Dos votaciones

Las intervenciones de todos los grupos desde la tribuna, el momento de la votación y el aplauso unánime de sus señorías hacia quienes estaban en la tribuna de invitados y que representaban a los colectivos afectados por la ley sirven para reconciliarse con la política y el parlamentarismo. Vaya, por tanto, la felicitación a quienes desde la sociedad impulsaron este paso adelante del legislativo. Pero vaya también el reconocimiento a quienes, desde la mayoría parlamentaria, recogieron el guante y pusieron todo tipo de facilidades. Porque es obligado preguntarse si esta ley habría sido posible con otro pacto gobernando en Canarias. Por eso, el mérito del Pacto de las Flores es más que relevante en esta materia.

Hora y media antes de esa votación, los parlamentarios pasaron por la tribuna para emitir su parecer en torno a otra decisión que había generado gran expectación: la candidatura a la Junta de Control de Radiotelevisión Canaria. Por supuesto que no son comparables ambas cuestiones pero sí hubo quienes se empeñaron en convertir esa decisión sobre RTVC en una especie de prueba de fuerza del propio pacto regional. Y viendo el resultado, es evidente que la estrategia se les convirtió en un tiro en el pie. O en la sien. El balance es demoledor: fracasa Fernando Clavijo por su empecinamiento en colocar en la Junta a una persona que con su pasado ya había demostrado que tiene intereses manifiestos, que defiende una hoja de ruta político-mediática que marca el propio Clavijo y que con sus escritos de los últimos días ha revelado que no es persona para un puesto con esas responsabilidades. Fracasa también el PP por dejarse llevar por Australia Navarro, que sigue pensando que cada favor a Clavijo y su entorno le garantiza un día más al frente del partido en Canarias, sabedora quizás de que el líder de CC tiene hoy más sintonía con Génova que ella misma. Y fracasan los que, dos años después del 26M, creen que Canarias sigue siendo su finca.