lo ha tratado como uno más.
Como amante del deporte, que le sirve para «sobrellevar el estrés» generado por la incertidumbre, decidió comenzar a practicar jiu-jitsu brasileño (arte marcial) y en el tatami, además de encontrar paz, ha dado con una gran familia. «Logro salir un poco de la realidad y olvido por lo que estoy pasando», confiesa el colombiano, y remarca la ayuda que le han brindado desde el día uno tanto su entrenador como sus compañeros.
Además, el gimnasio es un punto de reunión para más personas que, como él, llegaron a Canarias en busca de una oportunidad. «Hay ecuatorianos, suecos, marroquíes, franceses, canarios, gallegos... Es muy bonito ver esa mezcla cultural», incide Pardo, que alaba la labor que hace su entrenador en integrar a todos ellos en un ambiente sano.
