Secciones
Servicios
Destacamos
Loable la acción del Cabildo de Gran Canaria al darle voz a las familias de niños supuestamente robados en Canarias. Y es que los 20.000 euros de subvención que recientemente ha otorgado el Cabildo grancanario al Colectivo sin Identidad de niños robados supone todo un espaldarazo a la causa. No se trata solo de un apoyo económico, sino una bocanada de aire a las 260 familias que buscan a unos bebés que les fueron arrebatados con mentiras al nacer, unos niños que ahora son adultos y que viven en la ignorancia. Además, el gobierno insular abre sus archivos y ofrece a las familias todos los documentos que les sean necesarios para aclaran qué pasó con sus niños.
La plataforma de afectados ha reconocido una «valentía» la acción del gobierno de Antonio Morales, después de que el Cabildo de Tenerife les haya dado la espalda. Y parece justo el reconocimiento del Colectivo sin Identidad, pero también es de justicia que nuestros gobernantes demuestren empatía con sus ciudadanos, con sus causas, con sus desvelos y preocupaciones, valentía ante los asuntos que afectan a muchos o a pocos, a 260 familias en este caso, según estimaciones, pues en realidad no se conoce a ciencia cierta el alcance del asunto. Hubo un tiempo en España, en Canarias, en el que las instituciones sanitarias, casi siempre al amparo de la Iglesia católica, decidían quién era merecedor del niño o de la niña recién parido. Arrebatados a las madres con mentiras, con sentencias falsas de muerte, con amenazas, con juicios morales, las familias de esos bebés quedaron para siempre marcadas, con un hueco en sus vidas, con la duda y la tristeza como compañeros de viaje durante todos estos años.
«Es de justicia hacer frente a la desesperación de las familias, no podíamos sustraernos a esa realidad», dijo el presidente Antonio Morales el día del pleno en el que sociedad grancanaria comenzó a abrir camino hacia la justicia que reclaman las familias afectadas. Las que se consideran afectadas, porque en realidad muchos niños robados no saben que lo son y muchas familias desconocen que los certificados de defunción que un día les dieron son falsos, que los bebés que lloraron no estaban muertos, que alguien los sacó por la puerta falsa de un hospital, de una maternidad, para luego serles entregados, se supone, a familias que podían pagar por ellos. Una red de mentiras, de oscuras decisiones, de silencios y tristezas.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Patricia Vidanes Sánchez. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.