¿Y si leemos un poco más?
Lee, lee mucho, todo lo que puedas. Este es un consejo que mis padres me repetían en casa y que los profesores nos insistían en la escuela. Para aprender, adquirir conocimientos, expandir nuestra cultura, mejorar la escritura, entender el mundo que nos rodea y, en definitiva, potenciar la imaginación e inspiración. Ya se sabe que un pueblo ignorante, es decir, poco leído, es mucho más manipulable y cómodo de gobernar. Por eso ahora que ya quedan lejanos los tiempos de censura que la dictadura franquista imponía al pueblo con el afán de que no le entrase pájaros en la cabeza, es incomprensible que haya gente que rechace esta fuente de cognición.
Todo esto viene a colación de los perturbadores mensajes que los periodistas tenemos que soportar por los tantos y tantos internautas que ni se molestan en leer el contenido de los artículos, pero que los critica ferozmente solo por el titular. El resto tiene que ser que se lo imaginan de la peor manera en sus propias cabezas, porque sus comentarios ni coinciden con lo expuesto, ni hacen referencia a las ideas que aparecen en lo publicado. Sin ir más lejos, cada opinión que se sube al perfil de Facebook de Canarias7 por cualquiera de sus redactores es criticado duramente cuando es evidente que los detractores no se han molestado en leer el contenido del post. La diferencia es abismal con los que ensalzan o rechazan, o simplemente dan su opinión con la base de haber mostrado atención en lo escrito. Los que se contentan con echarle un vistazo por encima, y con eso ya les da para escribir largas respuestas despotricando y echando pestes del trabajo, habría que animarles a que fueran más meticulosos y, en definitiva, más justos.
La crítica es imprescindible y en un artículo de opinión es maravilloso entablar debates enriquecedores con aquellos que defienden una postura diferente. De eso se trata, aquí nadie aspira a la verdad absoluta. Pero de ahí a tener que soportar el desprecio e insulto de quienes no saben de lo que hablas es otra historia. Twitter es el altavoz de todos ellos. Abundan los que intentan imponer su razonamiento por aplastamiento, sin escuchar al resto. El único objetivo es dar voz a sus ideas. Las de los otros sobran, aunque puedan ayudarles a replantearse las cosas o les aporten datos que ignoraban.
Aprovechemos, pues, la época que nos ha tocado vivir para sumergirnos en los textos de personas de todas las ideologías ahora que ninguna está prohibida. Empapémonos de libros, revistas y periódicos para que nuestro mensaje tenga una base fundamentada. Y cuando queramos rebatir opiniones con las que no estamos de acuerdo, hagámoslo con respeto y leyendo todo lo que está queriendo decir su autor antes de acordarse su familia solo por las primeras líneas de su razonamiento. Quien sabe, igual resulta que lo que piensa no es tan malo como parece.