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'El pacto', cuyo mayor lastre era evidente, un guión demasiado trillado en todos los sentidos, supuso la puesta de largo de David Victori, premiado cortometrajista que contó con Belén Rueda en su debut, como si quisiera emular sin tapujos al exitoso J. A. Bayona, cuya carrera en pantalla grande tuvo similar arranque, con un filme con elementos sobrenaturales. El joven cineasta aprovechó su momento de gloria tras ganar un festival de piezas cortas celebrado en YouTube con el multipremiado corto 'La culpa'. El galardón supuso contar con medio millón de dólares destinados a crear contenido original online que derivó en la producción de 'Zero', un proyecto con ansia internacional respaldado por Ridley Scott y Michael Fassbender que apuntaba muy alto estéticamente y se antojaba el teaser de una posible película. Victori ha dado un interesante giro visceral en su segunda propuesta en formato largo, 'No matarás', presentada fuera de concurso con buen tino en el festival de Sitges que se celebra estos días frente a la pandemia. Mario Casas es el amo y señor de un tenso thriller donde defiende un registro alejado de su filmografía, un tipo corriente que se ve inmerso en una espiral de irracionalidad que le cambia como persona, con algunas escenas que destilan una agresividad aparentemente irremediable.
La debutante Milena Smit acompaña a Casas en el pesadillesco viaje, rodado con fortuna y cierto nervio, buscando lo sensorial. El popular actor comienza interpretando a un chaval con buenos modales, de medido temperamento, para derivar hacia el caos. Su camino hacia la destrucción entronca más con el tipo de personajes que ofrecen habitualmente al protagonista de la recomendable 'Grupo 7', cuya valía es notable. No se reconoce lo suficiente el talento de unos de los grandes valores de nuestra actual cinematografía en términos de taquilla. 'No matarás' se sitúa en la actualidad y reafirma la capacidad de Casas para meterse en papeles con dobleces. Estos días cuenta con otra recomendable película estrenada directamente en Netflix, 'El practicante', donde se mete en la piel de un maltratador. «Es el thriller que siempre he querido hacer«, ha comentado de la apuesta de Victori, quien «quería escribir una película en la que todo el mundo se viera arrojado a una experiencia que te atrapara lentamente, sin elección», según relata el director. «Una historia totalmente empática, que te obliga a estar allí, a pensar lo que él piensa, a sentir lo que él siente, a elegir antes de que el personaje elija. Ese es mi deseo, sobre el que he construido una trama para ser dirigida justo en esa dirección».
«Otro ingrediente en mis historias que me obsesiona, es el ritmo», continúa Victori. «Siempre que pienso en el origen de este oficio, imagino a una persona sentada cerca de una hoguera, rodeado por la tribu a la que pertenece, que espera pacientemente que les cuente esa historia de la que tanto han oído hablar. El hombre, o mujer, sólo se vale de su voz para captar su atención, pero si es un buen narrador no necesita nada más para trasladar a su público a miles de kilómetros de allí, haciéndoles viajar por infinidad de mundos, tanto reales como imaginarios. El director de cine es la evolución de esta figura, un narrador que cuenta con nuevas herramientas para construir un relato que gracias a la imagen y al sonido, incluyendo la música, y el ritmo, es capaz de multiplicar esas sensaciones y sumergir al público en una experiencia inolvidable. Aun así, y a pesar de esta evolución, parte del éxito de su historia, a mí entender, sigue siendo la misma que la de ese hombre primitivo: el control del ritmo interno».
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