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Daniel Calparsoro, en el rodaje de 'El silencio de la ciudad blanca'.
Daniel Calparsoro: «Es liberador ver un ertzaina en una película que no es política»

Daniel Calparsoro: «Es liberador ver un ertzaina en una película que no es política»

El director de 'El silencio de la ciudad blanca' se sintió atrapado «por el mundo mágico y ancestral» de la novela de Eva García Sáenz de Urturi

Martes, 22 de octubre 2019

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Daniel Calparsoro (Barcelona, 1968) irrumpió como un huracán en el cine español con 'Salto al vacío' hace veinticinco años. Aquel 'enfant terrible' es hoy uno de los directores más ocupados. A punto de estrenar 'El silencio de la ciudad blanca', rueda estos días un thriller de atracos. En una pausa del rodaje atiende a EL CORREO y se confiesa feliz de haber podido hacer una intriga sin ningún tipo de vinculación política y social: «Yo la vi como una especie de 'El Código da Vinci'».

-¿Qué le atrajo de la novela?

-Leí antes el guion. La novela me la devoré en dos días. Vi el potencial de hacer un thriller contemporáneo, un género que me encanta. Me atrajo la posibilidad de hacer una especie de 'Código Da Vinci', un tipo de película que siempre he querido hacer como director con todas las dificultades que entraña. Por un lado, la novela ha sido un gran éxito y por otro el libro genera un mundo propio, el de Eva García Sáenz de Urturi, que es muy original. A mí me gustaría ver esta película.

-¿Qué se puede contar de nuevo en el género del asesino en serie y los policías que tratan de darle caza?

-Yo he intentado trasladar las emociones que sentí leyendo la novela, hacer un thriller con muchísimo ritmo que te atrape. Quiero que el espectador no sepa qué va a pasar, desarrollar la intriga en el sentido más clásico de la palabra, y mezclarlo con ese mundo mágico y ancestral. Y en medio de todo eso, una historia de amor, un trío con dos amantes desesperados y un tercer personaje. No es una película con un comentario social o político ni te quiere contar una gran verdad. Habla de sentimientos.

-Y como guía, Kraken, ese inspector de la Ertzaintza amargado y obsesionado.

-Es un personaje muy potente. Javier Rey ha llevado muy bien el peso de la película sobre sus hombros. Tiene la capacidad de transmitir honestidad, se convierte en ese tío duro pero desvalido en el fondo. Me gustaba también la idea del policía que intenta resolver un crimen para redimirse, sus emociones le convierten en un hámster que da vueltas en una rueda, no sabe adónde va. De ahí la secuencia de la persecución en los tejados de la Catedral Nueva, todos dando vueltas sin llegar a ninguna parte. Son elementos muy clásicos, salvando las distancias remiten al cine de Hitchcock.

-Vitoria es esencial en el filme. ¿Le ha divertido convertir en antesala del infierno una tranquila capital de provincias?

-Aunque sea la capital de Euskadi, Vitoria siempre ha sido una capital menor de alguna forma. Pero cuando empiezas a conocer la ciudad en profundidad descubres muchos elementos que la pueden elevar a ser la antesala del infierno, como tú dices. Sería un nexo de unión entre la Antigüedad y el mundo moderno. He fotografiado Vitoria para ensalzarla. Y además, he tenido la suerte de tener un gran reparto: Belén Rueda está excelente, me gustaba la idea de una mujer empoderada que lleva las riendas y se aprovecha del inspector desvalido; Àlex Brendemühl hace un trabajo de cirujano encarnando a dos gemelos; Aura Garrido es mágica, porque con poco hace mucho; y Manolo Solo desarrolla a un periodista muy inteligente con muchas cuentas pendientes.

-Contó con una ciudad entregada durante el rodaje.

-Vitoria se volcó. El Ayuntamiento, la Diputación, los blusas… Para los vitorianos, la novela ha sido algo muy importante como ciudad. En las redes sociales decían quién era mejor para cada papel, porque sentían como suya la película. Nos han apoyado muchísimo y creo que van a estar muy contentos cuando la vean.

Daniel Calparsoro, en los tejados de la Catedral Nueva vitoriana.
Daniel Calparsoro, en los tejados de la Catedral Nueva vitoriana.

-Regresa al thriller, su género favorito.

-Sí. Es el género que más me gusta, tanto si es oscuro, social, de acción o con humor. 'El silencio de la ciudad blanca' aspira a que te lo pases bien como espectador, algo difícil de conseguir. Compites con otro tipo de cine y no es fácil. Creo que la persecución en la catedral es una de mis mejores secuencias de acción.

-Vemos furgones de la Ertzaintza en las calles de Vitoria y no estamos en un filme político. Cómo han cambiado las cosas.

-Ya era hora, ¿no te parece? Antes un coche de la policía en las calles de Euskadi significaba algo político. Eso ha sido muy liberador, se ha producido de manera natural. El protagonista es un ertzaina y no tiene ninguna vinculación con la política ni con lo que ha sido el conflicto vasco. Pasamos página.

-¿Su fascinación por la violencia viene de haberse criado en San Sebastián en los 80?

-Sí. Aunque 'El silencio…' mezcla el mundo mágico y el contemporáneo, no solo descansa en la violencia.

-Rueda 'Hasta el cielo', una cinta de atracos.

-Es una historia sobre los chavales que viven a la sombra de esos grandes rascacielos que se construyen y ven que se tienen que tomar la ley por su mano para conseguir lo que el resto de la sociedad consigue por otros medios.

-Si no es el director más ocupado del cine español, lo parece.

-Que siga así mucho tiempo. Ahora todo el mundo está muy ocupado, hay un boom de rodajes gracias a las plataformas, una gran demanda de ficción. Hay que alimentar al monstruo.

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