Canarias en los Juegos

Imagino que el Comité Olímpico Español estará en ello, si aspira a mejorar lo realizado en París dentro de cuatro años. Pero este ejercicio de reflexión y análisis también tiene que ser regional.

La presencia canaria en los Juegos ha sido testimonial. A nadie se le escapa que para tener éxitos en el deporte de élite es clave potenciar la base y disponer de unas infraestructuras profesionalizadas, atentas a la realidad de la calle y con una importante capacidad para captar primero el interés de los niños y jóvenes para la práctica deportiva en unas instalaciones de nivel y con un apoyo económico importante -o mínimo, aunque sea–.

Canarias está en las antípodas. El entramado deportivo necesita de una operación de limpieza absoluta. Dominan los corralitos, la mediocridad, el amiguismo y el descaro. Se construyen las casas por el tejado y los deportivas que consiguen salir adelante y destacar lo hacen, salvo en el fútbol y el baloncesto, a base de milagros, sacrificios y apoyo familiar.

Se vive de impulsos y de disparates, como el dinero público que a paladas se destina desde hace unos años en Gran Canaria al voleibol masculino. España ni se clasifica para los Juegos ni para nada serio. La liga de división de honor es una chufla y la Champions una verbena.