La vida en secciones
LAS VENAS ABIERTAS ·
Este periódico que tiene en sus manos inicia una nueva etapaHubo un verano en el que mis padres me apuntaron a clases particulares en el edificio que ocupó el terreno de la antigua fábrica de cigarros Rumbo, en Guanarteme. Cada día repetía el mismo ritual: bajaba en la línea 22 –La Paterna-Puerto–, me paraba a la altura del Estadio Insular, entraba en el bazar del edificio Cosmos y compraba CANARIAS7 y 'La Provincia', para sentarme a leerlos en las escaleras hasta que se hacía la hora de volver a casa, recogía a mi abuela en su trabajo y volvíamos al barrio juntos en la guagua.
Han pasado tantos años que el delito ha prescrito varias veces y se puede hablar de ello entre risas y reproches de los que mudan de piel y ahora se hacen con afecto y hasta nostalgia. Es obvio que de aquellas clases, a las que rara vez asistí, no aprendí mucho. Sin embargo, comencé a hacer memoria de un tiempo y un lugar. Y hasta aprendí a dotar a mi vida de una cierta estructura, como el planillo diario al que se enfrenta una redacción a la hora de visualizar el producto que el día posterior estará en los estancos.
Este periódico que tiene en sus manos inicia una nueva etapa. No voy a aburrirles con el estado del oficio (negocio) ni voy a hacer quinielas sobre cuánto seguirán imprimiéndose diarios. Solo quiero disfrutar de las yemas de mis dedos manchadas de tinta, de saber que frente al infinito de la red, donde todo cabe y lo que prima no es el contexto informativo, todavía se hacen periódicos de papel y se criba, no siempre con éxito, la actualidad en función de la calidad de su contenido. De saber que mi recurrente nostalgia, estado emocional que equilibra mis días, dispondrá todavía durante un buen puñado de años del alimento de las hemerotecas.