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Patricia López Arnáiz en el Festival de Málaga. Efe

Patricia López Arnáiz: «Hice crac después del Goya»

La actriz vitoriana se inspira en Edurne Pasaban para encarnar a una alpinista sin ganas de vivir en 'La cima', en los cines desde este 25 de marzo: «El amor a una misma es lo que te va a acercar a ser feliz»

Oskar Belategui

Málaga

Jueves, 24 de marzo 2022

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Patricia López Arnáiz (Vitoria, 1981) reconoce que jamás se jugará la vida escalando una montaña, pero que puede entender el vacío que siente un alpinista después de descender de la cumbre. Hace justo un año, todos los focos estaban puestos en la ganadora del Goya a mejor actriz protagonista por 'Ane'. Sin embargo, la resaca del premio no fue fácil. 'La cima', del bilbaíno Ibon Cormenzana, devuelve a los cines desde este 25 de marzo a la actriz alavesa, que se ha inspirado en Edurne Pasaban para componer a una escaladora de élite que, tras hacer los 14 ochomiles, se retira a una cabaña en la base del Annapurna para evitar enfrentarse a la vida real. Su salvación llegará de la mano de un alpinista primerizo (Javier Rey), dispuesto a subir a la cumbre de la montaña más peligrosa del planeta.

-¿Qué encontró en la vida de Edurne Pasabán para preparar su personaje?

-Empecé a investigar su figura y me encontré con titulares que hablaban de sus problemas. La idea que tenemos del éxito en el deporte y en el arte está muy manipulada. Nos fijamos en las victorias, en los focos, pero no sabemos qué le ocurre a una cuando vuelve a su casa. Solo vemos los logros profesionales. El éxito no deja de ser la mirada de otro, no es un lugar en el que tú te reconoces. El amor a una misma es lo que te va a acercar a ser feliz. Edurne da los detalles en su autobiografía, cómo hubo un desarrollo de su actividad en la montaña pero no en lo personal. Cuando vives ajeno a la cotidianidad de la gente que tiene su trabajo de lunes a viernes, lo íntimo lo desatiendes. Cuando Edurne regresaba, veía que sus amigas habían formado una familia mientras ella tenía la energía puesta en la montaña. Volvía y no se encontraba en ese lugar. También relata la relación que tuvo con un alpinista que tenía como una doble vida y que después de escalar volvía a su casa con su familia. Una historia muy dura.

Vídeo. Tráiler de 'La cima'.

-Pasaban cuenta ahora que ya no se juega la vida porque tiene a su hijo en casa.

-Claro. Ella ha vivido un encuentro con la vida. Nos pasa a todos. Te enganchas a una profesión de tal manera que dejas de atender otras partes de tu vida. Distribuir la energía no es fácil. Lo descubres cuando te pegas galletas por el camino. Mi personaje siente que la montaña se lo ha robado todo. Trabajamos el enfado con la montaña y después la reconciliación, que llega cuando no tienes una mirada tan deportiva y te fijas en el compañerismo. Haces cima desde otro sitio.

-Algo ha cambiado con los temas de salud mental. Gente popular empieza a hablar con naturalidad de sus problemas, de la depresión, de ir a terapia…

-Es que era un tabú. Todavía se juzga, dices que vas a un terapeuta y se piensan que es para alguien que esta muy loco. La terapia es un lugar de conocimiento y puedes recurrir a ella en situaciones críticas y no críticas. No nos cuidamos. El mercado se impone y la imagen está tomando un lugar muy potente en nuestra identidad. Con las redes sociales, vivimos de la publicidad de nosotras mismas. Cada vez nos lo estamos poniendo más difícil para encontrar un lugar de descanso.

-La pandemia nos ha afectado a todos.

-Por supuesto. He trabajado en dos proyectos con chicas adolescentes y he conocido de primera mano los problemas que están teniendo desde la pandemia: trastornos alimenticios, ansiolíticos… Tengo la sensación de que les abandonamos un poco. Hemos sido muy críticos con ellos, no empatizamos, a pesar de que hemos estado en su lugar. Hemos sido crueles con los jóvenes.

Patricia Löpez Arnáiz y Javier Rey en 'La cima'.
Patricia Löpez Arnáiz y Javier Rey en 'La cima'.

-Vive en un pueblo de Álava. Perderse en la naturaleza es importante para usted.

-Sí, me siento afortunada de poder vivir donde vivo. Llevo seis años allí, hasta entonces era una urbanita de Vitoria. Pero necesito mis dosis de ciudad, ¿eh? Me gusta mucho pasear por Vitoria los fines de semana, necesito ver personas.

-Pero no le han entrado ganas de jugarse la vida en las alturas.

-No. Edurne cuenta que fue una progresión: empiezas a ir al monte con tus amigas, escalas y poco a poco te enganchas. A mí me gusta la naturaleza, pero nunca he sentido el impulso del reto. Prefiero quedarme quieta.

-¿Cómo fue la resaca del Goya?

-No fue fácil. Venía de una época bastante estresante de trabajo. Iba de un sitio a otro, rodajes, ciudades distintas, pasar muy poco por casa, cuestiones personales que me tocaron mucho… Los picos de emoción de los premios sabes que tampoco son saludables. Fui estirándolo y los Goya eran el último hito antes de dejarme caer. Después me pasé una semana tirada en el sofá. Hice crac. Tuve que aterrizar y reconectar conmigo. Creo que los procesos orgánicos de mi cuerpo son más lentos que lo que mi cabeza quiere. Hasta el verano no me sentí bien. Ahora ya he empezado a trabajar pero noto que estoy en otro sitio.

-Tenía mucho temor a la exposición a raíz del Goya, a sentirse observada y perder la intimidad.

-Y no ha pasado nada. Era un miedo fruto del desconocimiento. Estaba floja de energía y sentía esa cautela. Pero sigo teniendo la misma vida de antes, superdiscreta. No me siento observada.

-Hace no mucho, una película de aventuras en la montaña hubiera estado protagonizada por un hombre.

-Una de las cosas que me atraían del proyecto era hacer de alpinista. Ahí está la mano de la guionista, Nerea Castro. Tienen que desaparecer los obstáculos para que haya mujeres en todos los departamentos. Cuantas más guionistas y directoras mujeres existan, más ganará el cine.

-¿Se considera en la cima de su carrera?

-Supongo que la cima de tu carrera es cuando sabes que tienes que empezar a descender. No estoy en la cima. Puedes subir al Gorbea, al Aitzgorri o al Annapurna. La reconoceré cuando quiera bajarme de ese carro

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