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Las plataformas —y los cines— están plagadas de adaptaciones, eso ya lo sabemos, hasta el punto de que cuesta encontrar guiones originales que no viniesen de un libro estupendo. Lo que no es tan frecuente es un material de partida tan, tan, tan antiguo. Hablamos del siglo catorce y, en su libro, Boccaccio usaba el contexto de la peste para reunir a unos cuantos nobles en una villa apartada, y allí se dedicaban a contarse historias cada noche. Una bella excusa para recolectar cien cuentos, un pretexto que le encantaría a Neil Gaiman y su pasión por la oralidad y la narrativa. Algunos de esos cuentos, claro está, eran muy picantes e involucraban hasta a monjas y obispos (el Vaticano, en cuanto pudo, lo prohibió).
Aunque se mantengan algunos nombres del libro de Boccaccio, el sentido y la belleza de contar historias como parte central se pierde en la serie de Netflix. Otros temas centrales sí se mantienen: la potencia devastadora de la naturaleza, que a través de una pandemia trastoca todo el orden social, la mezcla de clases a partir de esta situación extrema, y cómo, con la muerte a la vista, los instintos brillan más que nunca. También lo hace el ingenio, aunque para eso siempre habrá gentes mejores y peores. En lugar de contar historias, aquí se va directo a comer bien, beber mucho, y frotarse apasionadamente piel con piel. Pero está claro que la adaptación es más que libre, es comedia, se habla en inglés, y eso está genial porque a ver si no vamos a poder darle la vuelta a un libro de hace seis siglos.
Lo primero que llama la atención es el reparto que va apareciendo. Para los seriéfilos pronto se convierte en una familia reconocible y querida de antemano: encontramos rostros de 'Girls', 'Sex Education', 'Arrested Development', 'Willow', 'Podría destruirte' o 'Derry Girls'. Actores y actrices jóvenes con muchísimo talento, y con mejor o peor suerte con su papel. Por ejemplo, Zosia Mamet, conocida de la serie capitaneada por Lena Dunham, tiene que interpretar a uno de los personajes más insoportables de la historia de la televisión, la señora Pampinea, seguida de cerca por Douggie McMeekin y su príncipe Tindaro. Dos nobles absolutamente idiotas a quienes —al menos al principio— hay que bailarles el agua sin rechistar. Contrastan con los otros «padrones», sobre todo con Panfilo (un estupendo Karan Gill), que pese a su nombre es la clara manifestación de la inteligencia en un sentido más florentino, más de 'El príncipe'. Los sirvientes de la casa tendrán que aguantar toda la estupidez de la Toscana, en especial Sirisco, un Tony Hale irreconocible para los que le vimos haciendo de Buster en 'Arrested Development'.
Son los criados los primeros que irán tendiendo hacia el sexo prohibido y la ruptura de las normas. Todos, además, pelearán por un botín, una herencia, sin merecérsela. Habrá asaltos, mercenarios, borrachos peligrosos, hijos secretos, prostitutas con la peste y todo lo necesario para estirar la trama durante ocho episodios. Pero cuando termina el primer capítulo, la primera hora, uno se pregunta: ¿realmente hacen falta otras siete? Un poco de enredo más, una resolución, y quedaría una película estupenda. Pensamiento habitual últimamente, no solo con esta serie, pero si el éxito se mide por horas de visionado, parece que sale más rentable rodar cuatro veces más material. Al menos da tiempo a poner un puñado de canciones buenísimas (contrastando con la época retratada —nada nuevo en absoluto— e incluso entrando en territorios lejanos del mainstream eligiendo temas como el de Type 0 Negative).
'Decameron' se mueve por varios registros, hay mucha comedia, a veces hay demasiado histrionismo, y cuando se pone seria o trascendente pierde bastantes puntos, aunque se pueden salvar bastantes momentos. Todo está bien hecho, con buenas interpretaciones cómicas —se nota que se lo han pasado bien, al fin y al cabo un rodaje podría parecerse bastante a lo que cuentan aquí— pero de nuevo, es muy larga. Los capítulos podrían durar la mitad, pero es como si la serie se resistiese a que la traten solo de comedia. Un tema y localización frescos, pero al final un poco 'The White Lotus', un poco 'Bridgerton', un poco todo lo que ya conocemos, y un puñado de actores que ojalá sigan apareciendo, recurrentemente, en nuestras pantallas para contarnos historias.
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