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Brito: «La creación de CC trajo un proceso de desdemocratización»

Brito: «La creación de CC trajo un proceso de desdemocratización»

El historiador, investigador y activista social y político, como reza su biografía, Juan Manuel Brito presenta en la Biblioteca Insular el resultado del libro La acción colectiva en el cambio de época. Los movimientos sociales en Canarias (Catarata). Una obra que ha sido coordinada por él y que cuenta con textos de protagonistas directos de la acción social en las islas en los últimos años.

Jueves, 1 de enero 1970

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— ¿Realmente hemos asistido a ese cambio de época que subraya el título del libro?

— El marco de un cambio de época se refiere a un tiempo en el que los colectivos sociales dejaron de tener certidumbres para sumergirse en un mundo de incertidumbres, que comenzó a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. Y en ese largo recorrido se han producido fenómenos que han influido en las formas de acción colectiva de los últimos 20 años. El impacto de las nuevas tecnologías; los que estábamos en los movimientos empezamos utilizando Indymedia y hemos acabado con los smartphones como algo fundamental. Pero va mucho más allá de eso, ha cambiado la cultura política en general en las redes sociales. Y se ha producido un doble proceso de repolitización de la sociedad y, al mismo tiempo, desafección hacia la política. Y ese elemento, sobre todo a partir de 2008 cuando comienza la crisis económica, ha sido determinante para influir sobre las diversas formas de la acción colectiva. Hay una serie de cambios que han transformado a los movimientos sociales.

— ¿Ese cambio ha hecho que los movimientos sociales trasciendan hasta llegar a las instituciones?

— Lo que sucedió a partir de 2011 fue determinante. El 15M abrió un proceso en el que se incrementa la protesta de una forma exponencial brutal. Hay un gobierno poco receptivo, que en general suele ser así, y eso hace que ese proceso de repolitización se de cuenta de los elementos de cierre que existen para la acción colectiva y llega a la reflexión de que hay muchas limitaciones para poder influir sobre las decisiones. Y de ahí nace un proceso muy diverso que plasma distintas formas de acción política desde las instituciones, que plasman las percepciones de los movimientos sociales y termina impactando sobre las dinámicas políticas. Y en Canarias sucede, de alguna manera, en 2015 con un proceso de apertura política que tiene su origen en un cambio que nace desde la social. Que no hay una sola figura que lo represente. En ese momento se produce un impacto sobre los propios movimientos que se vieron interpelados y abrieron puertas en las instituciones para incidir en la política.

— Y eso forma parte directo del discurso actual. Sin ir más lejos, el pasado sábado Nueva Canarias presentó un programa electoral que nace de sus encuentros con los colectivos sociales y sectoriales...

— Ese es un ejemplo. Una de las cosas que hoy la política institucional tiene que poner sobre la mesa es que sus propuestas de gobierno estén basadas en procesos participativos con personas de la sociedad civil. Eso no sucedía anteriormente. Podría haber una autoproclamación de representar eso, con más o menos credibilidad, pero ahora han pasado a hacer parte de su programa y dedicar esfuerzos de los partidos a abrirse a esas formas de acción forma parte de la política.

— ¿El que no pueda haber un actor concreto que asuma ese papel es un éxito de los movimientos sociales?

— Claro. Porque lo que se da es muy diverso y plural. Hubo un fenómeno en ese sentido como Podemos, pero se dieron en el ámbito municipal muchas realidades que cristalizaron en cosas autónomas. Los impactos van mucho más allá de que haya gente que se haya agrupado en un entorno; los actores políticos, los partidos, se ven interpelados y se han visto obligados a realizar cambios. Estas formaciones de militancias muy rígidas tienen que cambiar su forma de organizarse y de relacionarse con la sociedad, buscando espacios de conexión con los que no son militantes. Evolucionar a formas más líquidas y cada día ser menos partidos.

— En el libro se plasma una visión muy poliédrica de los movimientos...

— Tiene un doble objetivo: reflexionar sobre estas cuestiones y dar voz a las propias personas del activismo para ver qué cosas se están pensando. Se tiene la idea de que los movimientos sociales en Canarias son pequeños y tienen poca capacidad de influencia, pero es un mundo muy plural. En el que hay actores que tienen mucha relevancia y una amalgama de experiencias brutal. Nos encontramos en un mundo muy rico cuya acción tiene influencia sobre la política general.

— ¿Cuáles son los hitos del movimiento social en Canarias?

— En el libro intento plasmar tres etapas. La primera es los años ochenta, cuando el protagonismo lo tenían lo que llamábamos los nuevos movimientos sociales. Feminismo, el antimilitarismo contra la OTAN o la primera fase del ecologismo. Un movimiento estudiantil muy activo. En los noventa entran en una situación de crisis menos el ecologísmo, que juega un papel central a partir de esa época y acaba construyendo lo que denominamos como el eje de un conflicto permanente. Con Agaete vemos que sigue siendo el que ha canalizado el descontento social y la denuncia de un modelo productivo que no es redistribuidor y atenta contra nuestro territorio. La defensa de la identidad. El Rincón, Veneguera, Tindaya, la lanzadera de El Hierro... Luego aparece la antiglobalización, pero es más reducido. Y aparece una nueva generación de jóvenes que se incorpora desde el voluntariado. Hay, además, otros actores importantes de la protesta porque hasta la derecha se incorpora a ella. Incluso se institucionaliza la protesta, porque es fácil ver, por ejemplo, alcaldes encabezando manifestaciones. Pero eso coincide con un proceso de desdemocratización en Canarias, la cerrazón institucional es muy fuerte y ahí un elemento central es la creación de Coalición Canaria como artefacto de cierre institucional. A partir de 2011 eso empieza a resquebrajarse. Aunque siga habiendo un sistema. La ruptura de Coalición Canaria en 2005 abre el juego, pero a partir de 2011 la sociedad empieza a exigir un cambio. Y todo esas protestas tienen como elemento común la necesidad de abrir las instituciones a la ciudadanía en una nueva fase que todavía está en construcción.

— ¿El debate y la llegada de una reforma electoral es parte de ese proceso en construcción?

— Sí porque se abre el debate en serio, aunque todavía está por comprobar su impacto en el Parlamento. El aumento de candidaturas municipales durante 2015 demuestra que hay posibilidades desde el ámbito local de auto organizar desde la ciudadanía.

— Hablaba de la construcción del Macromuelle de Agaete como muestra de que los movimientos sociales están vivos. ¿No muestra también la postura de Coalición en el Gobierno de Canarias que las instituciones todavía hacen oídos sordos a las demandas de la ciudadanía?

— Ese es un caso interesante. Porque la lectura es que el movimiento ha conseguido hacer virar la posición de dos partidos que tenían una posición contraria. Es una posición que viene arrastrada por una decisión de hace muchísimo tiempo con consenso, pero cuando el movimiento se activa rápidamente el PSOE y Nueva Canarias cambian de opinión. El movimiento puso al Ayuntamiento en la necesidad de adoptar su posición. Gracias a ello hoy la posición del Gobierno en el Parlamento ha pasado a ser la de un partido aislado en su defensa del Macromuelle y de lo que significa. Eso es un logro del movimiento. Parece que el empeño de CC es seguir, pero veremos cuáles son los costes políticos de esa decisión. Especialmente en Gran Canaria, en la que hay una parte de la población que no apoya a ese muelle. Me sorprende que salga de rositas José Miguel Bravo de Laguna, al que nadie le pregunta, como nuevo paladín de Coalición qué opina. Esta callado porque sabe que le puede costar muchos votos.

— Ha formado parte de las instituciones como vicepresidente del Cabildo, ¿cómo se ve el movimiento social desde dentro?

— También hay muchas limitaciones. De hecho, cuando hay gobiernos progresistas uno de sus mayores problemas es cómo dar respuestas a las expectativas. Hay muchas cosas que se pueden hacer pero también hay una limitación muy grande para hacer cambios.

Acto.

La presentación de la obra coordinada por Juan Manuel Brito será este jueves, 29 de noviembre, a las 19.30 horas en la Biblioteca Insular, en la plaza de Las Ranas. Además de Brito intervendrán Roberto Rodríguez Guerra, profesor titular de Filosofía Política de la ULL, Sylvia Jaén Martínez, activista feminista y LGTBI, Colectivo Gamá y Koldobi Velasco Vázquez, profesora de Trabajo Social.

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