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Alfredo, el proyeccionista (Philippe Noiret), y su pupilo, el pequeño Totò (Salvatore Cascio), en la cabina de 'Cinema Paradiso'.
Regreso al 'Cinema Paradiso'

Regreso al 'Cinema Paradiso'

En cartelera ·

La película que mejor ha mostrado la nostalgia por la magia de la sala oscura vuelve a unos cines que reabren tras tres meses cerrados por la pandemia

Jueves, 25 de junio 2020

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Ni siquiera durante la Guerra Civil cerraron los cines, que sirvieron de refugio de la población y como medio propagandístico de ambos bandos. Solo el coronavirus ha logrado echar el telón durante tres meses a las más de 3.500 salas que existen en nuestro país. En su reapertura progresiva, nada mejor que recuperar una de las películas que mejor ha plasmado el veneno del celuloide. La distribuidora A Contracorriente ha resucitado 150 copias de 'Cinema Paradiso' «como una nostálgica celebración de la magia del cine y un auténtico homenaje a la exhibición».

Cuando 'Cinema Paradiso' se estrenó en España el 15 de diciembre de 1989 tuvo casi un millón de espectadores. Llegaba avalada por el Premio Especial del Jurado en Cannes, donde hasta el crítico más amargado acabó con lágrimas en los ojos en el pase de las ocho y media de la mañana. Acabaría ganando el Oscar en lengua extranjera. Su director, Giuseppe Tornatore, no ha vuelto ni de lejos a repetir el éxito de su segundo largo, que conjugaba un registro desvergonzadamente sentimental al contar el despertar a la cinefilia de un chaval en la Sicilia de los años 40 (Salvatore Cascio), pupilo de un desengañado proyeccionista encarnado por Philippe Noiret. Una cabalgata nostálgica por la memoria colectiva de varias generaciones crecidas en las salas de barrio, que a finales de los 80 ya cerraban en masa.

Antología del beso

Alfredo instruye a Totó en los secretos del oficio y le infunde el amor al cine. Cuando un incendio en la cabina de proyección le cuesta la vista al mentor, el crío le sustituye hasta abandonar el pueblo para regresar convertido en director de cine. Tornatore habla de sí mismo en una elegía autobiográfica, que describe una época y una forma de vivir tan desaparecida como la sala que fue lugar geométrico de los sueños. Porque los cines de pueblo, aparte de quimeras de celuloide, también albergaban el espíritu de una comunidad. Los franceses lo saben, y por eso casi todas las pequeñas localidades mantienen abierto su propio 'Cinema Paradiso' sufragado por el Estado.

El filme cuenta el despertar a la cinefilia de un chaval en la Sicilia de los años 40, pupilo de un desengañado proyeccionista

Oscar en lengua extranjera

Para José Luis Guarner -el mejor crítico de cine que ha habido en lengua castellana-, el alejamiento del público de las salas era otro signo de decadencia de la civilización occidental. 'Cinema Paradiso' rezuma nostalgia y pintoresquismo, pero resulta imposible no conmoverse para cualquiera que haya soñado en la oscuridad de una sala. Su parte inicial, que describe la vida en la Sicilia rural, contiene ráfagas del mejor Fellini costumbrista, el de 'Amarcord'. Su desenlace regala el montaje de trozos de películas que el curita local censuraba y que Alfredo iba pegando con paciencia a lo largo de los años. Una antología del beso en el cine que pone a prueba los lacrimales del más curtido. La secuencia en YouTube cuenta con más de 3 millones de visionados.

Vídeo. El tráiler de 'Cinema Paradiso'.

«La salud de la sociedad se refleja en el éxito de las películas», aleccionaba perspicaz Guarner, que no vivió para ver despoblado de cines el centro de las ciudades. Vittorio Storaro, el mago de la luz y las sombras ganador de tres Oscar, confesó una vez a este periodista que era hijo de proyeccionista: «¿Ha visto «'Cinema Paradiso'»? Pues yo era ese niño. Veía las películas desde la cabina de proyección, ese espacio mítico que parece condenado a desaparecer. Nunca escuchaba el sonido, creía que el cine era mudo, sólo imágenes. Mi padre soñaba con formar parte de esas imágenes que veía en la lejanía, entre el polvo en suspensión. Y depositó sus sueños en mí. Por suerte, sus deseos se convirtieron en los míos».

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