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Edmund y Holden, frente a frente.
La secuencia perfecta: un corolario excelente a 'Mindhunter'

Un corolario excelente a 'Mindhunter'

La secuencia perfecta ·

No hay brillantes desplazamientos de cámara, ni una fotografía increíble, solo un diálogo que no deja de crecer en intensidad y que genera una atmósfera casi irrespirable

Iker Cortés

Madrid

Lunes, 10 de junio 2019

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Aviso: este artículo contiene 'spoilers' de la primera temporada de 'Mindhunter'.

Fue una de las revelaciones de 2017. Criticada a menudo porque sus series carecen de la profundidad que tienen las ficciones de otras plataformas, Netflix dio un golpe sobre la mesa cuando estrenó 'Mindhunter'. Producida, entre otros, por David Fincher y Charlize Theron, la ficción seguía a una pareja de agentes del FBI que a finales de los años setenta entrevistaron a asesinos en serie y violadores encarcelados para desarrollar perfiles psicológicos de criminales, de cara a facilitar la resolución de distintos casos en curso.

La segunda temporada llegará en agosto, pero antes queríamos detenernos en la secuencia final de la primera temporada, un corolario excelente que comienza en la sede del FBI. «¿Qué les has contado, Bill?», pregunta Holden a su compañero. «Les he contado la verdad», responde. En ese instante, comienzan a sonar los primeros compases de 'In The Light', la lisérgica pieza con la que Led Zeppelin abre el segundo disco del aclamado 'Physical Graffiti'. Pero pongamos en contexto lo que ha sucedido aquí: la soberbia ha ido atrapando a Holden Ford. El más joven de la pareja de agentes y el responsable ideológico de ese trabajo de investigación y clasificación en las celdas de medio país ha atrapado al policía. Tanto es así, que se le ha ido un poco la lengua con la prensa y ha empezado a empatizar con algunos de los psicopatas, algo que su compañero Bill ha percibido.

Edmund, antes de que Holden entre por la puerta.
Edmund, antes de que Holden entre por la puerta.

La extraña música del cuarteto británico sigue sonando mientras Holden, enfurecido por el toque de atención que le han dado sus superiores, conduce hasta el aeropuerto y toma un avión a Sacramento, California. Llega a la prisión donde se encuentra Edmund Kemper, el asesino en serie que les ha dado algunas de las claves en el trabajo. Holden entrega su arma y comprueba la situación desde la puerta. Edmund está tumbado en una camilla en la UCI, debido a un intento de suicidio. Respira hondo y entra en la estancia. Edmund se coloca las gafas. Hay algo espectral en la forma en la que la luz de la habitación se refleja en las lentes del 'gigante'.

No hay brillantes desplazamientos de cámara, ni una fotografía increíble, solo un diálogo que no deja de crecer en intensidad y que genera una atmósfera casi irrespirable. «Has venido», le dice Edmund a Holden. «Tu me has obligado a venir», le contesta. «Lo intente por métodos menos dramáticos. ¿Recibiste mis cartas?», le pregunta al agente, que le responde de forma afirmativa. «Tal vez no sea sorprendente que reacciones a los espectáculos», valora Edmund, dejando claro que el intento de suicidio no fue tal.​

Aún en pie, Holden le pregunta que por qué quiere verle. Edmund le explica que leyó un artículo en la prensa en el que hablaba de él: «Dijiste que éramos amigos. ¿Somos amigos, Holden? «En el contexto de nuestro trabajo... claro», le contesta el policía. En ese momento, Edmund le dice que el trabajo no ha terminado, que tiene más ideas pero que no va a canturrearlas, «sobre todo cuando has utilizado todo lo que te conté para legitimar tu trabajo».

Acorralado, Holden se sienta y trata de excusarse diciendo que había bebido demasiado, pero el ataque dialéctico de Edmund continúa y le pregunta qué es ese perfil de comportamiento del que tanto presume. «Es una forma de determinar la psicología criminal, según los escenarios del crimen y las características personales», explica Holden visiblemente incómodo. «¿Y cuál es mi psicología?», continúa preguntándole. «No puedo decirte eso. Estamos empezando con este tema», responde. La tensión se palpa en la secuencia. «No tanto como para vacilar, y prácticamente admites que yo te abrí ese camino, así que creo que me debes una explicación», le dice Edmund.

Tres fotogramas de la secuencia.
Imagen principal - Tres fotogramas de la secuencia.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la secuencia.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la secuencia.

«Eres lo que llamamos un asesino organizado por la detallada planificación que dedicaste a tus crímenes», le confiesa Holden. La cámara ahora se detiene en el rostro de Edmund, que mira hacia la ventanilla desde la que le vigilan. El responsable de seguridad está distraído. Mientras tanto, Holden continúa detallando su perfil psicológico y en el espectador va creciendo la desazón. «Practicaste secuestrando a varias mujeres antes de escoger a tu propia víctima -explica Holden-. Usaste tu coche para secuestrar y deshacerte de los cadáveres. Seguiste tus crímenes en la prensa, lo que demuestra una fantasía constante». Un plano corto recoge las esposas que Edmund tiene amarradas a los tobillos.

«¿Crees que puedes reducirme a un único adjetivo?», le pregunta Edmund. «Claro que no. Es simplemente una manera de clasificar características», responde Holden. En ese instante, Edmund se incorpora un poco y mientras se quita el esparadrapo que tapa el corte que se hizo en el brazo le proporciona una inquietante enseñanza: «La sangre humana está muy caliente y en una mañana fría y húmeda puedes ver su vapor». Todo para acto seguido explicarle que alguien se dejó el bolígrafo en su expediente judicial y que utilizó la carcasa metálica para rajarse el brazo.

Tres fotogramas de la secuencia final.
Imagen principal - Tres fotogramas de la secuencia final.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la secuencia final.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la secuencia final.

En ese momento, la estancia contigua está vacía. Edmund se sienta en el extremo de la cama y posa sus rotundos pies en el suelo. Le muestra los puntos del brazo. «Al principio las mujeres me trataban con indiferencia, no querían compartir. En toda mi vida nadie quiso interactuar conmigo. Ni siquiera nuestros gatos, cuando era pequeño», confiesa el asesino en serie. Y de pronto se levanta. Un plano corto muestra ahora la cadena de las esposas, atada a la cama, tirante. Holden, asustado, también se pone en pie. El plano muestra a los dos, de perfil, frente a frente. »La única forma de poseer a esas chicas era matándolas y funcionó. Se convirtieron en mis esposas de espíritu. Aún siguen conmigo. Tiene gracia, en la UCI no hay ningún sistema para alertar a los guardas. Tienen poca vista teniendo en cuenta la clase de gente que pasa por aquí. Podría matarte muy fácilmente, hacerte cosas interesantes antes de que vinieran a ayudarte. Así estarías conmigo en espíritu. Te invite muchas veces a visitarme pero aun así nunca pensé que fueras a venir. «¿Por qué estás aquí, Holden?», le pregunta. «No lo sé», responde.

Holden, tendido en el suelo, con un ataque de ansiedad.
Holden, tendido en el suelo, con un ataque de ansiedad.

Edmund sonríe. «Sí señor, esa es la verdad», dice antes de darle un abrazo. Holden, presa del pánico, sale de la habitación huyendo. La música de 'In The Light' vuelve a sonar ya en su rotunda parte central, mientras Holden apenas puede respirar y se tumba en el suelo con un ataque de ansiedad. Lo ha entendido: Edmund es ahora su único amigo.

La primera temporada de 'Mindhunter' está disponible en Netflix. La segunda se estrenará en agosto.

Vídeo. Un fragmento de la secuencia final.

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