Peregrinar a Ferraz
A LA ÚLTIMA ·
Millones de españoles nos hemos convertido en alumnos ávidos de saber esperando que el profesor nos explique la amnistía
Millones de españoles nos hemos convertido en alumnos ávidos de saber esperando que el profesor nos explique la amnistía. Pero el profesor no comparece. Somos ... esos millones que no peregrinamos a Ferraz buscando la credencial de buenos españoles vestidos con el hábito antisanchista: chaqueta Helly Hansen, camiseta Lonsdale, pantalones Stone Island y gorra Canallita. Necesitamos explicaciones comprensibles y didácticas, más razones que emociones, más certezas que hipótesis en torno a la desaparición del «problema catalán».
Los profesores, servidor lo ha sido durante 43 años, tenemos el defecto de que explicamos mucho las cosas. Hacemos de la docencia una forma de vida y no quedamos tranquilos hasta que nuestro interlocutor, sea en el aula, sea en el bar, ha entendido el tema del que hablamos. A veces, somos un poco pesados con tanta explicación, repetimos y repetimos, pero es simple deformación profesional. Somos docentes incluso cuando escribimos y eso ayuda a ser columnista, pero complica lo de ser novelista: explicas tanto la trama que el lector acaba pensando que lo consideras tonto.
En el equipo de Sánchez no debe de haber profesores. Ni él ni sus ministros son capaces de explicar con rigor, claridad y buenos ejemplos prácticos la amnistía. Igual es que se trata de algo inefable y misterioso como la mística o el amor y, en ese caso, solo la podría explicar un poeta. Pero tampoco cuenta Sánchez con poetas en su equipo. La amnistía no tiene quien la explique y nos quedan dos opciones: la novena (peregrinar a Ferraz nueve días para pedir la salvación de España) o fiarlo todo a un milagro: la amnistía como bálsamo curalotodo, algo muy propio de charlatanes.
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