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Viva Cartagena

Ultramar ·

La dispersión del voto no es otra cosa que el grito rabioso de realidades desatendidas

Viernes, 18 de febrero 2022, 23:57

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Las recientes elecciones de la comunidad de Castilla y León, presentadas como un refrendo a la política del Gobierno central y adelantadas para reforzar la figura de Pablo Casado como dirigente del PP frente a las dudas internas que genera su liderazgo, cada día más, han deparado un resultado que contenta a muy pocos, que no son precisamente los principales protagonistas de la política nacional.

El ascenso incontestable de Vox, que repudia las autonomías y sin embargo puja por ellas; la pujante irrupción de las plataformas ciudadanas provinciales, ahora constituidas en partidos, de la llamada España vaciada; el pírrico triunfo de los populares con caída de votos en una comunidad que gobiernan desde hace más de tres décadas; y la llamativa pérdida de apoyos del bloque de izquierda, incapaz de rentabilizar su posición gubernamental al frente del Estado, han desatado una nueva tormenta política, en la que, como es uso y costumbre, todo se interpreta desde el punto de vista centralista.

Y no digo que mucho de lo allí sucedido no sea extrapolable al ámbito estatal y deba servir como llamada de atención para corregir maneras de hacer. Pero ocurre que los tambores llevan sonando desde hace mucho, tanto como oídos sordos se ha hecho a ese hartazgo 'in crescendo' que ha ido arraigando en la ciudadanía que elige la urna como instrumento para manifestar su despecho. Antes fue de un color, ahora es de otro. De aquellos lodos, la ingobernabilidad que viene. Dos bloques y más frentismo. ¿De qué se sorprenden si llevan años alimentándolos?

Si tan alarmantes les parecen los resultados registrados en Castilla y León a qué esperan para actuar de una vez. La ultraderecha ya tiene en el Congreso de los Diputados la misma representación porcentual que la obtenida allí, con el coqueteo de algunos. Y calificar de metástasis identitaria o peligroso cantonalismo, como el 'Viva Cartagena' de la sublevación cantonal de 1873, que se ampara en el victismo o el supuesto agravio territorial a las plataformas provinciales es seguir interpretando todo en clave egocentrista, incapaz de atender a lo que es el grito rabioso ante de una realidad desatendida.

¿O acaso los canarios no estamos legitimados a reclamar la respetuosa aceptación de nuestro fuero histórico, el Régimen Económico y Fiscal (REF), demandar la prórroga de la Reserva de Inversiones, tras la excepcional parálisis provocada por la pandemia, o solicitar un equilibrado reparto de la presión migratoria, por hablar sólo de asuntos de estos días?

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