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El sistema de acogida de protección internacional y temporal para las personas que han solicitado asilo político en España «no está pensado para personas jóvenes extuteladas», afirma el coordinador territorial en Canarias de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Juan Carlos Lorenzo de Armas. Por eso «no responde» a la realidad de la inmigración en las islas, donde la llegada de menores migrantes no acompañados ha aumentado en los últimos años.
En la actualidad, Canarias tutela a 5.692 niños, niñas y adolescentes que llegaron solos a las costas del archipiélago. De ellos, 1.221 han solicitado asilo político.
El caso de Moussa Traoré, el joven de Malí extutelado por Canarias —cumplió 18 años en verano—, ejemplifica lo que Lorenzo explica. Moussa es refugiado, pero ya se ha arraigado en la isla. Juega al fútbol en el equipo de Agüimes y quería empezar un curso de camarero. Migraciones le asignó una plaza en Sevilla, pero la rechazó, por lo que tuvo que abandonar el recurso habitacional que le proporcionaba CEAR el pasado 4 de abril. Al día siguiente, fue acogido por una familia de la localidad del sureste.
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El sistema está diseñado para personas adultas recién llegadas sin recursos, «no contempla la complejidad de los menores migrantes que ya han generado vínculos sociales y comunitarios en el territorio», asegura Lorenzo.
«No podemos aplicar el mismo modelo de acogida para un adulto recién llegado que para un menor que lleva un año en Canarias y está completamente arraigado», advierte el coordinador de CEAR.
El sistema funciona en tres fases. En la primera, de valoración inicial y derivación, se analizan las circunstancias de la persona y, en la fase de acogida, se le asigna un recurso «adecuado a su perfil y necesidades», señala la página del Ministerio de Migraciones.
El sistema de acogida dispone de una red de centros y recursos distribuidos por el territorio nacional, tanto de titularidad pública como centros gestionados por entidades del tercer sector, como es el caso de las 71 plazas que gestiona CEAR en Canarias.
«Una de las principales carencias del sistema es que la fase inicial de acogida —donde actualmente se encuentran muchos menores— no contempla itinerarios de formación ni empleo, limitándose únicamente a atención jurídica y psicológica básica», y precisamente «no contemplar el acceso a formación ni empleo es una de las grandes dificultades», dice Lorenzo.
Canarias se ha convertido en uno de los territorios más presionados por la llegada de menores no acompañados, como demuestran los datos. De hecho, impulsada desde las islas y con el apoyo del ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, se acaba de convalidar en el Congreso de los Diputados la modificación del art. 35 de la Ley de Extranjería para poder repartir entre las comunidades a los menores migrantes no acompañados que llegan a Canarias, ante la imposibilidad de atenderlos de forma adecuada por el «hacinamiento» de los centros, como ha reconocido el Tribunal Supremo.
«No hay transición posible porque solo hay 71 plazas de acogida temporal en toda Canarias», dice Lorenzo. «La mayoría de los jóvenes que están en la fase de valoración inicial no pueden pasar a acogida temporal porque no hay plazas. Es así de simple», lamenta.
Muchos de estos menores han desarrollado vínculos en las islas. Torres se refería hace una semana a que más de medio centenar de menores migrantes no acompañados están federados para jugar al fútbol y otros 200 en otros deportes, incluyendo la lucha canaria. «Sin embargo, el sistema estatal los traslada a otras provincias sin tener en cuenta su integración previa. Cuando hay integración, cuando hay vínculos comunitarios, romper eso para enviarlos a otro sitio no tiene sentido», dice Lorenzo. A su juicio, es urgente repensar el modelo actual y buscar vías alternativas que garanticen la protección real de estos menores y su transición a la vida adulta. Buscar «alternativas» porque «si no somos capaces de generar una transición normalizada a la vida adulta, estamos fracasando como sistema», lamenta.
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