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Marta Etura (San Sebastián, 1978) regresa este viernes a los cines con la segunda parte de la 'trilogía del Baztán', que profundiza en los traumas de Amaia Salazar. En 'Legado en los huesos', la inspectora de la Policía foral navarra creada por Dolores Redondo es madre –al igual que ha sido Etura– y exorciza los traumas de su pasado. La película se ha rodado al mismo tiempo que la tercera entrega, 'Ofrenda a la tormenta', que se estrena el 3 de abril.
–En 'Legado en los huesos', la labor investigadora de Amaia Salazar y su vida familiar se entremezclan por completo.
–Sí. Lo más importante de esta trilogía de thrillers es que la trama policial no es lo principal, sino una excusa para contar la vida de la protagonista. Los casos que investiga están entrelazados con su familia, su propio pasado y el del valle del Baztán. Hay muchas capas.
–Es como si Amaia purgara con su investigación todo lo que arrastra.
– Efectivamente. Sufre una herida muy grande de su pasado. Ella ha sabido verla y actuar al respecto, algo que no todos conseguimos. Por eso se ha hecho policía, porque en su día nadie fue capaz de protegerla del mal. Ahora que es adulta tiene herramientas para proteger a los indefensos. Y no hay nada más vulnerable que un bebé, por eso estos asesinatos le tocan en su herida más profunda.
–Y en medio de todo, la figura terrible de su madre (Susi Sánchez), que menos amor le dio de todo.
–Es la columna vertebral de la película: una madre que no amó a su hija. Amaia acaba de tener un bebé y está deseando amarlo para romper con ese legado. Quiere sacarse de encima ese pasado terrible. Todos tenemos miedo de haber heredado cosas que no nos gustan de nuestros padres, nos descubrimos repitiendo cosas que ellos decían.
–Habrá sido un placer rodar una película tan física, con lluvia, persecuciones, inundaciones...
–Ha sido muy gozoso. Toda la historia está contada a través de los ojos de Amaia, y eso es una delicia para una actriz. Una mujer herida, vulnerable, pero con mucha fuerza. Quería que se le viera en la mirada, porque ella es de pocas palabras. Ha sido un rodaje muy duro al filmar juntas la segunda y la tercera película, seis meses actuando doce horas al día. Sostener ese estado emocional tan intenso durante tanto tiempo ha sido complicado.
–¿Por qué se devoran las novelas de Dolores Redondo?
–Porque son muy ricas. Tienen una protagonista muy poderosa, llena de conflictos, que arrastra algo muy humano que tenemos todos: las heridas infantiles. Hablan de secretos familiares y, al mismo tiempo, se cuenta la historia de un valle en el que la religión y la mitología han convivido durante mucho tiempo.
–¿En qué ha cambiado la Marta Etura que llegó a Madrid con 17 años?
–Aquella era una Marta muy ingenua.Era una niña que venía de un pueblo, porque entonces Donosti era un pueblo. Descubrí otro tipo de vida y de gente. He crecido como actriz y como persona, aunque, en esencia, sigo teniendo el mismo deseo de entonces: crecer como actriz.
–Ha hecho realidad su sueño.
–Sí. Cuando llegas no eres consciente de qué significa este oficio. He tenido la suerte de no parar de trabajar en estos 22 años. La profesión y la industria también han cambiado mucho y tienes que ir adaptándote.
–Cuando no está de promoción, desaparece.
–Trato de controlar mi exposición pública. Además, cuando tienes un bebé que depende de ti le dedicas el cien por cien de tu tiempo. Me encanta leer y creo que en estos dos años solo he leído un libro... Le acuestas a la niña y a las diez mueres en el sofá.
–¿Ha cambiado la maternidad las prioridades de su carrera?
–Me gustaría que no cambiaran mucho. Creo que los bebés se tienen que adaptar a nuestra vida. Necesitas una adaptación mutua porque un hijo exige una disciplina para darle de comer, dormir... Si ahora me llega un proyecto de seis meses que me obliga a viajar lo pienso más. Debes generar una infraestructura para combinar las dos cosas. En el rodaje de 'Legado en los huesos' me llevé a mi familia, porque no concibo trabajar catorce horas y llegar a casa sin poder abrazar a mi niña y a mi chico, si no, me muero. Necesitas recuperar el afecto y la energía en este trabajo tan emocional.
exvicepresidenta de la academia de cine
conciliación
–¿Cómo fue la experiencia de ser vicepresidenta de la Academia del Cine?
–Me llamaron para ofrecerme el puesto. Cuando una ama su profesión intenta darle todo lo que puede. Yo entonces no tenía una familia y disponía de más tiempo. Me metí en la Academia con la intención de aportar mi granito de arena. Luego descubres que las decisiones se toman de manera democrática. Yo me quedé con la sensación de que mis aportaciones no llegaron a calar. Por ejemplo, tenía muchas ganas de proponer cosas nuevas para los Goya. Pero la gran mayoría no pensaba lo mismo. Me quedé con ganas de cambiar cosas que no pude. No repetiría, aunque nunca digas de este agua no beberé.
–¿En la política también le parece complicado cambiar las cosas?
–Es bastante frustrante tener a unos políticos que no son capaces de ponerse de acuerdo. Se supone que nos representan y que debemos respetarnos y entendernos. Queríamos escapar del bipartidismo y al final la situación no ha mejorado, se han generado extremos que a mí no me gustan. Los extremos, tanto a la derecha como a la izquierda, son malos. Casi siempre lo más saludable está en el equilibrio, pero para eso hace falta diálogo y respeto.
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