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Omar Little, el forajido con más carisma de 'The Wire'

Omar Little, el forajido con más carisma de 'The Wire'

El malogrado Michael K. Williams dio vida a este peligroso bandido de sólidos códigos morales

I. Cortés

Domingo, 2 de junio 2024, 02:19

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La enorme cicatriz que surcaba el rostro de Michael K. Williams, desde el centro de su frente hasta la mejilla derecha, fruto de una pelea a las puertas de un bar antes de ser actor, ya infundía miedo y respeto. Eran los mismos sentimientos que despertaba su Omar Little en el resto de personajes de 'The Wire', cuando hacía su primera aparición en el tercer episodio de la primera temporada de la ficción de David Simon para HBO. Nunca un rasgo físico fue tan acorde a un personaje como este.

Omar Little irrumpía en escena con pocas palabras y haciendo lo que siempre hizo bien: dar un golpe a los que trapicheaban con droga. No había frases elocuentes ni ingeniosas, solo una entrada rápida, un disparo en la pierna a modo de advertencia y la indumentaria -gabardina larga, pañuelo o media en la cabeza y la sempiterna escopeta-, bendita indumentaria, de un forajido salido de un wéstern urbano, en una imagen tan misteriosa como familiar para el espectador.

Poco a poco su presencia, caminando entre las sombras y descerrajando casi siempre frases certeras, iba acaparando el foco de una ficción coral, llena de personajes eternos, hasta convertirse en el carismático ladrón sobre el que pivotaban policías y traficantes. Bandido peligroso, pero con unos sólidos códigos morales y un gran sentido de la justicia, Omar Little nunca se desviaba de sus propias reglas, siendo la más importante de ellas que nunca roba o amenaza a personas que no formen parte de lo que el llama 'el juego'. Buena parte de su encanto estába en la forma en la que entraba en escena, con paso firme y una tranquilidad pasmosa, a veces silbando y exhibiendo su escopeta, mientras la chavalada gritaba aquello de «¡Viene Omar! ¡Viene Omar!» y los vecinos del barrio marginal que tocaba de Baltimore se escondían en sus casas.

Hasta su homosexualidad la vivía con una naturalidad incomprensible en territorios tan hostiles. Nadie osaba llamarle maricón, todo el mundo le respetaba y lejos de convertirse en una debilidad, su orientación sexual acababa dando pie a un personaje aún más fuerte. De hecho, esta fue siempre una de las virtudes de un rol que permitía al espectador acercarse a la realidad de las personas 'queer' racializadas que estaban en los márgenes de la sociedad. Sus momentos de intimidad con los diferentes novios que tuvo a lo largo de las temporadas eran de los más tiernos de la serie, una ternura que desaparecía cada vez que este trágico antihéroe salía a la calle. Se dice, incluso, que con su ejemplo animó a algunos pandilleros a salir del armario.

David Simon se inspiró en varios ladrones de traficantes reales para crear un personaje que Williams conquistó con tan solo una audición. Para darle la autenticidad necesaria, el actor se sumergió en el corazón de las calles y barrios de Baltimore. El resto es historia de la televisión.

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