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Charles Chaplin y Jackie Coogan, en un fotograma del filme.

'El chico', un chaval que cumple cien años

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'El chico', de Charles Chaplin, un filme con un siglo de historia, se reestrena este viernes. En este filme de tintes autobiográficos el cómico forjó su mito de vagabundo

Jueves, 4 de febrero 2021

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No hay un solo momento aburrido en todo el metraje de 'El Chico' (1921), una de las mejores 66 películas de Charles Chaplin. Es el filme en el que el genio del humor invirtió más medios, y el resultado salta a la vista. Rodó durante un año seguido para alumbrar los noventa minutos de una película que sirvió para encumbrar a la pequeña estrella Jackie Coogan, que luego brillaría en la serie de televisión 'La familia Addams'. Por eso de que es todo un clásico, una obra de arte en la que gastaron 150.000 metros de negativo, 'El chico' se volverá a exhibir cien años después de su creación. A Contracorriente Films rinde el mejor homenaje que se podía tributar a la cinta y la proyectará un siglo después en pantalla grande en 89 cines de las principales ciudades españolas. La copia que se mostrará es una impecable versión restaurada en 4K.

La producción es importante no solo por sus valores artísticos, sino porque es el filme en el que Charlot define por completo su indumentaria, un extraño híbrido entre perfecto caballero y desolado vagabundo que será todo un icono del siglo XX. 'El chico' es un melodrama de tintes autobiográficos. El paisaje arrabalero que aparece en pantalla se parece mucho al miserable barrio de Kesington donde Chaplin vivió su niñez. No en balde, la fracasada marcha del niño al orfanato está inspirada en la vida del cómico.

Repudiado por un padre alcohólico, Chaplin vivió su infancia atenazado por la angustia de ver cómo su madre era ingresada en un sanatorio. Temeroso de que lo capturara la policía, ese niño de nueve años deambulaba desconsolado, pegado a las tapias. Como el mismo dijo en sus memorias, creció en «lo más ínfimo de la sociedad». La película trasluce el momento de madurez por el que pasa el cineasta. En lo personal, la cinta se rueda en un periodo turbulento, cuando Chaplin está enzarzado en un litigio para divorciarse de Mildred Harris, lo que hizo que su realización fuera accidentada. Para sortear el embargo, el hermano del cineasta, Sidney, y su criado japonés, Kono, huyeron en una camioneta con el negativo del filme hasta Salk Lake City, un territorio de los mormones donde no llegaba el brazo de la justicia. Adiós a la confiscación. Una vez acordado y sellado el divorcio, Chaplin se enredó en arduas negociaciones con los productores. Al final le pagaron por los seis rollos (lo habitual eran cuatro) 600.000 dólares, una cifra cuantiosa, si bien la película rindió lo suyo en taquilla. Fue un éxito a escala planetaria.

Folletín decimonónico

'El chico' es un drama con final feliz, un folletín del XIX con aromas de Charles Dickens. Cuenta la historia de una mujer joven, Edna (interpretada por Edna Purviance) que da a luz a un hijo que no quiere. Con todo el dolor de su corazón, abandona a la criatura dentro de un elegante automóvil de una familia rica. Sin embargo, unos delincuentes roban el coche y dejan al bebé en una esquina de un barrio marginal. Hasta que un despreocupado vagabundo, nuestro héroe Chaplin, adopta al niño y lo cría. A la postre, el cómico brinda al público una película amarga, no del agrado de todos. ¿A cuento de qué venían esos lagrimones? ¿Cómo es que el hombre que había hecho reír a carcajadas al respetable se adentraba en esos dramones sombríos? Los hechos le dieron la razón a Chaplin. Quienes creían en la infinita prosperidad de EE UU se dieron de bruces con un crac económico unos años después, en 1929.

La crudeza de los hechos de que habla la producción se dio también en el rodaje. Edna Purviance llegaba al trabajo borracha perdida. No acertaba una. Sus yerros eran tantos que Chaplin a punto estuvo de reemplazarla por Lita Grey, actriz con la que el director había estado casado.

Cuenta François Truffaut que Chaplin se libró de la locura, de la que no escapó su madre, gracias a unas dotes de mimo que desplegó con enorme éxito en el cine. Cuando se convirtió en un potentado adornado por la fama, no le queda más remedio, obligado por los años o por pudor, a desprenderse del vagabundo que llevaba dentro. Por eso «tiene que cambiar de mito para seguir siendo mítico». Es entonces cuando encarna a un dictador o da vida a un rey en Nueva York.

La película rezuma verdad. No es el único cineasta que ha descrito lo que es pasar hambre, pero el haberla padecido confiere a su relato un plus de verosimilitud. La pobreza, la injusticia, la caridad impostada adquieren contornos precisos y reales.

Asediado por una avalancha de 73.000 cartas de admiradores

Cuando se rodó la película, Charles Chaplin estaba en trámites de divorcio de su mujer, Mildred Harris, una modesta figuranta que en las nupcias tenía solo 16 años. La separación supuso un escándalo y trastocó algunos planes del cineasta. Con todo, la cinta supuso la cumbre para el director en la conquista de la fama. Su viaje por Europa, a finales de 1921, fue tan sonado que multitudes entusiastas le asediaban por todas partes. En los tres primeros días de estancia en Londres recibió 73.000 cartas, 23.000 con peticiones de todo género. Únicamente en Alemania, a causa de la pasada guerra, era muy poco conocido.

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