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Alauda Ruiz de Azúa estrena el 24 de octubre su tercer largometraje. Ulises Proust/SSIFF

Alauda Ruiz de Azúa

«Se me acercan creyentes y agradecen el respeto con el que tratamos el tema religioso»

Concha de Oro en San Sebastián, 'Los domingos' arranca cuando una chica anuncia que quiere hacerse monja

Jueves, 23 de octubre 2025, 17:56

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Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) se ha consagrado con su tercer largometraje, 'Los domingos', incontestable Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Este drama, que llega el viernes a las salas de cine, arranca cuando una chica bilbaína que estudia en un colegio religioso desata un cataclismo en su familia al anunciar que quiere ingresar en un convento. La autora de 'Cinco lobitos' y la serie 'Querer' insiste una y otra vez: el cine para ella es un lugar de encuentro en el que podemos ponernos en el lugar del otro.

–¿Qué le ha llamado la atención de todo lo que ha leído sobre 'Los domingos'?

–Tengo sensaciones que están siendo un regalo. No solo se ha entendido la película, sino que se ha recibido de manera cálida. Dejar espacio para que el espectador saque sus propias conclusiones formaba parte de una apuesta arriesgada. He sido muy respetuosa con los personajes, siempre dejando margen para que el espectador viajara. Desde distintas sensibilidades se está entendiendo muy bien la propuesta de conversación y los críticos lo han valorado. Más allá de la premisa de lo religioso, 'Los domingos' puede evocar cosas distintas: desear algo en contra de tu entorno, sentir un vacío existencial, el peso de la familia...

–¿Alguien le ha dicho que ha sido tibia?

–Sí, me suena algún comentario al respecto, una pregunta sobre si me preocupaba que la película resultara tibia. A mí me hubiera dado miedo que resultara dogmática, rígida en cuanto a lecturas, aleccionadora. Creo en el cine como un espacio de encuentro y reflexión.

–¿Una atea como usted puede hablar sobre la fe?

–De hecho es interesante que alguien que no cree en Dios intente comprender desde su perspectiva cómo es una vocación religiosa. Todos podemos hablar de todo con rigor y respeto.

–Un creyente podría pensar que los perdidos son la familia de Ainara, la protagonista, mientras que un agnóstico vería en ella a la perdida. ¿Las dos posturas son válidas?

–Lo de válido me resulta complicado... Una película, una obra artística, pretende generar emoción y reflexión. Todas las lecturas son válidas poque pueden provocar una conversación. La sorpresa más bonita que me estoy encontrando en este viaje es que la gente hace su lectura pero está abierta a cuestionarse. En los preestrenos se me acercan creyentes y agradecen el respeto con el que tratamos el tema religioso. También me dicen que se han visto reflejadas en el personaje de la tía, que aunque sean creyentes si su hija les dice que quiere hacerse monja... Se derriban los estereotipos que tenemos sobre creyentes y no creyentes como compartimentos estancos.

Blanca Soroa (sin hábito) en 'Los domingos'.

—Para un creyente sería una prueba extrema de fe que su hija le anunciara que quiere meterse a monja.

–Yo he aprendido haciendo la película que no todo el mundo vive la fe de la misma manera. Hay muchos modos de relacionarse con un conflicto así. 'Los domingos' reivindica el matiz en cómo vivimos las cosas y cómo somos.

–La protagonista es menor de edad. Eso nos lleva a preguntarnos si es ético que reciba estímulos en un colegio religioso para abrazar la fe.

–Una persona creyente me dijo después de ver la película algo muy interesante. Se había cuestionado hasta qué punto su fe podría estar construida. Es una de las cuestiones que plantea el filme. Si la fe está construida, ¿desde dónde? ¿Desde cuándo? ¿Desde niños, desde la familia, desde lo social?

–Al recoger la Concha de Oro dijo que intentar entender algo no es legitimarlo.

–Así entiendo yo el cine, la ficción. No me gusta ser paternalista con los espectadores, no quiero ser la cuidadora de su pensamiento. Se trata de intentar entender cosas y plantear una conversación colectiva interesante. Para eso es importante entender algo que te puede resultar ajeno, sin tener miedo a que alguien te acuse de validarlo. Lo viví en 'Querer', intenté entender a todas las partes de un conflicto. Lo que no significa justificarlo, sino querer comprender por qué la gente hace lo que hace.

Patricia López Arnáiz y Juan Minujín en 'Los domingos', rodada en la iglesia del Redentor de Getxo.

–Hoy ya no se estila ponerse en el lugar del otro.

–Supongo que da miedo porque pensamos que van a creer que lo legitimamos, que nos van a etiquetar. Es uno de los ejercicios más interesantes que puede hacer la ficción. Yo no soy muy de certezas, pero si tengo alguna es que vivimos en un mundo con personas distintas a nosotras, que piensan y sienten diferente. La ficción es una herramienta muy poderosa para encontrarnos con el otro desde un sitio amable.

–Hablando de vocaciones, la suya como directora de cine estaba clara desde niña. Después de llegar tarde, como usted ha dicho, ¿la Concha de Oro ha servido para recuperar el tiempo perdido?

–Ja, ja. Hubo un momento en mi vida en el que dejé de obsesionarme por esta losa que nos ponemos del tiempo, del debería haber hecho esto antes. Intento estar muy en el presente. La Concha de Oro es un regalo para que la película tenga visibilidad y lleve a la gente al cine. Un reconocimiento para una propuesta arriesgada. Estoy agradecida de haber empezado a los 40.

–Ya se siente directora de cine.

–Sí, ja, ja. Hubo una época como de transición, tras la primera película, en la que me costaba decirlo cuando en algún trámite burocrático me preguntaban la profesión. Ahora es mi realidad, es lo que hago y lo digo a gusto.

Blanca Soroa, Miguel Garcés y Mabel Rivera en 'Los domingos'.

–¿Ahora puede hacer la película que le dé la gana?

–Muy poca gente tiene esa capacidad de levantar el proyecto que quiere. Soy consciente de que estoy en un sitio más privilegiado, sé que se me va a escuchar y que va a haber interés y disposición a asumir un riesgo que antes no. De ahí a decir que puedo hacer la película que quiera...

–¿En qué cree usted?

–Creo en el cine como espacio de encuentro, emoción y reflexión. Creo en las relaciones buenas, en los amigos, en la familia cuando realmente es un refugio. Creo en los afectos, en la capacidad del otro para entendernos y en la nuestra para entenderle. Creo en la curiosidad.

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