Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 19 de abril
David Trueba presenta 'A este lado del mundo' en el Festival de Málaga. Efe
David Trueba: «Somos el país desarrollado más incivilizado»

David Trueba: «Somos el país desarrollado más incivilizado»

El director y novelista, que compite en Málaga con 'A este lado del mundo', denuncia la situación de «colonizados audiovisuales felices» del cine español: «Hay que salirse del corral de Netflix, porque no somos gallinas»

Oskar Belategui

Málaga

Jueves, 27 de agosto 2020

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los seis Goyas que David Trueba ganó hace seis años con 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' en vez de afianzarle en la industria reforzaron su independencia en los márgenes. El director y novelista compite en el Festival de Málaga con 'A este lado del mundo', una película rodada casi en secreto y con un equipo de guerrilla que desde este 28 de agosto se puede ver en su página web. Su protagonista es un ingeniero (Vito Sanz) enviado por su empresa a Melilla para diseñar un nuevo modelo de valla que contenga a los inmigrantes. Su guía será una curtida guardia civil (Anna Alarcón) que le abrirá los ojos a una realidad que, según el director, fomenta el miedo y se utiliza electoralmente.

-¿Cómo es Melilla?

-Como todos los terrritorios de frontera, una fuente de narrativa muy potente. Nosotros crecimos más cercanos a la frontera norteamericana por las películas del Oeste, que nos calaban mucho. Pero resulta que tenemos una frontera muy extraña en nuestro propio país. Melilla no deja de ser una anomalía, una ciudad europea en África. Es algo muy llamativo y no suficientemente conocido para la media de los españoles.

-El protagonista, según afirma usted, podría haber votado a Ciudadanos. No quiere que haya una invasión de inmigrantes, pero tampoco que pongan concertinas en las vallas.

-Quiere no ocuparse del problema y al mismo tiempo no sentirse culpable si se está haciendo algo inhumano. Creo en la representación del español medio, al que le va la conveniencia. Alguien que no tiene una actitud frente a la inmigración, sino que quiere que sea algo que resuelva el estado por él, que no le manche, que no le afecte.

-La postura mayoritaria.

-En este asunto, sí. Quizá es la postura más entendible. Yo no quiero vivir en un país con una presión migratoria muy fuerte, pero tampoco sentir mi conciencia intranquila al ver episodios de crueldad desmesurada. Es la media en España, Europa y EE UU. Quería alguien centrado, apolítico, muy representativo de la España joven, cuya única preocupación consiste en cómo ganarse la vida, pues su vida se ha precarizado mucho.

-No quería hacer cine social con los tópicos del emigrante bueno que trata de cruzar la frontera.

-Una de las cosas más cargantes del cine social es que suele estar hecho por convencidos y para convencidos. Tiene muy poco efecto social. La grandeza de ese cine cuando está bien hecho es que conmociona porque te abre los ojos o te coloca en la piel de otro. Si está hecho desde una cierta facilidad no deja de ser como un sedante. Jean Renoir decía que los amos iban al cine a llorar con la historia de una pobre criadita embarazada; cuando volvían a casa despedían a su criada por quedarse embarazada. Además, con estos asuntos que se usan tanto electoralmente nos negamos a entender que el miedo de algunos es comprensible. Son cuestiones que atraen la atención de la gente y que hay que tratar con honestidad y voz alta. Escucharlas y preguntarte qué piensas.

-Es muy interesante el personaje de Nagore, guardia civil en la frontera, hija de un guardia civil asesinada por ETA.

-El protagonista solo quiere resolver sus problemas familiares y económicos, en contraste con alguien más turbio y ambiguo, que no sabes muy bien cuáles son sus intereses. Es una metáfora de la propia sociedad. Hay una parte limpia, bondadosa, con una mirada limpia sobre las cosas, y alrededor hay elementos que hacen negocio con la pobreza y el miedo. No olvidemos que las empresas que mejor cotizan en bolsa tienen que ver con la protección. Para eso hay que inocular el miedo.

-Ella representa a la gente que trabaja en la frontera, encallecida y quizás cínica ante tanto drama.

-Sobre ellos delegamos el trabajo sucio. Una de las sorpresas para mí fue descubrir que la gente que trabaja en Melilla es casi siempre voluntaria y tiene bastante conciencia. Se ve frecuentemente en situaciones muy difíciles de resolver para cualquiera de nosotros. Ese respeto cuando los conoces es mayor que cuando juzgas desde tu casa. Cuando estás lejos del problema lo ves fácil de resolver, al estar dentro te das cuenta de que no tiene solución. El ser humano tiene cuatro o cinco problemas que lleva miles de años sin resolver. Mejora la tecnología y la convivencia, pero el problema persiste. Y es que a lo mejor no tiene solución y tenemos que convivir con él y sobrevivir con dignidad.

Vito Sanz, un ingeniero enviado a Melilla en 'A este lado del mundo'.
Vito Sanz, un ingeniero enviado a Melilla en 'A este lado del mundo'.

-Tampoco sale muy bien parado en el filme el personaje del delegado del gobierno. ¿Qué le ha parecido la gestión de los políticos durante la pandemia?

-Han intentado que no salpique nada para poder presentar una hoja de servicios limpia. Y hay que arremangarse ante una situación inédita. Los mejores políticos son aquellos que honestamente han reconocido que no manejan todas las claves y han atendido a los científicos, a los sanitarios, a las personas con negocios en la calle y a los que tienen que dar clase. Les han escuchado para tratar de solucionar sus problemas. En un momento dado, parecía que el único problema que había en España era que se nos hundía el turismo. Y hay un problema mucho más grave: cómo van a empezar nuestros hijos el colegio. El turismo es importantísimo, nuestra fuente de financiación, pero cuidado. A los políticos les ha faltado priorizar y asumir que no tienen la respuesta para todo. La población también se tiene que responsabilizar, el gobierno no es papá. Por muchas ruedas de prensa diarias que des no solucionas el problema. Nadie ha hablado de la duración que va a tener esto. Va a requerir responsabilidad personal y una buena gestión.

-En ese sentido, ¿somos el país europeo con más contagios porque no tenemos remedio?

-Tengo un amigo que dice que somos el país desarrollado más incivilizado. Tiene que ver seguramente con nuestra situación geográfica, estamos al sur del sur del desarrollo, con un pie casi en la precariedad. Eso nos condiciona por nuestra forma de vivir, el clima… Casi siempre acabamos primeros en la lista de grandes fracasos. Nos comparamos con Suecia y Finlandia, cuando deberíamos tener la humildad de hacerlo con Sicilia, el sur de Portugal y el norte de África, que es lo que tenemos más cerca.

-Luego aplaudimos a los sanitarios y nos creemos la leche.

-Ese aplauso me parecía mentalmente muy saludable en aquellas circunstancias, pero cuánto se hubiese agradecido que en vez de aplauso hubiera habido preocupación por los quince años en los que se desmontó la sanidad pública.

Anna Alarcón encarna a Nagore, guardia civil e hija de un miembro del Cuerpo asesinado por ETA.
Anna Alarcón encarna a Nagore, guardia civil e hija de un miembro del Cuerpo asesinado por ETA.

-En 2014 ganó seis Goyas con 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'. Desde entonces ha dirigido documentales y películas al margen de la industria.

-Sí. 'Vivir es fácil…' también era una película modesta. Siempre me he movido en ese territorio, pero ahora incluso más, porque la industria se ha hecho más poderosa. A medida que el cine español ha triunfado más se han apoderado de él el dinero y los que quieren decidirlo todo porque lo saben todo. Te haces más independiente. Yo empecé a hacer cine en los 90, cuando existían leyes que permitían existir a pequeñas productoras. Directores veteranos podían producir películas a jóvenes cineastas. Así debutamos Icíar Bollaín, Alejandro Amenábar, Álex de la Iglesia, Julio Medem, Juanma Bajo Ulloa… Yo ahora no lo veo. Habría que hacerse muchas preguntas de por qué eso no existe. Mis decisiones han sido radicales porque necesitaba hacer esas películas, cada una por razones muy particulares. No les culpo. Si yo perteneciera a la industria también diría qué buen momento, podemos mandar, decidir quién trabaja y quién no.

«Los mejores políticos son aquellos que honestamente han reconocido que no manejan todas las claves»

crisis de la pandemia

«Cuando una película española es taquillera, parte de sus ingresos van a EE UU, incluso '8 apellidos vascos'»

colonización

-Ha asumido ese papel para no batallar con las televisiones.

-Exacto. Yo no soy un recién llegado, me conozco el percal. Sé la cara que me van a poner en un despacho. Gonzalo Suárez hablaba de películas de hierro. Estas dos últimas son mis películas de hierro. Todo empezó con la serie de Jorge Sanz, que la empecé por mi cuenta porque nadie contaba con él. Eso me enseñó que en la vida cuando nadie cuenta contigo es precisamente cuando tienes que hacer las cosas.

-¿Le gusta esta nueva realidad audiovisual, donde estamos obnubilados por las plataformas? Usted ha sido crítico con su falta de pluralidad y su elusión fiscal.

-Nos sale el lado papanatas. Oímos Netflix y salivamos de gusto. Mucha gente me dice, oye, será estupendo que hayan llegado estas plataformas, ¿no? Y les contesto: si producen tus películas y series, sí. Si no lo hacen se te hace la vida más difícil, porque tienes un rival mucho más poderoso. Son corrales: la gallina que está en un corral piensa que ese es el mundo. El que paga la tarifa de Netflix o Amazon cree que todo el cine y la televisión que se hace es el que ellos ofrecen. Y la verdad no es así. Hay que salir del corral porque no somos gallinas.

-Sus películas no están en Netflix, no usa WhatsApp, no está en redes sociales… ¿Es una forma de resistencia?

-No estoy en redes porque valoro mi tiempo. Mis películas están en mi página web y allí se pueden alquilar. Si las plataformas no te pagan ni invierten en lo que haces tampoco me parece que tengas que cedérselas. Busco mi propio modelo para sobrevivir haciendo lo que me gusta. Soy un poco crítico con la actitud de colonizados audiovisuales felices. Prefiero la posición de Francia. Las tres principales distribuidoras son francesas y pagan impuestos en su país, así una película francesa de éxito deja allí sus beneficios. Cuando una película española es taquillera si miras la distribuidora siempre es Universal, Warner, Sony… El 30% de sus ingresos se vuelve a EE UU, incluso de 'Ocho apellidos vascos'. Es triste que incluso cuando el cine español tiene éxito parte de sus beneficios se vayan a EE UU. Eso lo llamo yo colonización, no tiene otro nombre.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios