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Demolición controlada y sin tocar el patrimonio

Demolición controlada y sin tocar el patrimonio

Los trabajos se ejecutan en orden inverso al proceso constructivo.

Lunes, 12 de febrero 2018, 10:39

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El proyecto para el acondicionamiento del edificio San Martín y las obras de impermeabilización, accesibilidad y seguridad de incendio, de Romera y Ruiz Arquitectos, implica, tal y como ya sucedió con la intervención de Casariego y Guerra entre 2008 y 1011, la demolición de algunas partes de este antiguo recinto hospitalario, que cuenta con una protección integral por su valor patrimonial.

El proyecto, que desde hace una semana es público y se puede consultar en el perfil del contratante del Centro Atlántico de Arte Contemporáneo (CAAM), incluye «una memoria de demolición», que corresponde al arquitecto técnico José Luis Vecino Morales. Especifica la misma que el ámbito de actuación de este proyecto de demolición afecta a 2.314,26 metros cuadrados y que el presupuesto de ejecución material asciende a 116.289,85 euros.

Este proyecto apunta lo siguiente: «Las obras de demolición se centran en la demolición de los elementos en mal estado, que no cumplen con las condiciones mínimas exigidas en el Código Técnico de Edificación, que no originales de la edificación, o por necesidad del programa de necesidades». En la propia memoria se adjuntan los planos de estas actuaciones.

La intervención contempla «la extracción y limpieza de todo el material existente e inservible que existe en el edificio (muebles, enseres, etcétera), así como la recuperación de elementos arquitectónicos significativos». También incluye «el apuntalamiento y arriostramiento de elementos estructurales, garantizando en todo momento la estabilidad e integridad de los elementos a conservar», así como la «demolición mecánica de los elementos estructurales, que se desarrollará en orden inverso al proceso constructivo, comenzando por los forjados de las plantas superiores y la cubierta, pilares y muros de carga». También se llevará a cabo «una demolición manual de elementos de acabado y partición».

Entre las notas que se incluye, se asegura que «la demolición de la estructura se realizará mediante martillo rompedor, por zonas previamente delimitadas; nunca por colapso» y que «una vez efectuada la demolición de la estructura, la demolición de solera y zapata, podrá ser ejecutada por medio de retroexcavadoras, poniendo especial cuidado en la cimentación de las edificaciones colindantes».

A priori, estos trabajos generarán debate dentro la comisión municipal de Patrimonio, que ya tiene en su poder el proyecto de Romera y Ruiz. Si da el visto bueno al mismo, el Cabildo podrá sacar a licitación unas obras cuya duración máxima está estimada en nueve meses.

La comisión la preside el concejal de Urbanismo, Javier Doreste, mientras que la vicepresidencia recae en el también concejal José Eduardo Ramírez. El cupo político municipal lo conforman también Ángel Sabroso, Lourdes Armas, Sergio Millares, Pedro Quevedo, Ángeles Batista y Beatriz Correas. Se completa con Carmen Nieves, directora general de edificaciones, varios técnicos municipales, el arquitecto José Luis Gago –su hijo Felipe Gago Doreste formó parte del equipo Linazasoro y Sánchez que ganó el concurso de ideas convocado la pasada legislatura y que el Cabildo ha desechado–, Ana María Hernández y Carlos Ruiz, en nombre del Gobierno de Canarias y el Cabildo grancanario, respectivamente, Amelia Rodríguez, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Diego López, presidente del Museo Canario, y Ramón Cruz, del colegio de arquitectos.

El resto, en ruinas y hasta apuntalado

San Martín Centro de Cultura Contemporánea, que abrió sus puertas en 2011, supone un 25% de todo lo que era el antiguo Hospital de San Martín. El 75% estaba y sigue en ruinas, incluso con algunas partes sujetas por puntales para evitar su hundimiento definitivo.

Ahora, con el proyecto de Romera y Ruiz, se rehabilita también un ala adyacente, que correspondía al hospicio. El resto, queda a expensas del futuro desarrollo del Museo de Bellas Artes, que no es objeto del proyecto de este equipo de arquitectos, aunque sí es cierto que su restauración tiene en cuenta «que no todo está terminado y es consciente de que después vendrá algo», según los arquitectos consultados.

El presupuesto de ejecución material, que figura en el proyecto que se ha colgado en la página web del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) asciende a 2.001.003,1 euros, mientras que el presupuesto base de licitación –se le suma un 13% de gastos generales y un 6% de beneficio industrial– llega hasta los 2.381.230 euros.

En la hoja de ruta elaborada para el Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, por un equipo de trabajo coordinado por Frank González, en el apartado de personalidad jurídica se recomienda que éste «debe constituirse como una empresa pública del Cabildo de Gran Canaria o integrarse en una ya existente». Se dispone de informes previos, advierte, que «desaconsejan su dependencia del Servicio de Museos». Durante su constitución, se recomienda que dependa económica y funcionalmente del CAAM.

El primer hospital de la ciudad abrió en 1481

n El documento de trabajo para el futuro Museo de Bellas Artes, elaborado por el equipo que coordina e integra Frank González, Ramón Gil, Miguel Pons y Javier Pueyo, incluye un pormenorizado estudio histórico del hospital de San Martín. La memoria del proyecto arquitectónico de Romera y Ruiz Arquitectos SLP también alude al mismo e incluye planos originales y plantas de las distintas reformas y ampliaciones que ha sufrido el edificio.

En 1481 se funda el primer hospital, de la mano de Martín González de Navarra, que en su testamento dio instrucciones para la creación de «una institución de asistencia sanitaria para enfermos y pobres». En un plano de Leonardo Torriani, de 1590, aparece junto a la catedral y la plaza de los Álamos, mientras que la ubicación de lo que después fue San Martín aparece vacante. El primigenio hospital cumplió con su labor durante siglos junto a la catedral.

La primera piedra del siguiente hospital se puso el 26 de junio de 1775, bajo la dirección de Antonio Lorenzo de La Rocha y fue culminado por su hijo, en 1786. En 1780, sin estar culminado, se trasladó a los pacientes del viejo hospital a este nuevo recinto sanitario, que contaba con dos plantas. La entrada tenía un porche de cinco arcos, que se conserva en la actualidad, apunta este estudio histórico. En 1786 se inauguró el cementerio que se situó en la trasera del hospital.

La primera construcción de la esquina entre las calles Ramón y Cajal y Sor Jesús corresponde, según explica en la memoria Romera y Ruiz, con la fase rehabilitada entre 2008 y 2011 por Casariego y Guerra. «Rápidamente, la edificación crece hacia el sur, completándose con un área de maternidad y de educandas, conectados con el patio principal. Esta área, que se amplió a mediados del siglo XVIII, contaba con lo que se llamó Cuna de Santa Ana o Casa de los expósitos», apuntan con planos estos arquitectos.

En 1791, el obispo Antonio Tavira Almazán inaugura «la primera gran ampliación de lo que hoy se conoce como Hospital de San Martín». Se trata del hospicio o Casa de la Misericordia y fue un anexo con sótanos, planta baja y dos plantas, con capacidad para albergar a 300 personas, tal y como describió Juan Bosch Millares y se hace eco este estudio.

La fachada original de esta parte dista mucho de la original y el semisótano fue prisión para los franceses durante la Guerra de la independencia y en su interior se conserva un fresco «que es un elemento patrimonial de primer orden».

La botica se creó en 1813, mientras que la panadería la dató Juan Bosch Millares en 1825. Estuvo activa hasta principios del siglo XX.

A mediados del XIX, Manuel de Oráa acomete una ampliación «de la totalidad de las edificaciones». En 1868, Manuel Ponce de León «realiza el proyecto y construye la espadaña para la iglesia», mientras que el hospital y el hospicio fueron rehabilitados, en 1918, por Enrique García Cañas.

Le siguen más reformas, apareciendo nuevas galerías, estancias y servicios para satisfacer las nuevas demandas. En 1930, por ejemplo, se crean «servicios de pediatría, la salas de niños en la azotea y en 1936, se construye una sala para enfermos de venéreos y otras dependencias anexas», que abren en 1936, señalan Romera y Ruiz.

Durante el siglo XX se producen nuevas reformas y ampliaciones en todas las plantas, incluso, antes del cierre del hospital, en 1995, hubo «algunas intervenciones más, datadas en 1980». El cierre definitivo como espacio socio-sanitario se produjo en 2003.

Los arquitectos consultados apuntan que se trata de un edificio que ha «crecido por yuxtaposición». «La historia de la arquitectura es así, sobre todo en edificios históricos y protegidos como éste. Las capas y los estratos se superponen durante el paso del tiempo y cuando se interviene para rehabilitarlos hay que valorar todos estos aspectos», añaden los mismos arquitectos.

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