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La pulsión del enfado

Alberto Surio

San Sebastián

Martes, 4 de mayo 2021, 22:20

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La victoria arrolladora de Isabel Díaz Ayuso ha sido posible porque ha logrado tocar una tecla emocional muy eficaz. El PP se ha quitado la espina de la 'derechita cobarde' y se reivindica como la 'derecha alegre' y permisiva de la libertad frente al hartazgo por las restricciones sanitarias. El cansancio pandémico se ha convertido en su mejor combustible electoral, sobre todo entre los jóvenes y las clases medias. Y ha ganado de calle el plebiscito frente a Pedro Sánchez.

La vencedora se ha envuelto en una especie de nacionalismo castizo madrileño, de orgullo identitario capitalino, con la hostelería en el centro de gravedad, que ha eclipsado otros debates sobre la gestión del PP en los últimos 26 años. Frente a esa realidad, la izquierda ha construido un discurso para la movilización del electorado progresista, pero ese mensaje ideologizado frente al riesgo de involución democrática que implicaba la extrema derecha no ha sido suficiente revulsivo. Este registro clásico ha dejado de calar entre sectores de clase media y las nuevas generaciones que no viven ya esa pulsión.

La izquierda tiene que entender este cambio social si quiere seguir pegada al terreno del principio de realidad y reconquistar algún día una mayoría en Madrid. El PSOE, con una sangría de votos a favor de la nueva izquierda que representa Más Madrid, tendrá que encontrar referentes más competitivos para frenar su caída en el segmento de los treintañeros y no ver erosionado su perfil de opción socialdemócrata útil, como le pasa al SPD con los verdes alemanes.

Que estas elecciones se conviertan en un cambio de rasante en la política española dependerá también de Sánchez, que recibe un serio primer aviso, y tendrá que recuperar la iniciativa política de su agenda social. Los comicios no son extrapolables ante unas futuras generales, porque los resultados de Madrid podrían aumentar, incluso, la brecha entre el centro y la periferia. Pero van a influir.

Que Ayuso haya absorbido a Ciudadanos y haya recibido votos de centroizquierda merece un análisis sociológico. El PP gana con una coctelera de nacionalismo madrileño, derecha liberal dura y cabreo con Sánchez. Esta mezcla no le garantiza pilotar con acierto la reunificación del centroderecha. Los populares tienen motivos lógicos para estar exultantes.

Pero cuidado con la resaca. Ayuso obtiene un respaldo espectacular en las urnas, pero necesita a Vox para la mayoría absoluta y este dato no es inocuo. Sería un error pensar que el resto de España respira igual que el ecosistema madrileño. Y Pablo Casado se equivocaría si se limitase a aplicar la misma receta del éxito. Tendrá tentaciones de hacerlo.

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