Borrar
Miserables y verdades absolutas

Miserables y verdades absolutas

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El mundo está repleto de fraudes a los que se les da valor de ley. Están los que aceptan el reguetón como música, la Puerto de Indias como ginebra y los que estiman que Messi no es el mejor jugador del mundo.

Al fin y al cabo, esas son disputas triviales. Que bien dan el patrón de una personalidad, pero que resultan inocuas en nuestra vida.

Luego están los que dan por buenas esas informaciones populistas y abominables que hablan de efecto llamada e invasión de inmigrantes, que en plena sociedad del progreso muestran como ni la más avanzada de las tecnologías puede purgar nuestra sociedad de miserables.

La acogida del Aquarius por parte de España reconcilió a muchos ciudadanos, hartos del saqueo constante de la derecha liberal, con la idea de nación. La respuesta de la caverna mediática, esa que ha metido debajo de la manta todos los escándalos de los que gritan la palabra España, ha vuelto a encarnar a las sociedades de los campos de algodón. Nos hace retroceder en el tiempo, volvernos oscuros.

Este mundo global, que aspira a ser más rentable y eficiente, también debería aspirar a ser más solidario. La aldea global no debería limitarse a ser un epígrafe de la velocidad de las transferencias bancarias y los pagos a Amazon. Debería recuperar ese pulso de humanidad que no siempre ha tenido.

Juan Carlos Lorenzo, coordinador territorial de CEAR en Canarias, declaraba este fin de semana a este periódico que la hipotética llegada de un centenar de refugiados a Canarias no podría hacer saltar por los aires el sistema. Imagínense entonces lo que puede suponer ayudar a poco más de 600 personas para un país de 47 millones de habitantes. Hay que ser muy mierda para cerrarles las puertas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios