Un milagro
Las cosas pequeñas son importantes y asistir a la ejecución de una acera en tiempo en la capital grancanaria y forma es algo increíble
Puede que sea por la panza de burro, porque julio ya está en la recta final, porque España ganó la Eurocopa de fútbol o simplemente ... porque una deidad –en la que crea cada uno– ha tenido a bien que se produjera el milagro. Ha sido paulatino, pero rápido. Sin frenazos y días sin actividad. Sin modificados extraños. El milagro en cuestión ha sido la realización de un tramo de acera en La Isleta. Sí, no es broma. No nos olvidemos que las cosas pequeñas son en la mayoría de los casos las más importantes para nuestro día a día.
Volvamos al tema. Se trata de un tramo pequeño de acera, con rebaje incluido para personas con problemas de movilidad. Y los que por las inmediaciones pasamos a diario hemos asistido a unas jornadas de trabajo en las que todos los trabajadores realizaban su labor. A diferencia de otras obras públicas, donde uno trabaja y el resto fuma, desayuna o vigila el paisaje y paisanaje. Han trabajado todos los días laborables correspondientes –¡no es broma!–. Y ya, para rizar el rizo, el pavimento que han instalado ni está roto ni manchado, como sucede con el colocado en las inmediaciones del Castillo de La Luz.
Siento acabar con las ilusiones de los creyentes. Este milagro descrito no se debe a una divinidad. La clave está en que este tramo de acera ha sido llevado a cabo por los mismos trabajadores de un edificio de reciente construcción. Es decir, las obras se han ejecutado desde el sector privado y no desde el público. La pena es que en breve, esa misma acera estará como las del resto de la ciudad, sucia hasta decir basta y víctima del abandono más absoluto desde lo público.
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