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Así contamos la llegada de las primeras pateras

Así contamos la llegada de las primeras pateras

Fuerteventura fue la primera isla en vivir el drama humanitario y los problemas de gestión, que se plasmaron en las páginas de CANARIAS7

Ingrid Ortiz

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 24 de agosto 2024, 23:24

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'Dos marroquíes llegaron a El Carmen a bordo de una patera'. Así tituló este periódico aquella primera noticia que cubrió desde Fuerteventura Catalina García y a la que le sucederían con el paso del tiempo numerosas piezas para entender y poner en contexto un fenómeno complejo. «En los años noventa eran pocas embarcaciones y casi todas con saharauis a los que los majoreros acogían hasta con júbilo», cuenta la redactora de CANARIAS7.

Sin embargo, asegura que con el incremento de las llegadas a la isla –que alcanzó su pico sobre todo con el cambio de siglo– «no estuvimos a la altura como pueblo para dar respuesta al drama de estas personas, a pesar de siempre fuimos isla de emigrantes a América».

El asunto también provocó un debate interno en la redacción, donde el goteo de cayucos pasó de tratarse en la sección de Sucesos a un contenido político, ya que se entendía que el archipiélago no solo se enfrentaba a un problema estructural sino que la respuesta debía partir en gran medida de las instituciones.

Ver historia de Rachael
Hace 21 años que Rachael escapó de Nigeria con su hijo de tres años y se instaló en Fuerteventura. El joven, ya mayor y estudiante de la Escuela de Arte, grabó su historia.
Ver historia de Bachir
Bachir Embarec partió desde el Sáhara Occidental con 23 años sin saber nadar, consiguió trabajo y formar una familia numerosa. Cuatro de sus hijas ya están en la universidad.

Los principales desafíos entonces, asegura García, eran prácticamente los de ahora: por un lado, la falta de infraestructuras para garantizar una acogida digna tanto a menores como a adultos, que terminaron instalados en la antigua terminal del aeropuerto. «Fue en 1999 y es lo que se llamó el aeropuerto de la vergüenza, similar a lo que sucedió en Arguineguín», recuerda. «El ambiente era insalubre, sin ventilación, con colchones en el suelo»...Y allí se llegaron a hacinar hasta 800 personas en menos de 1.000 metros cuadrados durante un mes sin teléfonos ni forma de comunicarse.

Por otro lado, la búsqueda de equilibrios y la necesidad de bajar la presión mejorera llevó alCabildo de Fuerteventura a exigir el reparto de los menores que llegaban al resto de islas. «A veces eran devueltos nada más bajarse del avión porque aseguraban que no tenían capacidad. Ahora veo cómo algunos de esos menores y adultos están ya integrados en la isla, casados, con hijos y trabajo. Entonces pienso que sí, que sí fuimos una buena isla de acogida, por lo menos para algunos», apunta.

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