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La pista está casi vacía, pero un buen disc-jockey sabe cómo hacer que todos se lancen a mover el esqueleto. Una tímida ráfaga de transición y de repente suena al máximo volumen la canción del verano. No falla, nadie puede resistir subirse a la noria de los rumores cuando el PP anuncia su deseo de entrar ya en el Gobierno regional. «Éxito garantizado», susurra para sí el maestro de funciones al contemplar los pies deslizándose en busca de nueva pareja. ¡Bailar, bailar malditos!
Y es que la política canaria no es mucho de quedarse quieta. Aquí, cualquier rumor puede causar un tsunami, sobre todo cuando el Gobierno está en minoría y a Asier Antona empiezan a crecerle los colmillos soñando con los millones de euros que pronto llegarán de Madrid. Cinco meses sin cambios es demasiado para una tierra donde la inestabilidad ha marcado todas y cada una de las legislaturas. Siempre hay ganas de marcha.
Y la hay hasta el punto de que algunos socialistas mueven también las caderas para dejar claro a CC que hay más coca-colas en el desierto. Según esta versión más atrevida de la canción del verano, la victoria de Pedro Sánchez abre la puerta a una vuelta del PSOE al Ejecutivo autonómico dada su buena relación personal con Fernando Clavijo. El sueño incluye, claro está, la expulsión previa de la discoteca de Patricia Hernández, que sería escoltada hasta la calle por varios guardaespaldas vestidos de primarias.
Se trata de rizar el rizo. Los críticos -si logran pactar un candidato- vencen a la expresidenta del Gobierno y se colocan al frente de un PSOE canario dispuesto a abandonar la beligerancia. Garantizarían estabilidad en cabildos y ayuntamientos a cambio de pactar una vuelta pacífica al poder regional que libraría a los nacionalistas de la dependencia total del PP. De locos.
La gracia es que esa sensación de que el ruido vuelve a invadirlo todo envuelve incluso a CC, que parecía tan contenta con un Ejecutivo en solitario que, por el momento, no está siendo el calvario que muchos pronosticaban. Los nacionalistas ven acercarse al PP con la chaqueta al hombro y el pelo engominado, huelen cerca el perfume de un socio que reclama ciertas consejerías, sienten en la cadera la mano de Antona...y miran a Génova esperando que los calores sean solo cosa del período estival. ¿No era en otoño cuando María Dolores Cospedal juró y perjuró que decidirían?
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