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La vida circular

La vida circular

«Mientras se tenga que seguir defendiendo el territorio estaremos en la vieja normalidad»

Jueves, 1 de enero 1970

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Desnudo los días como quien pela una papa, esperando encontrar tras la piel algún indicio de ese metadato de moda que ahora lo define todo y que se llama nueva normalidad. No encuentro muchas pistas sobre estos tiempos de aparente cambio social, siendo lo más disruptivo con lo me he encontrado que en su recorrido completo, desde el Guiniguada a Manuel Becerra, la línea 2 de Guaguas solo cogió en rojo ocho de los 30 semáforos que le salieron al paso.

Por lo demás todo sigue más o menos igual. El Gobierno de Canarias modifica su organigrama incluyendo en él a consejeros que ya eran diputados cuando yo hice la comunión. Y, créanme, eso fue hace mucho tiempo.

Y ahora que los territorios y los totalitarismos vuelven a ser munición de combate en la tribuna del Congreso y en las barras de los bares nos encontramos otra vez ante esa vieja lucha en la que la sociedad canaria, por desgracia, consigna más derrotas que victorias.

Como en La Tejita, en Tenerife. Allí donde florece un paraíso amenazado por la llegada de una torre de cemento destinada a continuar con la depredación de nuestro entorno natural y prorrogar un modelo productivo caduco; con una paralización cautelar de las obras que debe todo a la movilización ciudadana.

El movimiento social en Canarias siempre ha estado vinculado al ecológico. Como espejo deben estar aquellos pioneros, guiados en su día por figuras de la relevancia de César Manrique; aquellos que se entregaron a la causa desde la defensa de Veneguera hasta el triunfo contra el macromuelle de Agaete.

Pero mientras tengan que seguir ahí, defendiendo nuestro territorio colgados de unas grúas, seguiremos atrapados por los defectos de la vieja normalidad. En la vida circular.

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