Barra libre de ruido navideño
«Confunden a la ciudadanía que piensa que todo vale en nombre de la fiesta y que hay que aguantarse por vivir en la ciudad o si es de día, y más aún, cuando son los propios ayuntamientos los promotores de la contaminación acústica»
Yomara García Viera
Presidenta de la Asociación Nacional de Juristas contra el Ruido y portavoz de la Campaña Estatal contra el Ruido
Lunes, 2 de diciembre 2024, 23:04
Una bola gigante de luces y música en la zona de La Puntilla en Las Palmas de Gran Canaria no deja dormir a los vecinos. ... El adorno navideño estuvo funcionando hasta entrada la madrugada, interrumpiendo el sueño de muchas personas. Culpa de un fallo técnico, según refieren, omitiendo, aunque es público y notorio, que cuando la música de dicho artilugio suena, sea de día o de noche, supera los decibelios permitidos en exterior, fijados en la normativa acústica estatal, de aplicación básica, además de la contaminación lumínica en horario nocturno.
Tiendas emitiendo música tan elevada que escapa del local, actividades que instalan altavoces en suelo público emitiendo música a niveles descomunales. Terrazas en las que se instalan amplificadores. Ferias y actividades para niños y niñas con música amplificada obviando la protección auditiva de los mismos, y al paso que vamos, futuros sordos o con pérdida auditiva.
Todo por la amplificación, convirtiendo la música en ruido, e influyendo en nuestra manera de consumir. Cuanto más alto mejor, y así nos nublan el entendimiento. Confunden a la ciudadanía que piensa que todo vale en nombre de la fiesta y que hay que aguantarse por vivir en la ciudad o si es de día, y más aún, cuando son los propios ayuntamientos los promotores de la contaminación acústica. Como si en la calle estuviera todo permitido y hubiera barra libre.
El precursor fue el Alcalde de Vigo, cuyo ayuntamiento ya ha sido condenado recientemente por la sentencia de la sección 3 de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Galicia (A Coruña), de 29 de mayo de 2024, que es firme, por vulneración de los derechos fundamentales a la intimidad e inviolabilidad del domicilio a causa del ruido provocado por el «Mercado Temático de Navidad» y «Parque de Atracciones», en las inmediaciones de los domicilios de los ciudadanos, condenándole a que adopte las medidas necesarias para evitar la reiteración de su conducta lesiva y para garantizar que los niveles de ruidos exteriores e interiores no rebasen los umbrales fijados por las normas aplicables.
Sin embargo, pese a dicha condena, los responsables de otros municipios están imitándole, compitiendo por quién pone la bola más grande y ruidosa. Ni la salud de los residentes ni el medio ambiente urbano, ni el confort acústico de las ciudades les importa. Todo es posible en nombre de la dinamización de la ciudad. Se olvidan del principio de prevención y cautela que deben acatar en materia de medio ambiente. Así, los atractivos navideños se están convirtiendo en una tortura en muchas ciudades, que se están transformando en parques temáticos musicales.
La ciudadanía debe saber que puede ejercer sus derechos fundamentales y preferentes, y que es irrelevante que se trate de fiestas navideñas, que constituyan una tradición arraigada, que la iluminación y los eventos recreativos sean un reclamo turístico municipal, autonómico o nacional, o que se trate de eventos o instalaciones de carácter temporal.
Tampoco es necesario que la exposición al ruido tenga carácter continuado, ni que se ponga en riesgo la salud de las personas que lo soportan; ello implicaría la posibilidad añadida de reclamar en la jurisdicción penal la posible comisión de un delito contra el medio ambiente en la modalidad de contaminación acústica (artículo 325 del Código Penal), en concurso con el delito de lesiones, al haber no solo tolerado el responsable municipal una exposición continuada a niveles de ruido intensos, sino que además, la ha promovido.
El regidor o regidora municipal podría incluso incurrir en un delito de prevaricación medioambiental por acción u omisión, ya que no basta con que los ayuntamientos adopten medidas de cara a mantener el ruido en niveles respetuosos con la normativa, sino que éstas han de ser efectivas.
Las competencias en materia de medio ambiente la tienen los Ayuntamientos, y se ha venido produciendo un cambio en la jurisprudencia nacional, que está siendo cada vez más empática a poner coto a la contaminación acústica. Por tanto, los entes administrativos responsables deben hacer cumplir las normas en materia de emisiones e inmisiones sonoras y adoptar medidas eficaces.
En el ámbito domiciliario una exposición prolongada a unos determinados niveles de ruidos que puedan objetivamente calificarse como evitables e insoportables ha de merecer la protección dispensada al derecho fundamental a la intimidad personal y familiar y la inviolabilidad del domicilio (art. 18 CE), en la medida en que impida o dificulte gravemente el libre desarrollo de la personalidad, siempre y cuando la lesión o menoscabo provenga de actos u omisiones de entes públicos a los que sea imputable esa lesión producida (STC, Pleno, núm. 150/2.011, de 29/09/2.011, entre otras). Se trata del «derecho a ser dejados en paz» en nuestros domicilios, donde desarrollamos nuestra esfera más personal.
No cabe mantenerse inactivo, más aún cuando es el Ayuntamiento el que tiene el control del foco emisor en todo momento, bien, porque promueve la actividad o bien porque otorga las autorizaciones.
Existe el deber municipal de garantizar el disfrute de nuestro descanso y tranquilidad mínima, y la Administración, debe servir con objetividad y actuar con planificación, prevención y cautela, con eficacia y sometimiento pleno a la ley, al derecho, y debe tomar medidas para reducir la contaminación acústica y lumínica, pues es intolerable y afecta a la salud de las personas, algunas especialmente vulnerables (nuestros mayores, personas TEA, enfermos, menores), así como a los animales.
Ni las muñecas de Famosa ni el Niño Jesús estarían de acuerdo con tanto ruido, ni probablemente Mariah Carey, ya que, por este motivo, algunos acaban aborreciendo su maravillosa canción. El ruido lo invade todo y están fomentando ciudades que nos enferman. El ruido no es vida. La contaminación acústica mata. La Navidad estridente no es una Navidad de paz y empatía.
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