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Imagen de archivo de un inmigrante menor llegado a Canarias. Él como Ousman buscan un futuro mejor. J.C. Alonso
Ousman: 5 meses de lucha en España para que se le reconociera como menor. En Holanda lo ha logrado

El sistema de protección de los menores inmigrantes, en entredicho

Ousman: 5 meses de lucha en España para que se le reconociera como menor. En Holanda lo ha logrado

Fallo del sistema ·

Este joven gambiano llegó en septiembre de 2023 a Tenerife con 16 años. A pesar de decir que era menor y presentar documentación nadie le escuchó. Ni en Canarias ni en la península, donde llegó a quedar en situación de calle. Hace unas semanas llegó a Holanda donde se le ha reconocido como tal y recibe clases

Silvia Fernández

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 18 de febrero 2024, 01:00

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El caso del menor que ha estado dos meses en la cárcel Las Palmas II acusado de ser el patrón de un cayuco y sin que se tuvieran en cuenta ni su apariencia ni la documentación aportada es solo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo. La intensidad de las llegadas en los últimos meses y la incapacidad para realizar las pruebas óseas que determinan la edad con la celeridad necesaria provoca que muchos menores inmigrantes que llegan a las islas sean tratados como adultos, se les aloje en centros de mayores y por supuesto, que no reciban ni la atención ni los servicios que se merecen a su corta edad. Tras su paso por un centro de adultos en Canarias, muchos de ellos son trasladados a la península donde siguen sin ser escuchados ni tenidos en cuenta y donde se les sigue tratando como mayores de 18 a pesar, incluso, de que algunos portan la documentación que acredita su edad y de la que siempre se duda bajo la sospecha de ser falsa.

En varias regiones españolas ha habido organizaciones sociales que han detectado el problema y han dado la voz de alarma. Algunas incluso han presentado denuncias a la Fiscalía de Menores al entender que no se estaban activando los protocolos que recoge la ley de protección al menor y que pasan por acoger a estos menores en centros específicos para ellos y después confirmar su edad. Las soluciones, sin embargo, no están llegando.

Ousman -nombre ficticio- es un ejemplo claro de lo que está ocurriendo hoy con los menores inmigrantes en España. Este joven de Gambia llegó en septiembre del año pasado con solo 16 años a la isla de Tenerife. Arribó en un cayuco tras varios días de travesía y huyendo de la violencia de un tío que la hacía temer por su vida.

Aunque al llegar a Canarias relató a las autoridades que era menor no lo escucharon ni tampoco hicieron caso a su pasaporte. Desde el primer momento fue considerado un adulto y fue remitido al centro de Las Raíces en La Laguna. Ayer recordaba en conversación telefónica con CANARIAS7 desde Holanda, donde vive desde hace semanas y donde se le ha tratado en todo momento como menor, lo «duro» que ha sido todo. «Me quejé de que era menor pero nadie me hizo caso. Llegué incluso a mostrar a la policía la documentación pero nadie me escuchaba. Todos decían que había que esperar a las pruebas y nunca llegaban», dice.

Así pasaron los días en Tenerife hasta que llegó el momento de trasladarlo a la península. Él junto a otro grupo de personas fue llevada a Extremadura, en concreto a Mérida. Como recuerda, entró en un centro de adultos que era «horrible». «Faltaba comida y ropa, lo pasamos muy mal», señala Ousman, que durante su estancia en la península compartió vicisitudes con otros dos jóvenes inmigrantes que, como él, eran también menores pero fueron tratados como adultos. «Son mis hermanos. Uno está hoy en Portugal y otro en Holanda conmigo», explica Ousman. Los tres están hoy en centros de menores. «Nos sentíamos muy mal porque no nos hacían caso. Fue muy duro pero pensaba que tenía que ser fuerte por mi madre», recuerda hoy. A ellos les decía que «tuvieran fe. Eso es lo que me enseño mi madre», recalca.

Como explica, del centro de Mérida los expulsaron a las semanas de llegar. Se quedaron en situación de calle -con 16 años- y gracias a la Plataforma de Apoyo a las Personas Migrantes de Extremadura, se fueron a Badajoz. Esta oenegé fue su salvación, por eso hoy habla de todas aquellas personas que lo ayudaron como si fueran familia. «Nunca olvidaré aquellos momentos difíciles y a las personas que me ayudaron. Me hicieron amar a España y sentir que no estaba solo», explica.

Hace unas semanas llegó gracias a esta oenegé a Holanda, donde todo se ha encaminado. «Cuando llegué me preguntaron cuántos años tenía. Les dije que 17 (acababa de cumplirlos) y me llevaron con los menores», explica Ousman. Hoy se siente feliz y contento con lo que tiene aunque no olvida el miedo que ha pasado. Cada día va a clases y está aprendiendo holandés y español. Su objetivo el día de mañana es trabajar y tener una familia. «Rezo para que todo salga bien». indica Ousman, que afirma que si tuviera que volver a repetir lo vivido no lo haría. «Lo peor fue el viaje en cayuco. Vi morir gente y eso es terrible», señala. Desde Holanda manda un mensaje a las autoridades españolas a la hora de tratar a los menores: «Les pido que crean en gente como nosotros, que nos ayuden», concluye.

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