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Pedri condujo el balón por el carril del ocho y no lo soltó hasta que, en el momento perfecto, en la milésima justa, se lo brindó franco a Viera para que sentenciara el partido. Una victoria ante el Oviedo el domingo con la que se cortó una de las tantas rachas negativas a las que la UD se ha tenido que acostumbrar en los últimos tiempos. Pero, sobre todo, era la confirmación de que con Viera y Pedri la vida es diferente. Nos llevamos las manos a la cabeza con la dependencia que el Barça tiene en Messi o el vacío que dejó la marcha de Cristiano en el Madrid, pero lo de estos canteranos en el Gran Canaria, cuestiones mediáticas aparte, no se queda atrás. De la mediocridad a la excelencia, de la nada al todo, de temer por el descenso a soñar con Primera.
Por eso el sentimiento de orfandad al recordar que ninguno de los dos pertenece al representativo es inevitable. Con Viera y Pedri en el campo, todos son mejores. Benito se adueñó de la banda izquierda y dio una exhibición en su primer partido como lateral, Javi Castellano recordó al futbolista del ascenso con sus robos en la medular, los centrales solo concedieron con el partido ganado y hasta Valles parecía un veterano bajo palos.
Es confianza, saber que con estos dos, el balón es amarillo y el triunfo, solo cuestión de tiempo. Salvo la primera vez que jugaron juntos, en Montivili, el resto de choques se cuentan de tres en tres puntos con ellos sobre el campo. Muchos criticaron a este periódico cuando recogió las opiniones de quienes vieron crecer a Pedri desde la base y lo compararon con Iniesta y Valerón. Van a destrozar al jugador, decían, quien sabe si contrariados por no haber sido ellos los primeros en ensalzar las virtudes de este diamante en bruto.
Y lo de Viera, más de lo mismo. Es insultante que este futbolista esté jugando en Segunda, aunque los beneficiados seamos nosotros. Por eso se nos revuelve el estómago por imaginar siquiera que la lógica se termine imponiendo y que en enero haga las maletas para regresar a China. Si es así, ojalá pueda jugarlo todo de aquí a entonces. Eso significaría encarrilar la salvación. Porque sin él, por mucho que Ramírez prometa traer a un jugador de su nivel para sustituirle, nada será igual y los objetivos cambiarán. Ni el talento de Pedri podría mitigar el adiós del mago de La Feria. Pero juntos a ver quien dice que este equipo no puede ser de Primera.
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