Letizia, clave
Ha sido un factor determinante en la transición de la monarquía constitucional
Juan Carlos Viloria
Miércoles, 22 de mayo 2024, 23:12
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Juan Carlos Viloria
Miércoles, 22 de mayo 2024, 23:12
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Los reyes acaban de celebrar su vigésimo aniversario de boda con un álbum de fotos de familia, de una naturalidad simbólica que evoca la normalidad con que Felipe y Letizia han conseguido representar la encarnación, en una familia sencilla, de la potestad de la Corona. En las instantáneas del álbum, con Felipe VI al fondo, destaca el protagonismo, en primer plano, de doña Letizia. Una mujer, divorciada, periodista, de clase media, que en estos veinte años ha consolidado su papel a base de personalidad, discreción y aguante. Cuando llegó a la familia real era «la Leti». Como si ese apelativo popular, diminutivo, distante, plebeyizante, augurase una ausencia de ADN para desempeñar el cometido que el destino le tenía reservado.
Le cayeron encima los más ácidos comentarios, bulos, infundios malévolos, para deformar la percepción social de su persona. Eso, probablemente, influyó en una etapa en la que la Princesa de Asturias, blindó su vida privada y apareció distante y reservada a ojos de la opinión española. Pero la reina Letizia ha conseguido en estos últimos años ofrecer una imagen atractiva que se ha ganado la empatía social de la mayoría popular. Ha convertido la majestad del cargo en cercanía y cordialidad sin perder nunca las formas del señorío y la dignidad de su representación. Ha dejado aflorar la sonrisa y la afabilidad y en un país tan complejo como éste, con una sobrecarga tan difícil de llevar como el ocaso de don Juan Carlos y el «caso Urdangarín», ha preservado su ámbito hogareño con firmeza.
A la vista está el éxito de la formación de sus hijas, especialmente, Leonor, la heredera de la Corona. Letizia Ortiz ha sido un factor determinante en la modernización de la Corona y le corresponde una cuota muy considerable del éxito de la transición de la .onarquía constitucional. Una transición no tan trascendental como la del 77, pero esencial para la estabilidad y continuidad del Estado.
El juramento de la Constitución por la princesa Leonor cuando cumplió 18 años y salió de la burbuja familiar, supuso el momento cumbre, simultáneamente, de la consagración de la madre. El 31 de octubre del 23 Leonor de la mano de sus progenitores aportaba un viento de modernidad a la Corona española que ni los más enconados adversarios han podido empañar. El impacto posterior de su entrenamiento militar y jura de bandera traspasaban fronteras y derribaban muros de crítica construidos sobre maliciosos relatos de una institución «anticuada o medieval». En gran parte responsable de la «Leonormanía» que se ha desatado al conocer a la futura reina, doña Letizia y Felipe VI, sin pretenderlo, han aportado a la nación una heredera con una virtud que desde don Juan Carlos parecía haber desaparecido de la realeza española: el carisma.
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