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Clint Eastwood en el rodaje de 'Richard Jewell', la historia de un vigilante de seguridad que alertó de un atentado en Atlanta 96.
Clint Eastwood: «Me parece un misterio que haya celebridades que no sean actores»

Clint Eastwood: «Me parece un misterio que haya celebridades que no sean actores»

A sus 89 años, el último realizador clásico de Hollywood vuelve a retratar a un héroe americano real en 'Richard Jewell'

maría estévez

Los Ángeles

Jueves, 2 de enero 2020

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Clint Eastwood vuelve a ponerse tras las cámaras a sus 89 años para contar la historia real de Richard Jewell, el guardia de seguridad que encontró un artefacto terrorista en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996 y cuya profesionalidad permitió salvar muchas vidas. Sin embargo, en cuestión de días el aspirante a policía pasó de héroe a sospechoso número uno del FBI.

'Richard Jewell' ha levantado una enorme controversia en EE UU por apuntar con el gatillo de la cámara a los medios de comunicación y en particular a la reportera del 'Atlanta Journal' Kathy Scruggs, representada en pantalla por Olivia Wilde, a quien se retrata como una mujer que intercambia información por sexo. Eastwood se inspira de nuevo en un héroe americano real, como ya hizo en 'El francotirador', '15:17. Tren a París' y 'Sully'.

–Parece decidido a contar historias sobre hombres ordinarios en circunstancias extraordinarias. ¿Héroes de la vida real?

–Me siento atraído hacia este tipo de historias reales. Creo que es una gran tragedia americana lo que sucedió con Richard Jewell, porque todo el mundo fue a por él. Espero que esta película le exonere de una vez. Fue la primera vez que Atlanta había tenido algo importante en su ciudad, estamos hablando de unos Juegos Olímpicos. Y de pronto, a los tres días, ocurre este terrible ataque. Se vieron obligados a encontrar un sospechoso. Todo el mundo se vendió. Le vendieron y no le ofrecieron ni siquiera la base del sistema americano. El FBI y los medios no fueron amables, eso demuestra que la gente buena puede hacer mal las cosas. Richard Jewell era la típica persona que recibía palos.

–¿Cree que se le ha hecho justicia?

–Me alegra saber que Atlanta va a poner una placa en honor de Jewell en el parque Centennial. Yo también le dedicaría una calle a su nombre. Se merece mucho más, esta es una historia que merece ser contada. Quería rodar esta película como fuera, he vendido muchas almas al diablo para conseguir hacerla.

–¿Por qué le convirtieron en chivo expiatorio?

–Creo que no deberíamos extraer conclusiones rápidamente, sino volver a la idea de que uno es inocente hasta que se demuestra su culpabilidad. Eso no ocurre en algunas situaciones. Desde luego, no fue su caso. Le acusaron sin ninguna posibilidad de defenderse.

–La cinta se centra la caída en desgracia de Jewell a partir de que la prensa le considera responsable por el atentado y los agentes del FBI empezaron a investigarle. ¿'Richard Jewell' es una mirada crítica al periodismo y las 'fake news'?

–Esta es una película centrada en un personaje, en una víctima, pero no es una historia en blanco y negro, ni de hombres contra mujeres. Lo que le ocurrió a Richard Jewell podría haberle pasado a cualquiera, y eso hay que defenderlo. La gente debe ver esta historia y entender que no debería repetirse. Todos somos responsables de cuidar de la gente que se ve en esta situación.

Jon Hamm, Ian Gomez y Paul Walter Hauser en 'Richard Jewell'.
Jon Hamm, Ian Gomez y Paul Walter Hauser en 'Richard Jewell'.

–Llevaba tiempo queriendo rodarla.

–Sí, cuatro años. Si no la he rodado antes ha sido porque estaba esperando a los actores adecuados. Tenía que contar con el equipo necesario.

–¿Qué siente ahora que la ha terminado?

–Ya sabes lo que dicen: mejor tener suerte que ser bueno. He sido muy afortunado porque he contado con un gran elenco y un gran equipo de producción tras las cámaras. Si hay algo que me maravilla en la vida es empezar de cero y convertir ese número en algo.

–¿Se enfrenta con la misma filosofía al realizar una película de héroes?

– He hecho películas sobre música country, jazz y pop. Me fascina rodar películas sobre héroes. Esta ha sido fácil porque los protagonistas me lo han puesto fácil.

–Si tuviera que empezar ahora su carrera, ¿cómo llevaría la presión de los medios y el escrutinio del público?

–Cuando yo empecé, los actores teníamos una enorme ambición y peleábamos por los personajes. Hoy en día los actores se quedan en casa y en internet escriben sobre ellos para poder convertirlos en una celebridad. La fama forma parte de este negocio igual que antes, pero el camino es diferente. Ahora hay celebridades profesionales que no son actores, y eso para mí es un misterio.

–¿Es la amistad importante en su vida?

– Sí. Por supuesto. Tengo ciertos amigos a quienes veo de vez en cuando y que conozco desde hace años.

–Es usted consciente de cómo le percibe el publico.

– Sé la imagen que tengo y me divierte jugar con ella en las películas que interpreto. Si has protagonizado un cierto numero de filmes con el mismo tipo de personajes acabas creando un arquetipo para el público. Luego puede que encajes o no encajes en esa imagen, pero yo disfruto jugando con ella.

Paul Walter Hauser en 'Richard Jewell'.

Integridad frente a la turba

OSKAR BELATEGUI

Richard Jewell pasó de héroe a villano cuando unos medios hambrientos de escándalo le apuntaron como el principal sospechoso de haber colocado una mochila con explosivos en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Obeso, simplón y sin carisma, Jewell contactó con un abogado antisistema para intentar limpiar su nombre ante una instituciones que tampoco tuvieron piedad con él. Un material idóneo para Eastwood, que en la misma película alterna géneros como la intriga policíaca, el drama judicial, el melodrama, el biopic y hasta la comedia con la facilidad que otorga saberse el último clásico vivo del cine americano.

Le ayudan un grupo de actores soberbio con Paul Walter Hauser al frente, que ya robaba todas las escenas en 'Yo, Tonya'. Jon Hamm, Sam Rockwell y Kathy Bates brillan junto a Olivia Wilde, que encarna a la villana de la función, una reportera sin escrúpulos dispuesta a todo por una exclusiva.

Eastwood vuelve a apostar por el individuo frente a un sistema ineficaz (la administración Clinton), por la verdad y el principio de autoridad frente a los prejuicios y la voracidad de una sociedad mostrada como una turba desquiciada, que solo busca héroes a los que linchar al día siguiente.

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