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La izquierda, los ricos y los impuestos

La izquierda, los ricos y los impuestos

Jueves, 1 de enero 1970

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El expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que en las políticas de derechos cívicos fue ejemplar -ley de la dependencia, impulso decidido a la igualdad real entre hombres y mujeres en los más diversos ámbitos o aprobación de la legislación del matrimonio igualitario- no lo fue tanto en las decisiones económicas y fiscales. Ahí está, entre sus más lamentables contribuciones, la modificación del artículo 135 de la Constitución, que ha posibilitado las políticas de recortes y austeridad.

Además, Zapatero hizo un flaco favor cuando dijo en una entrevista en mayo de 2003 aquello de que «bajar los impuestos es de izquierdas». Flaco favor a la socialdemocracia, a su partido, al conjunto de la izquierda y a una sociedad que pretenda alcanzar mayores niveles de equidad, con buenos servicios públicos, que precisa, para ello, de una fiscalidad progresiva en la que paguen más los que más tienen; y paguen, asimismo, los que hoy, mediante las más variadas argucias, se escaquean de sus deberes con el fisco.

Contrasta la zapateril reflexión con lo que hace unos días realizaban un grupo de millonarios estadounidenses, con Warren Buffett -que este año 2017 ocupa la segunda posición en la lista de hombres más ricos del mundo elaborada por la revista Forbes, por detrás de Bill Gates- a la cabeza. Ante los intentos de reforma fiscal regresiva del presidente Donald Trump, este colectivo, denominado Riqueza Responsable –integrado por cientos de personas de las clases más altas de la sociedad de Estados Unidos, desde ejecutivos de grandes empresas a abogados, pasando por médicos o inversores- se oponía públicamente al intento de eliminación del impuesto de sucesiones.

Aunque la medida propuesta por el presidente Trump les puede beneficiar personalmente, pagando mucho menos a Hacienda, aseguran que su implementación supondría la «pérdida notable de ingresos por parte de la administración». Lo que llevaría a que, consecuentemente, se produjeran profundos «recortes en diversos servicios fundamentales, como la educación o la sanidad pública». Y no quieren ser cómplices de semejante desaguisado.

Por otra parte, este grupo de ricos de Estados Unidos recuerda en una carta que el 42% de la riqueza del país recae en apenas un 1% de sus hogares. Y asevera, asimismo, que «la reforma fiscal republicana beneficiaría de manera desproporcionada a individuos ricos y a empresas con recursos».

insólito. Los miembros de Riqueza Responsable hacen algo que aquí resultaría, estoy convencido, completamente insólito: piden que lejos de aplicarles una rebaja fiscal se les suban los impuestos para contribuir solidariamente al bienestar de las clases medias y del conjunto del país.

Por supuesto que los grandes empresarios españoles no suelen pronunciarse en esa línea -auténticamente patriótica, mucho más, por supuesto, que la exhibición de banderas-, de pretender contribuir más a la causa común, al bienestar de los ciudadanos y ciudadanas. Tampoco lo hacen esos artistas y deportistas que, sin el menor rubor, con una mano enarbolan la rojigualda y con la otra tributan en Suiza o en los más diversos paraísos fiscales.

Tampoco lo hace la derecha política, la conservadora de siempre o los nuevos liberales de renovada estética formal y similar fondo. Está en su ADN. Unos y otros confían más en que el mercado lo arregle todo, aunque difícil lo tienen para explicar como en la Canarias de récords turísticos, de subida del PIB, se incrementó la pobreza un 16% entre 2015 y 2016. Ni, asimismo, el Gobierno de Canarias. El de la primera fase de la legislatura, CC-PSOE, tuvo la genial ocurrencia de reducir el IGIC a los perfumes y colonias en los Presupuestos de la Comunidad Canaria para 2017, perdiéndose con ello unos 30 millones de euros este año, que hubiesen sido muy útiles para nuestra sanidad, nuestra educación o nuestra dependencia.

Ahora CC vuelve a las andadas, con la colaboración del PP, y realiza rebajas fiscales en los Presupuestos para 2018. Menos disparatadas que las de 2017, pero con consecuencias similares: entre unas y otras la Comunidad Canaria dejará de ingresar unos 120 millones de euros.

Entre otros, y como en la pretendida y contestada reforma en el caso estadounidense, en Canarias se sigue manteniendo la práctica eliminación del impuesto de sucesiones y donaciones. Entiendo y comparto que no se deba gravar fiscalmente el que un ciudadano o ciudadana reciba en herencia una vivienda modesta u otros elementos hasta ciertas cantidades. Se puede y se debe eximir del impuesto hasta determinado nivel. Pero que gente millonaria no pague ni un euro a la hora de estas transmisiones no parece nada correcto. Ni solidario. Ni justo.

Igual pasa con la negativa a implantar una tasa turística. La he pagado en Cataluña y en otros destinos turísticos de Europa y del mundo, como lo hacen el resto de visitantes, sin que se hunda el planeta y sin dejar de optar por un país o ciudad que la tenga establecida como tasa medioambiental o destinada a la mejora de las ciudades turísticas.

ricos más ricos. IPara Juan Torres López, catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Sevilla, «una de las ideas económicas más lamentables de nuestro tiempo es la que trata de hacernos creer que los impuestos son malos y que hay que eliminarlos o, al menos, reducirlos en la mayor medida posible». Añadiendo que la consecuencia práctica de esa concesión, compartida por la derecha y cierta izquierda derechizada, es la disminución de los ingresos públicos, el debilitamiento de las instituciones de bienestar social y «el aumento de la desigualdad social porque los ricos son ahora más ricos que antes».

España ha retrocedido y es hoy el segundo estado más desigual de Europa. Canarias, por su parte, es una sociedad con grandes abismos sociales, muy desigual, con un elevado porcentaje de la población en situación de desempleo, pobreza y exclusión. La mejora de su fiscalidad, para hacerla más progresiva y para controlar con más medios las bolsas de fraude, es esencial si queremos tener una sociedad con mayores niveles de equidad. Resulta curioso que en este asunto nuestro Gobierno y buena parte de políticos y empresarios se encuentren a la derecha, sí, a la derecha, de los multimillonarios estadounidenses.

«Este grupo de ricos de Estados Unidos recuerda en una carta que el 42% de la riqueza del país recae en apenas un 1% de sus hogares»

«Se puede y se debe eximir del impuesto hasta determinado nivel. Pero que gente millonaria no pague ni un euro a la hora de estas transmisiones no parece nada correcto. Ni solidario. Ni justo».

Jaula y arco iris

Periodista

Enrique Bethencourt

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