Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Seis episodios más de la serie de John Wilson. Música para los oídos de los espectadores que ya le conocen, pero, ¿y para quienes no han oído nunca hablar de él? Intentaremos describirle. La persona que nos ocupa lleva desde bien pequeño pegado a una cámara, y poco después empezó a compartir su producción online. Hace unos años generar vídeos para internet era bastante más emocionante que ahora: en lugar de comprarte la silla de «gamer», un soporte para el micrófono y unas luces led para producir y ganar por aplastamiento y número de horas transmitiendo, con suerte salías a la calle e ibas a grabar algo que no fueras tú mismo, y te tirabas horas editando, eligiendo y pensando, para terminar consiguiendo un diamantito. John Wilson es el prototipo de este explorador, un documentalista que no creía que jamás fuera a llegar a nada y que decidió adentrarse de manera irónica en un formato en auge: el videotutorial.
Viendo aquellos vídeos de 2012 o 2013 donde nunca se acaba enseñando a hacer nada, desde 'Cómo limpiar una sartén de acero fundido', y avanzando en el tiempo, vemos cómo se van configurando los elementos: al principio no había entrevistas, luego la voz se va haciendo algo más seria y a partir de cierto momento siempre se saluda con «Hey, New York»… todo ello acabará en el formato de 'How to… with John Wilson', la traslación a HBO de los videos «indies» de Wilson.
Nueva York es su gran teatro del mundo. Su mirada nos guía por la ciudad con un flujo de pensamiento, un ensayo con voz en off que suele contrastar de manera irónica con lo que muestra la pantalla: miles de imágenes en las que solo repararías si fueras por la calle con una cámara y nada que hacer. De Nueva York al cielo, porque esta temporada es especialmente prolija en viajes a otros estados del país.
Como quien no quiere la cosa, Wilson enlaza ideas, personas y lugares hasta encontrar a la gente más extraña del país, en su increíble diversidad de extrañezas. Los filmados, en lugar de pedir privacidad o preocuparse por sus derechos de imagen, invitan a Wilson hasta el fondo de sus casas, a enseñarle sus tesoros, sus dedicaciones secretas, sus obsesiones ridículas. El ser humano es espectacular.
Wilson tiene una capacidad increíble para encontrar lo más recóndito, y se puede abrir un debate genial sobre la falta de sentido del ridículo y la mirada condescendiente. ¿Se ríe de la gente que retrata? Él es el estereotipo de neoyorquino gafapasta, no hay duda, y juega a ponerles incómodos, pero de la mayoría no se ríe, para nada. Eso sí, sabe identificar que ahí pasa algo, hay una brecha que va a volver locos a los espectadores que somos como él. A veces los especímenes son inaguantables —el propio Wilson puede serlo—, pero en general, mediante la comunicación y algo de tiempo se nos revelan cercanos e incluso profundamente humanos. Pasamos de la burla a la ternura muy fácilmente. Wilson busca y encuentra, la curiosidad le lleva a conocer, y aprendiendo se generan vínculos —aquella máxima genial de que quien no conoce nada no ama nada—.
Tres temporadas de éxito hacen florecer sospechas: ¿realmente sigue grabándolo todo él solo? ¿Tanta suerte encontrando historias, gente tremenda, puede ser tan orgánico? Sabemos que ya tiene ayuda planificando y sobre todo editando —endiablada tarea—, sabemos que el genial Jonathan Fielder está por ahí ayudando a centrar el tiro, pero de alguna manera sigue siendo muy fresco, y el grueso de los capítulos parece que sí mantienen esta autoría celosa e independiente, solo Wilson y su cámara. Al fin y al cabo, en cuanto abandonas cierto nivel racional, es fácil preguntarse… «¿Habrá algún búnker en el país más grande que este que me acaba de enseñar este tipo?» O «Parece buena idea intentar encontrar al autor de este libro conspiranoico de hace veinte años que habla de que el Titanic en realidad nunca tuvo un accidente». Pero Wilson consigue anticiparse a nuestra suspicacia y dedica el portentoso capítulo cinco a hablar de la honestidad, de la verdad, de qué es un documental, y de si falsear o mentir puede ser bueno. Al fin y al cabo, quien haya vivido el montaje de una obra audiovisual sabe que toda pequeña decisión es una manipulación. Sin llegar a ser revolucionario, secuencias del capítulo siguen la estela de joyas como 'This is Spinal Tap', 'Forgotten Silver' o, me atrevo a decir, 'F for Fake' de Orson Welles.
Todo esto solo es el marco. Lo que lo rellenan son reflexiones ilustradas con ejemplos sobre todo lo demás: el espacio público, la duración de la vida, las aficiones y las adicciones, el gregarismo, los rituales sociales y la identidad, la familia, las amistades, tener o no tener hijos, las creencias… la vida misma y su sentido, o la completa falta de sentido. Pequeña gente como nosotros con sus motivaciones, rarezas y expectativas. Empatizamos.
Wilson ha definido los tutoriales como un formato «muy elástico», donde todo cabe. Es cierto, no hay duda. Si no saben por dónde empezar, yo pondría el cuarto capítulo de la primera temporada, es inolvidable. Luego, todos los demás. Hay un viaje y la tercera temporada mantiene el tipo estupendamente, estimulada, una vez más, por el inesperado quinto capítulo. Por ahora la serie no continuará, pero seguiremos la pista de este hombre de la cámara que es a la vez un tímido patológico y un valiente descubridor de incomprendidos de quienes aprender algo inesperadamente profundo.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.