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Hablar de CC es hablar de la historia de los últimos 24 años de la política en Canarias. Desde el 1993 todo en el archipiélago ha pivotado en torno al eje nacionalista, que gobierna con imponente continuidad la Comunidad Autónoma, la mayoría de los cabildos y gran parte de los ayuntamientos isleños con Gran Canaria y La Gomera como sus únicos talones de Aquiles. En el primer caso, sobre todo desde la traumática ruptura con NC en 2003.
Solo dirigentes nacionalistas han presidido Canarias desde ese año -Manuel Hermoso, Román Rodríguez, Adán Martín, Paulino Rivero y ahora Fernando Clavijo-, gracias al cogobiernos con el PP en una primera fase (desde 1995 a 2007) y con el PSOE en la segunda (de 2007 a 2016). Ganando o perdiendo elecciones, CC ha mantenido el liderazgo del Ejecutivo autónomo aprovechando a la perfección la incapacidad de sus contrincantes políticos para entenderse. Es la versión canaria del juego de la silla: CC siempre sentada mientras el PP y el PSOE compiten por ocupar el segundo hueco. Pero el éxito del proyecto nacionalista no se explica sin un segundo factor. La capacidad de supervivencia de CC en el poder regional se sustenta siempre en su fuerza en Madrid que en gran medida ha favorecido la estrategia de pactos con populares y socialistas en Canarias. Sus cuatro diputados en el Congreso en la época de bonanza electoral apuntalaron el control del Gobierno de Hermoso, Rodríguez y Martín, del mismo modo que en la actualidad el solitario voto de Ana Oramas impide la aventura del PP en una moción de censura contra Fernando Clavijo.
Esa correa de transmisión entre la situación política nacional y las preferencias de CC para mantenerse en el timón en las islas solo se rompió en la segunda y última legislatura de Rivero, cuando la agria ruptura con el PP de Soria llevó a los nacionalistas a dinamitar todos los puentes con Madrid. Tras el paréntesis de esos cuatro años, el diálogo con el Estado para negociar más dinero para Canarias ha vuelto a imponerse en la estrategia de Coalición liderada por Clavijo.
Entender CC y su permanencia en la cúspide de la pirámide también pasa por un análisis de la fuerza de su estructura local que se sustenta en líderazgos insulares que ha permitido a los nacionalistas afrontar los procesos electorales de abajo hacia arriba. Un voto en un pueblo se convierte en una papeleta al cabildo y otra al Parlamento.
La coalición nacionalista surgió de una suma de ideologías variopintas: la insularista de las AIC, el centrismo de Lorenzo Olarte como heredero del CDS, la izquierda de ICAN con José Carlos Mauricio al frente y la asamblearia de AM. Esa realidad también tenía el tirón de un cartel en cada isla: Antonio Castro en La Palma, Tomás Padrón en El Hierro, ATI con su poderío en Tenerife, Dimas Martín en Lanzarote, AM en Fuerte-ventura y, la suma de los líderes del CCN e ICAN en Gran Canaria.
El tiempo y las purgas internas hicieron que aquellos extraños compañeros se fueran transformando poco a poco en un partido único, aunque pervive esa división inicial del poder por islas y la vocación local que tanto rédito electoral ha dado a CC.
Sin embargo, el desgaste del proyecto también es innegable: del 38% de los votos regionales en 1999, Coalición fue descendiendo comicio a comicio hasta el 17,6% de 2015. Hoy es la tercera fuerza en votos de Canarias y aún así...continúa en el poder.
El drama y CC siempre han caminado de la mano. Desde la semilla de su nacimiento, la moción de censura de Manuel Hermoso a Jerónimo Saavedra el 1 de abril de 1993, la coalición nacionalista se acostumbró a avanzar por el filo del precipicio hasta el punto de que el proyecto estuvo a nada de saltar por los aires en varias ocasiones. Sin embargo, CC ha ido superando cada obstáculo, no tanto por la firmeza de sus cimientos ideológicos -nunca estuvieron demasiado definidos- sino más bien gracias al pegamento que ha cerrado grietas a cambio de poder.
En sus 24 años de vida, los nacionalistas han tenido escasas etapas sin fuertes confrontaciones internas. Siempre han existido pulsos de egos, más palpables en el ciclo de confluencia entre partidos -desde 1993 a 2003- y algo soterrados desde que desaparecieron las formaciones fundadoras para dar carta blanca al proyecto de marca única. Los fuertes liderazgos del génesis -con Hermoso, Lorenzo Olarte y José Carlos Mauricio a la cabeza-, fueron dando paso a un reparto del poder fijado por resultados electorales y controlado por jefes en mando en cada isla. Esa nueva dinámica tuvo su culmen con el llamado paulinato (desde 2007 a 2015), dos legislaturas completas en que Paulino Rivero comandó Coalición Canaria sin a penas oposición interna.
Antes, CC había vivido en el año 2003 el momento de mayor tensión interna de su historia: un enfrentamiento visceral entre la visión de Canarias de Román Rodríguez y la de Adán Martín que acabó en el abandono del proyecto de la pata grancanaria. De esa batalla cuerpo a cuerpo nació Nueva Canarias y, desde entonces, Coalición ha caminado coja en una isla donde se eligen 15 diputados de los 60 que componen el Parlamento regional. La guerra estaba cantada desde la legislatura 1999-2003, cuando Rodríguez y Martín compartieron gobierno sin a penas mirarse a la cara. Ese antecedente convirtió en imposible que el agua y el aceite volvieran a juntarse en el Ejecutivo tal y como se había prometido en el cartel electoral. ATI, ayudada por un ICAN controlado por Mauricio, rompió el pacto interno y dejó a Román Rodríguez sin la vicepresidencia. Todo saltó por los aires y esa separación se mantiene 14 años después.
El drama también envolvió a CC el 12 de septiembre de 2014. Pese a la oposición de los líderes insulares, Paulino Rivero se empeñó en forzar al límite su deseo de seguir en la Presidencia. Sus enemigos, agrupados en torno a Fernando Clavijo, acabaron con la quimera con una traumática votación que ganaron por escasos votos. Se llegó al límite pero, como es tradición en el proyecto nacionalista, la crisis abrió camino a una nueva etapa que aún se escribe.
«Los partidos de los que surgió CC han desaparecido, y hoy Canarias tiene una fuerza política nacional canaria que se llama Coalición Canaria con fuerte implantación en cada una de las islas».Paulino Rivero en 2007.
Prueba de fuego superada
Coalición Canaria entró con fuerza en el panorama electoral tras la variopinta comunión de ideologías que implicó la unión de las AIC, ICAN, el CCN y AM. En sus primeras elecciones generales, los nacionalistas obtuvieron dos diputados (un par por provincia) y en las autonómicas 23 parlamentarios.
Los mejores resultados del ciclo
CC logró en los comicios autonómicos del año 1999 sus mejores resultados electorales: 306.658 papeletas que representaron el 37,5% del total de las emitidas en Canarias. Desde esa cota, los nacionalistas han ido per-diendo votos y diputados convocato-ria tras convocatoria.
La accidentada llegada de Román Rodríguez a la Presidencia marcó un pulso de poder con ATI y Adán Martín que acabó con la pérdida de la pata de CC en Gran Canaria. Fue el nacimiento de Nueva Canarias.
Descenso en picado sin NC
La ruptura de Román Rodríguez y el grueso de NC con CC provocó un debacle electoral de los nacionalistas en los comicios regionales de 2007. Con Paulino Rivero como candidato, CC obtuvo 222.905 votos y perdió el primer puesto a favor del PSOE. NC se quedó fuera del Parlamento.
El desgaste del poder
En las elecciones generales de 2008 el nacionalismo canario también empezó a notar el desgaste del poder en las urnas. Frente a la cima de 248.261 votos tocada en el año 2000, CC y NC unidas se quedaron dos legislaturas después en 174.629 papeletas y dos diputados.
El 12 de septiembre de ese año Fernando Clavijo fue elegido candidato de CC a la Presidencia. Paulino Rivero dio la batalla hasta el final y perdió por escasos votos. Fue el fin de ocho años de paulinato.
Menos votos, los mismos escaños
CC logró en 2015, con Fernando Clavijo como cabeza de cartel, sus peores resultados electorales: 164.458 apoyos, 150.000 votos menos que los alcanzados 16 años antes. Si se suman los 93.152 logrados por NC, el bajón sería mucho mayor. Este resultados deja a CC como tercera fuerza.
Separados también en Madrid
Hasta las elecciones nacionales de 2015, CC y NC habían sido capaces de superar sus diferencias regionales para concurrir juntos a los comicios generales. Sin embargo, en esta ocasión, Román Rodríguez se presentó coaligado con el PSOE. CC se quedó en 81.750 votos, el 8,2% regional.
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