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Alfredo Landa y Mirta Miller en 'Alcalde por elección' (1976), de Mariano Ozores.
Las actrices del destape reivindican su papel

Las actrices del destape reivindican su papel

Presentado en el Festival de Málaga, el documental 'Mujeres sin censura' denuncia el machismo que sufrieron las protagonistas de aquel taquillero y fugaz cine

Miércoles, 15 de marzo 2023, 16:03

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Sandra Alberti, nombre artístico de la zamorana María José de Jesús, luce en el salón de su casita madrileña una reproducción gigante de la portada de 'Interviú' que protagonizó en octubre de 1978. En ella, curiosamente estaba vestida, no así en la decena de películas que la consagraron fugazmente como musa del destape: 'El transexual', 'Niñas... al salón', 'Escalofrío', 'Trauma'... Alberti cuenta en el documental 'Mujeres sin censura', presentado en el Festival de Málaga, que cuando aquel cine acabó con el advenimiento de las salas X en 1982 solo quedaban dos opciones: pasarse al porno puro y duro o ejercer la prostitución. Ella tuvo ofertas de madames. Y, desvela, una llamada de Zarzuela: «Me vinieron a buscar para el Rey, pero dije que no estaba dispuesta».

Josele Román, con más de cien papeles en su haber, se especializó en hacer «de criada y putita graciosa». Una vez terminó una película en la que no enseñaba los pechos, pero cuando el productor se dio cuenta la volvió a llamar para rodar escenas adicionales. Desnuda, claro está. Eva Vizcarra, la directora del documental estrenado en la sección Afirmando los derechos de las mujeres del certamen malagueño, juega a que Román reproduzca la célebre escena de 'Manolo Lanuit' en la que Alfredo Landa pasea en bañador por la playa recibiendo los piropos de suecas en tumbonas. Ahora son los hombres los que la silban a ella.

Vídeo. Tráiler de 'Mujeres sin censura'.

'Mujeres sin censura' reivindica el trabajo de unas mujeres que disfrutaron de una fama efímera gracias a un género taquillero que siempre hemos contemplado con una sonrisa, sin darnos cuenta del peaje que pagaron aquellas actrices. El cine del destape se valora como un triunfo de la libertad en lucha contra la censura, abolida en 1977, pero también era el reflejo de una sociedad machista que comercializó con el cuerpo de las actrices, convirtiéndolo en un objeto de consumo. En el documental hablan los actores de la época. Como Manuel de Blas, al que siempre le tocaba hacer de violador. «Pero, qué curioso, nunca me desnudaba», observa. Máximo Valverde, galán por excelencia en aquel tiempo, apunta que jamás se quitó los calzoncillos en las escenas de cama. Y recuerda a Ignacio F. Iquino, director de 'joyas' como 'Aborto criminal', 'La zorrita en bikini' y '¿Podrías con cinco chicas a la vez?', que cuando tocaba una escena de sexo la interpretaba él primero para poder manosear a gusto a la actriz.

Amenazas de muerte

El productor Enrique Cerezo, que hoy es el propietario de todas aquellas películas, es claro en el filme: «Los críticos dirán ahora lo que quieran, pero todo el mundo estaba encantado en la época». Se rodaban dobles versiones, con escenas más atrevidas para el extranjero. Y el ansia de los espectadores por ver carne en pantalla también alcanzó a actrices que no eran del género, como Rocío Dúrcal, que hundió su carrera cinematográfica por culpa de las escenas de lesbianismo de 'Me siento extraña' (1977) junto a Bárbara Rey.

Nadiuska yCarlos Estrada en 'Perversión' (1974), de Francisco Lara Polop.
Nadiuska yCarlos Estrada en 'Perversión' (1974), de Francisco Lara Polop.

«La mujer tenía muy poca importancia, era siempre la sumisa. El cine reflejaba la España de aquel momento», reflexiona Teresa Gimpera, mientras para Claudia Gravi «fue el momento en el que, por fin, las mujeres empezamos a mirar a los ojos». Las entradas de cine costaban cien pesetas. Daban derecho a un sinfín de desnudos femeninos que contemplaban una inmensa mayoría de espectadores masculinos. María José Goyanes llora al recordar las representaciones de 'Equus', por las que recibía amenazas de muerte diarias al salir al escenario desnuda. Y piensa en los hombres que quedaban frustrados al contemplar sus pequeños pechos de adolescente. «Las actrices de la Transición demostramos que este país era muy hipócrita», concluye.

María José Goyanes en el documental.
María José Goyanes en el documental.

«He tratado de sacar la parte menos escabrosa, porque lo que ellas cuentan es muy duro», explica la directora Eva Vizcarra. «A todos nos avergonzaba el cine del destape de alguna manera. No hemos sido capaces de naturalizar algo que existió y que no estuvo bien. Nadie mejor que ellas, que lo sufrieron, con el derecho a contarlo. Ellas quieren olvidarlo, pero nosotros no debemos hacerlo». La realizadora logró que seis de aquellas actrices se pusieran frente a la cámara: Josele Román, Teresa Gimpera, Claudia Gravi, María José Goyanes, Eva Lyberten y Sandra Alberti. Pero muchas otras dijeron que no para no volver a recordarlo.

«Hay una parte de casi violación porque no me apetecía mostrar la parta final y oscura del cine de destape, que era casi pornográfico», apunta la realizadora. «Hubiera sido más fácil, pero prefería hablar de lo que ocurrió socialmente, contar y no juzgar. Éramos unos hipócritas, todos criticábamos aquel cine, pero había colas enormes para ir a verlo». Las taquillas que lograron hoy resultan impensables. «Las puede hacer 'Torrente', con la distancia que hay entre un cine y otro».

Eva Vizcarra se congratula del #MeToo, pero con el cine del destape cree que todos hemos mirado para otro lado. «Es terrible ir a trabajar y no saber si te vas a desnudar o a acostar con cuatro tíos», lamenta. La única parte positiva de todas aquellas películas, observa, es que contribuyeron a que las cosas cambiaran en un país que salía de cuarenta años de dictadura. «Estas mujeres fueron pioneras, ¿qué hubiera sido del cine de Almodóvar sin el destape? O de Bigas Luna, Victoria Abril, Maribel Verdú... España estaba abriéndose al mundo, todos queríamos ser libres y nos parecía que libertad era que una señora enseñara la teta junto al alcalde de Madrid. Pero estas mujeres tuvieron que sufrir una condena social».

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