Números y animales
El debate político en torno a la migración no entiende a los seres humanos afectados como personas, los ha reducido a cifras con las que se contabiliza el ganado
Es fácil perder la perspectiva, por lo que a menudo conviene frenar, reflexionar y analizar en frío las cosas. Caer en la polarización es sencillo ... y banalizar y menospreciar lo es aún más. Está sucediendo desde hace mucho cuando se habla o debate en torno a la migración que llega al archipiélago y el reparto de los menores no acompañados.
Por desgracia, como casi todo, esta cuestión también se ha politizado. Lo que significa que se ha convertido en un arma arrojadiza entre unos y otros. Sin escrúpulos. En muchos casos, como cortina de humo para que esta problemática sepulte otras vergüenzas.
Y por el camino parece que los que tienen en sus manos el futuro de estos seres humanos no los consideran como tales. Parece que hablan de cabras, de perros... de animales que, a otra escala y que me perdonen los animalistas, ni sienten ni padecen como los humanos. Se les contabiliza como si fueran ganado. Y lo que importa a las autoridades es lo que cuesta su mantenimiento, quién paga los traslados y quién acoge a estas personas que en un 99% de los casos se ha jugado la vida para intentar huir del infierno en la tierra en el que les había tocado vivir.
Al final parece que aquella lapidaria frase de 2020 de «aquí no somos negros, somos españoles», del estandarte de Coalición Canaria, Carlos Alonso –fue el candidato del partido en las últimas elecciones europeas, no lo olviden– , cuando era portavoz de su partido en el Cabildo de Tenerife, ha sentado cátedra en las distintas fuerzas políticas, incluida la suya. Cómo viven y lo que sufren esos migrantes les da lo mismo. Son cifras.
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