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Anabel Alonso,en el 'Sábado DeLuxe'
A la mierda

A la mierda

A la última ·

Lunes, 18 de enero 2021, 23:03

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Qué ganas tengo de empezar a mandar a gente a la mierda. Pero me pasa lo mismo que a Anabel Alonso, que contó en el 'Sábado DeLuxe' que todavía le faltaban algunos añitos para poder hacerlo. Mandar a gente a la mierda es un motivo tan loable como otro cualquiera para querer envejecer. Ese y hacer el Camino de Santiago a base de paradores y restaurantes, que ya no estarán los cuerpos para dormir en albergues y comer bocadillos a la sombra del castaño. Mientras llega ese momento, los cincuentones nos tenemos que conformar con pasar el sarampión de esta nueva adolescencia: como la chavalería, somos demasiado jóvenes para unas cosas y demasiado mayores para otras; aún no tenemos edad para echar la mañana viendo obras pero tampoco para perrear sin hacer el ridículo. Y en ese tiempo de nadie, en el que vamos renunciando a ser la fiesta para convertirnos en la resaca, nos movemos.

Con los años suficientes entre pecho y chepa confío en poder dejar los disimulos a un lado, las canas al viento y las carnes a merced de la gravedad, y convertirme en una vieja dama indigna, que decía Esther Tusquets, para hacer y decir lo que me dé la gana sin atender a más formalismos que los estrictamente destinados a evitar que me partan la cara a la salida del bingo. Porque ese privilegio es casi lo único bueno que tiene hacerse viejo. Lo demás (los achaques, las pérdidas, la soledad, la desmemoria, el miedo) ya vendrá cuando la vida nos aparte a culazos del centro de la pista de baile y nos obligue a quedarnos acodados en la barra del bar, mirando. Ojalá, entonces, aún tenga cinco euros en el bolsillo e hígado suficiente para pedirme una cerveza. Como esté caliente, mando al camarero a la mierda.

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