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Miguel Herrán y Javier Gutiérrez, en primer plano, protagonistas de 'Modelo 77', y Fernando Tejero y el director Alberto Rodríguez detrás, en San Sebastián. Afp
San Sebastián arranca con el infierno de las cárceles españolas en la Transición

San Sebastián arranca con el infierno de las cárceles españolas en la Transición

Alberto Rodríguez mezcla drama carcelario y fábula política en 'Modelo 77', un filme rodado en la prisión barcelonesa que desprende autenticidad, pero que no se cuenta entre sus obras redondas

Miércoles, 21 de septiembre 2022, 10:56

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Estaba cantado que 'Modelo 77' iba a inaugurar la 70 edición del Festival de San Sebastián. Lo tiene todo: un director respetadísimo por la crítica, Alberto Rodríguez, un gigante de la interpretación, Javier Gutiérrez, y un tema importante que trasciende de lo puramente cinematográfico y echa la vista atrás hacia nuestra historia inmediata. El cineasta sevillano ha presentado casi toda su obra en el Zinemaldia: 'El factor Pilgrim', '7 vírgenes', 'La isla mínima', 'El hombre de las mil caras' y la serie 'La peste'. Ahora regresa de nuevo a la Transición para contar cómo se vivió ese periodo desde el interior de las cárceles. La legendaria Modelo de Barcelona es el escenario de este drama inspirado en hechos reales, que llegará el próximo viernes 23 de septiembre a las salas de la mano de Disney. Un filme que lo tiene todo para deslumbrar y que, sin embargo, no lo consigue.

Miguel Herrán protagoniza esta historia que arranca en febrero de 1976, tres meses después de la muerte de Franco. Un joven contable (Miguel Herrán) entra en prisión por robar en su empresa y se enfrenta a una posible pena de entre 6 y 8 años, un castigo desproporcionado para el delito cometido. Su compañero de celda es un veterano de vuelta ya de todo (un irreconocible Javier Gutiérrez con barba y gafas), que irá tomando conciencia poco a poco de que la democracia también tiene que penetrar entre los muros de la trena. Ambos se unirán a COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), un colectivo que reclama para los presos comunes los mismos beneficios de los que disfrutan los presos políticos, para quienes se promulgó una ley de amnistía.

Javier Gutiérrez y Miguel Herrán en 'Modelo 77'.
Javier Gutiérrez y Miguel Herrán en 'Modelo 77'.

El director se detiene en mostrar la dantesca vida en prisión: la brutalidad de los funcionarios, los chinches, el frío y la falta de unas mínimas condiciones higiénicas y sanitarias. La inexistencia de reinserción. En 1977, el sistema legal y penitenciario todavía era el mismo que en el franquismo, con una prisión preventiva en la que se daba una absoluta indefensión del reo. «No soy un delincuente», clama el personaje de Herrán, mientras sufre palizas y vejaciones. La única solidaridad llega de los compañeros de celda. La democracia es un término del que se ríen los guardianes, mostrados en la película como torturadores sin sentimientos. 'Modelo 77', programada fuera de competición, se adscribe así al género del thriller carcelario, aunque el objetivo de Alberto Rodríguez es trascender de los tópicos tipo 'Celda 211' para penetrar en los territorios de la fábula política y social.

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Los vientos de cambio en el sistema penitenciario español penetran gracias a la organización de presos políticos y a la toma de conciencia de reclusos muchos de cuales en aquella época eran analfabetos. COPEL logró que la opinión pública conociera el infierno que se vivía entre rejas gracias a llamativas actuaciones como motines, incendios, huelgas de hambre y autolesiones. La fuga de 45 presos de la Modelo el 2 de junio de 1978 fue el episodio más espectacular. El problema de la película es que la evasión tarda dos horas en llegar y se ventila en los últimos diez minutos. Una discutible decisión de un guion que, como reconoce Alberto Rodríguez, siempre tuvo claro que la fuga no era el clímax del relato. «La fuga es cómo se resuelve la película, un acto de justicia poética, allí donde no llegó la justicia real».

Vídeo. El tráiler de la película.

Al director sevillano le llamó la atención de que en un lugar como la cárcel, donde sus habitantes tienden a separarse, los protagonistas de esta historia se unieran. «200 personas se cortaron las venas para que entrara la prensa y la gente viera en qué condiciones vivían. Me parece una historia humana increíble», cuenta Rodríguez, que cuando empezó a escribir el guion en 2005 todavía no podía rodar en la Modelo porque la prisión seguía en funcionamiento (se cerró en 2017). Al autor de 'La isla mínima' esa época siempre le ha atraído. «Fue un momento en este país en el que podía suceder cualquier cosa, quizá sea en el que ha habido más sensación de libertad», defiende Rodríguez, que espera haber conseguido «una película muy entretenida, en la que el público se lo pase bien y vaya a casa haciéndose preguntas».

Javier Gutiérrez destacó en San Sebastián la autenticidad que otorga haber rodado en un escenario real con figurantes procedentes de barrios marginales de Barcelona como La Mina, algunos de los cuales habían pasado por las celdas de la Modelo. Según el actor, la Transición que hoy está en entredicho «tuvo más grises que blancos». «No corren buenos tiempos, ahí está el auge de la ultraderecha en Europa. Yo contemplo con envidia y admiración a un grupo de presos que tenía todo en contra, que sufrían palizas y vejaciones, pero que consiguieron su objetivo». El hecho de que la Modelo esté en el corazón de una ciudad también ayudó a dar a conocer sus reivindicaciones, apunta el actor. «Hoy las cárceles están todas en un páramo».

Fernando Tejero y Javier Gutiérrez en el tejado de la Modelo.
Fernando Tejero y Javier Gutiérrez en el tejado de la Modelo.

'Modelo 77' huele a Zotal y mugre, a Ducados y recorte de Interviú pegado a la pared. Demuestra que el ansia de justicia y libertad logra que a veces se unan personas que no tienen nada en común. Miguel Herrán y Javier Gutiérrez están perfectos, así como un Fernando Tejero sorprendentemente agrio y peligroso en un incómodo personaje. Pero la sucesión de putadas que sufren los protagonistas termina por agotar. Y cuando llega la fuga quizá ya es demasiado tarde para el espectador, que ha recorrido tres años de la Transición desde una celda. La Modelo, eso sí, ya se puede derribar porque tiene su película. «El tamaño de la cárcel era perfecto como reflejo de un país y una ciudad», se felicita Alberto Rodríguez. «El grito de libertad de un país acabó permeándose en su interior». En un momento del filme se escucha una frase brillante: «El derecho de todo preso es fugarse». También hay espacio para estallidos de humor, porque su autor no quería caer en los estereotipos. Y como ocurre en el cine carcelario, a los cinco minutos ya queremos que los protagonistas se fuguen. «No hay nada peor que tu tiempo le pertenezca a otro, por eso es fácil empatizar con estos personajes», concluye el director.

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