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Imagen de una manifestación contra las prospecciones en Lanzarote. CARRASCO
Repsol pinchó hueso en el pozo 'Sandía'

Repsol pinchó hueso en el pozo 'Sandía'

La petrolera obtuvo en 2012 la licencia para hacer sondeos en Canarias, una campaña de más de 100 millones que se saldó, 51 días después de iniciada, con un hallazgo insuficiente para la extracción

B. Hernández

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 21 de abril 2022

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El Gobierno marroquí ha reconocido que de 67 prospecciones que se han realizado en los últimos 20 años en sus aguas, solo en una se ha encontrado gas en cantidad y calidad suficiente para ser rentable. La complejidad de estos estudios requiere un despliegue técnico y económico que en pocas ocasiones encuentra respuesta a las expectativas que genera.

Fue el caso de Repsol en aguas cercanas a Canarias hace siete años. Después de superar un larguísimo trámite administrativo, salvar en los tribunales los reparos de las instituciones del archipiélago y contar con el rechazo de una parte importante de la sociedad canaria, la petrolera inicio los trabajos a finales de 2014.

Tenía licencia para realizar hasta tres 'pinchazos'. Finalmente fue uno, en el pozo 'Sandía', a 54 kilómetros de Fuerteventura y 62 de Lanzarote.

Permisos

Sin anuncio y antes de lo previsto, el Consejo de Ministros dio carta blanca a mediados de marzo 2012 al real decreto que convalidaba los permisos de investigación de hidrocarburos 'Canarias 1 a 9', que ya habían sido otorgados a Repsol en diciembre de 2001 y anulados por el Tribunal Supremo en 2004 por falta de garantías medioambientales.

El Ministerio de Industria, Energía y Turismo concedió permiso para hacer tres sondeos: 'Sandía', 'Chirimoya' y 'Zanahoria', este último vinculado a que los otros dos no resultaran positivos

Seis pozos en nueve campos

La licencia contenía seis puntos de exploración en nueve campos -'Canarias 1 a 9'- que abarcaban un área de 6.500 kilómetros cuadrados al este del archipiélago. Si bien la distancia donde estaban previstos los 'pinchazos' se situaban a 54-56 kilómetros de Fuerteventura en el caso de 'Sandía', este pozo estaba dentro de la zona 'Canarias 2', cuyo punto más cercano al archipiélago se encontraba en Caleta de Fuste, a 10,3 kilómetros.

51 días de trabajos

El 11 de enero de 2015, después de 51 días de trabajo en el pozo 'Sandía', el barco perforador Rowan Renaissence alcanzó los 3.093 metros de profundidad -882 de lámina de agua y 2.211 de subsuelo- con lo que completaba la recolección de datos. Unos días después, la compañía anunció que no había encontrado indicios de hidrocarburos con la calidad y cantidad necesarias para hacer rentable su extracción.

Posibilidades

Desde el principio, la empresa había apuntado que las posibilidades de tener éxito en estos estudios estaban entre el 15% y el 20%. Los trabajos de exploración determinaron que en el subsuelo de esta zona marina se ha generado petróleo y gas, «si bien los almacenes encontrados están saturados de agua y los hidrocarburos existentes se encuentran en capas muy delgadas no explotables».

Las muestras obtenidas indicaban la presencia de gas, «pero sin el volumen ni la calidad suficientes para valorar una posible extracción».

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Una plataforma flotante

La petrolera apostó para estos trabajos por un buque de posicionamiento dinámico de séptima generación, el Rowan Renaissance, cuyo coste rondaba el millón de euros diarios. Repsol, que asumió en solitario este primer sondeo -sin sus socios Woodside y RWE DEA AG-, afrontaba una inversión de cerca de 120 millones de euros solo para la primera, y finalmente única, perforación en aguas de Canarias.

Estudio ambiental

Previamente, la compañía debió presentar el Estudio de Impacto Ambiental (EsIA) de estos sondeos exploratorios. En la elaboración de este documento participaron más de 100 expertos de la compañía, de consultoras especializadas e instituciones, entre ellas la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). El trabajo se prolongó durante 11 meses y costó cerca de cuatro millones de euros. El informe recibió 2.600 alegaciones, según señaló entonces la Delegación del Gobierno.

Estándares de seguridad

Ante la oposición de las instituciones y la población de las islas, Repsol aplicó un estándar de seguridad «muy superior» al exigido en España, equivalente a que se aplica en Noruega, uno de los más estrictos del mundo.

Varias embarcaciones acompañarían a la plataforma flotante. Una de ellas se mantendría dentro del perímetro de un kilómetro alrededor del Rowan Renaissence, en la zona de exclusión para la navegación, con la doble función de actuar de inmediato en caso de emergencia y de vigilar el comportamiento de los mamíferos marinos.

La vigilancia de cetáceos durante los dos meses correría a cargo de tres especialistas y el coste era de 300.000 euros adicionales. Otros tres barcos integraban el operativo para ocuparse de la logística, mientras que los helicópteros con base en Guacimeta (Lanzarote) trasladaban a la tripulación a la plataforma. Un barco de la armada española protegía la operación.

Inversión para la extracción

Repsol aseguraba antes de que se iniciaran las prospecciones que su previsión era invertir más de 7.500 millones de euros si estas resultaban positivas y los trabajos se prolongarían durante 20 años.

Sus estimaciones, de haberse confirmado esos descubrimientos, era obtener una producción de 11.000 barriles de petróleo diarios, suficientes para minorar un 10 % las importaciones de España. Solo en los trabajos, infructuosos, que se llevaron a cabo se invirtieron más de 100 millones.

Impacto económico en Canarias

En la presentación de su proyecto, la petrolera anunció que, contemplando la fase exploratoria, la de desarrollo y la de producción, Canarias se podría beneficiar de más de 4.000 millones de euros.

Además, la fase de desarrollo, prevista para los años 2015-2019 en caso de descubrir hidrocarburos, generaría entre 3.000 y 5.000 empleos que podrían ser ocupados por canarios.

Tercermundista

El presidente de Repsol, Antonio Brufau.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau. c7

A mediados de enero de 2015 acabó proyecto de prospecciones en aguas cercanas a las islas y con él, el «dolor de muelas» que el rechazo de los canarios se convirtió para el presidente de Repsol, Antonio Brufau, como el mismo lo calificó. A su juicio, la posición mantenida por las instituciones y la población del archipiélago ante este proyecto había sido «tercermundista».

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