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Mel Gibson, en un fotograma de la película.
El crepúsculo del cine policiaco en 'Dragged Across Concrete'

El crepúsculo del cine policiaco en 'Dragged Across Concrete'

Festival de Sitges ·

Mel Gibson y Vince Vaughn se enfundan, una vez más, el uniforme de policía en esta vuelta de tuerca al concepto de buddy-movie dirigida por S. Craig Zahler

Miércoles, 10 de octubre 2018

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La programación del arranque y primer fin de semana de la 51ª edición del Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, venía cargada de esperados estrenos y sonado cine de autor, pero entre semana la parrilla no se está quedando coja en absoluto. El esperado pase de 'Dragged Across Concrete' ha superado las expectativas de la legión de aficionados del cine de S. Craig Zahler, un individuo con pinta de rockero trasnochado, con coleta y aspecto de bonachón, siempre vestido de negro, que guarda en su interior toneladas de cine y rabia.

El director estadounidense se ha convertido en una presencia habitual en el certamen catalán, donde sorprendió sobremanera con su ópera prima, 'Bone Tomahawk', y agitó el auditorio principal el pasado año con su siguiente propuesta, 'Brawl in Cell Block 99', con Vince Vaughn en la piel de un tipo duro que acaba reventando cabezas en una cárcel espeluznante en su deseo de venganza.

En esta ocasión el polémico actor, aficionado a las juergas más de la cuenta, comparte estrellato con el mismísimo Mel Gibson, dando una vuelta de tuerca al concepto de buddy-movie. Si en 'Sin perdón' el sempiterno Clint Eastwood revisitaba el western con aire crepuscular, aquí el protagonista de 'Mad Max' hace lo propio delante de la cámara, encarnando a un policía a las puertas de la jubilación que no se adapta a los nuevos tiempos y tiene una calidad de vida similar, por no decir peor, que los delincuentes de poca monta que persigue y atrapa. Dejar atrás una triste existencia familiar le empuja a la corrupción, quiere cambiar de barrio, pero los ideales siguen ahí, dando pie a sentimientos encontrados.

En 'Dragged Across Concrete', acogida con fervor por los más cinéfilos en Sitges, vista también en Venecia, su director homenajea a un tipo de cine que ya no existe. Lo hace puliendo su estilo técnicamente, martilleando al espectador con unos diálogos certeros que no se cortan un pelo y un ritmo sublime para una película de 159 minutos que se hace corta. La palabrería de los personajes busca el tono, cómico por momentos, con puntos de humor negro y sarcasmo que permiten que el público respire de vez en cuando ante un demoledor retrato de la decadencia humana con forma de western urbano, en cuyo fondo laten el machismo, el racismo y el clasismo imperante, problemas que, por desgracia, suelen ir unidos. El paralelismo entre los antihéroes de la función, perdidos en una sociedad contradictoria, y los criminales con los que se enfrentan es escalofriante. El envoltorio de thriller es la excusa para plantear muchas más cuestiones que engrandecen el simple entretenimiento, con instantes que se ríen de la propia corrección política y señalan la violencia sobre la que construye un país, EE UU. Quizás estamos ante ese filme que Quentin Tarantino no se atreve a rodar. La influencia del responsable de 'Pulp Fiction' es evidente. Hay suciedad en cada plano, se huele el miedo a lo convencional, se respira mala uva.

Entre el bien y el mal

Personajes entre el bien y el mal caminan por zonas grises en 'Dragged Across Concrete', que cuenta con algunos momentos para el recuerdo protagonizados un Mel Gibson al que le pesa la pistola. Su conciencia le lleva por caminos equivocados. Tras una detención donde a ambos policías se les va la mano -Vaughn también se marca un papelón-, son suspendidos de servicio y sueldo durante varios meses. Para escapar de un mundo que se resquebraja, el sueño americano triturado, deciden aprovechar un soplo para sacarse un dinero extra que cambie su estatus de vida. Las escenas de tiroteos están rodadas como debe ser, con tensión y una clara descripción del espacio, incluyendo estampas de un Gibson poderoso que da un paso importante en su carrera aceptando su condición, ofreciendo a sus seguidores algunas imágenes icónicas brutales. Eso sí, los roles femeninos no pasan de secundarios, situación que merece un capón aunque refleje la triste realidad que nos rodea, donde la mujer es zarandeada a diario.

S. Craig Zahler, presente en el evento catalán por partida doble (firma el guión de la nueva entrega de una serie impagable, 'Puppet Master: The Littlest Reich'), es un cineasta muy a tener en cuenta, sobre todo si hablamos de cine de género. Abrió fuego con fuerza fusionando el western y la aventura con las didácticas películas de caníbales en la inspirada 'Bone Tomahawk', Premio al Mejor Director y Premio de la Crítica en Sitges en 2015. Se antoja oportuno rescatar esta propuesta bravucona, en la línea de la inefable 'Los odiosos ocho' de Tarantino, a la que el tiempo le dará la razón, con más diálogos que acción. Este debut de modesto presupuesto deja un excelente sabor una vez reposado. Su excesivo metraje se olvida y el espectador se queda con el maremágnum de sensaciones de un filme protagonizado por un grupúsculo de personajes entrañables bien dibujados. La trama transcurre en 1850, en un pueblo del salvaje Oeste donde un sheriff excéntrico (Kurt Russell), se une a un vaquero descarado (Patrick Wilson) y un anciano despistado (Richard Jenkins) para salir en busca de una mujer (Lili Simmons). Nadie se libra de una sorpresa final abracadabrante.

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