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Fue inevitable arquear la ceja cuando se anunció el proyecto: 'Voy a pasármelo bien' sería una película musical inspirada en los clásicos que Hombres G dejaron a su paso entre mediados de los ochenta y principios de los noventa. Afortunadamente, David Serrano, director y coguionista de la propuesta, pasa el examen con nota en esta cinta acerca de la amistad y el amor, que cuenta la historia de David y Layla, dos adolescentes, amantes de los Hombres G, que se gustan pero no acaban de dar el paso. Treinta años después, sus destinos vuelven a cruzarse por aquellas calles de Valladolid en las que bailaban y cantaban temas como 'Sufre mamón', 'Venecia' o 'Marta tiene un marcapasos'. Izan Fernández y Renata Hermida Richards dan vida a los pipiolos David y Layla, que en su versión adulta, y más gris, son encarnados por Raúl Arevalo y Karla Souza.
Entrañable y llena de buen rollo, la película, que llega este viernes a la cartelera, desprende un cariño gigante hacia unas canciones y un grupo que siempre han estado ahí, formando parte de nuestra banda sonora vital. Fue el productor Enrique Lavigne quien, hace ahora cuatro años, se puso en contacto con David Summers (Madrid, 58 años) para presentarle el proyecto. «Estaba superilusionado. Tenía muchísimas ganas de hacer una película musical con nosotros y le vi tan convencido…», recuerda David. El bajista y vocalista de la formación habló con el resto de la banda y enseguida empezaron a trabajar en una cinta que, entre otros problemas, tuvo que afrontar el parón por la pandemia. «Hemos estado muy implicados desde el principio porque queríamos estar seguros de que era un producto de máxima calidad», explica David, que atribuye todo el éxito de un largometraje con grandes dosis de nostalgia al equipo «que se ha dejado la piel en el proyecto».
Poco tiene que ver 'Voy a pasármelo bien' con las dos películas que los propios Hombres G protagonizaron a finales de los ochenta, 'Sufre mamón' (1987) y 'Suéltate el pelo' (1988), dos gamberradas dirigidas por Manuel Summers, padre del cantante. «Fueron rodajes muy divertidos. Nosotros éramos unos chavales. Girábamos, grabábamos discos y, de pronto, ¡acabamos rodando dos películas! Superó todos nuestros sueños», comenta el guitarrista Rafa Muñoz. Eso sí, nadie les había dicho todo el trabajo que había detrás de un largometraje. «No sabíamos que había que madrugar todos los días», dice divertido Daniel Mezquita, segundo guitarrista de la formación. «Y algunos días para no hacer nada; para estar esperando», continua Rafa con una sonora carcajada.
La experiencia, en todo caso, fue muy positiva. A ello ayudó, sin duda, que el rodaje fuera muy familiar. Los amigos del cuarteto, por ejemplo, salían como extras en la cinta e incluso la gente del barrio tuvo sus segundos de gloria en la pantalla. «Había extras que daban la vuelta a la manzana veinte veces, como en las películas de romanos», sostiene Javier Molina, batería de la banda. Además, «aprendimos un montón de cosas. Además Manolo nos dejaba hacer lo que nos salía de los huevos. Podíamos improvisar, cambiar cosas del guion y, normalmente, le parecía bien, se descojonaba de la risa», detalla.
Recuerda David que su padre quería que la cinta «fuera muy natural» y asegura que las películas «reflejan cómo éramos nosotros de verdad en aquella época, así de gilipollas», comenta entre risas. A su juicio, tienen además una gran virtud y es que han resistido «muy bien» el paso del tiempo. «No se ven antiguas y eso es porque tienen mucho del cine de mi padre, a pesar de que está basada en nuestra historia y en nuestras canciones».
En este sentido, Rafa está convencido de que 'Voy a pasármelo bien' también pasará el examen del tiempo. La cinta toma una decisión estética tan simple como efectiva: utilizar la luz y el brillo del verano para contar la historia de los chavales y el gris otoñal para explicar lo que acontece cuando los personajes son adultos. ¿Es acaso eso envejecer? «Un poco sí», contesta Rafa. «Cuando eres joven, todo brilla más», afirma contundente Javier. «Así es, la vida te va dando golpes. Nosotros somos unos privilegiados porque lo hemos pasado realmente bien en estos últimos 40 años, pero es cierto que la vida se va tiñendo un poco de gris, de invierno», dice David, que asegura no ser nada nostálgico: «Siempre pensamos que lo mejor está por llegar y que el mejor momento es el presente. Somos conscientes de que tenemos un pasado glorioso, como el Real Madrid, pero hay que ganar la Liga y la Champions cada año».
Hasta en dos ocasiones se aborda en la película, medio en broma medio en serio, el asunto de si los Hombres G eran un grupo pijo o no. Cualquiera diría que tienen la espinita clavada. «Nunca en la vida fuimos pijos, de verdad», responde contundente David. «Éramos gente de un barrio muy normal, gente de clase media, no eramos ni macarras ni aristócratas, lo que pasa es que como en aquellos años había una imagen muy siniestra y todos los grupos salían con unos peinados raros, y crucifijos, y eran todos muy enrollados y nosotros íbamos con una camiseta... Éramos los pijos, pero realmente ni fuimos a regatas, ni jugábamos al polo ni íbamos a discotecas de pijos», sentencia. «Huíamos», afirma Daniel.
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