Vivimos en una sociedad aborregada y pasota. A muchos, todo o casi todo les parece mal, pero no mueven un dedo para intentar cambiar las ... cosas para que mejoren. Se limitan a desahogos de barra de bar y redes sociales. Las fuerzas se diluyen en esos espacios, cuando lo que de verdad mueve el mundo es la calle y el mundo real.
El pasado viernes se conmemoró el 45 aniversario del atropello de Belén María en la capital grancanaria, triste suceso que se produjo durante una manifestación obrera. Una tragedia que se convirtió en un símbolo para luchar por unos derechos que los portuarios consideraban que se estaban pisoteando.
Ese mismo viernes, a las puertas del pleno municipal, vecinos de Las Torres se manifestaban, con el apoyo de otros barrios, ante el pelotazo urbanístico que atisban en el horizonte y que temen que se lleve por delante sus casas. El tiempo dirá si es un temor fundado o no. Pero con su lucha han conseguido ya dos cosas. Por un lado, que en sus conciencias no pese en el futuro que no movieron un dedo para evitar que les expropien sus viviendas, si finalmente se lleva a cabo como temen. La segunda es que los que presuntamente han tramado el pelotazo estén nerviosos y puede que den marcha atrás.
Lo que está claro es que hay que espabilar, ponerse las pilas y, como están haciendo los vecinos ante la deriva de destrucción y suciedad inaceptable de la capital grancanaria, salir a la calle y utilizar todas la armas disponibles para ser escuchados y tenidos en cuenta. Por supuesto, nunca con violencia. Ellos lo saben pero no está de más aclararlo.
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