Vestidos de plastilina
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La política y la plastilina tienen mucho en común. La vida pública es tan moldeable como los animales que hacemos y deshacemos de pequeños, durante la añorada inocencia que empuja a experimentarlo todo. No hay reglas preestablecidas. Se prueba con tres orejas verdes y, si no gusta, se aplasta la masilla a conciencia para transformarla en dos colas puntiagudas. Ensayo /error que diría Alberto Núñez Feijóo cuando aterriza en la Moncloa para entrevistarse con Pedro Sánchez como nuevo líder del PP.
Por el momento, las encuestas -que también son de plastilina- sentencian que la llegada del gallego a Génova ha supuesto un revulsivo en su electorado base. Hasta el 'creativo' Tezanos pregona que, con Feijóo, el principal partido de la oposición es de repente una alternativa real al PSOE, algo que con Pablo Casado nunca fue creíble por mucho que Sánchez fuera perdiendo color por el desgaste propio del lavado en las prendas del poder. ¿Qué ha hecho el heredero de Rajoy para moldear el escenario político tan rápido?
La respuesta a esa pregunta parece estar en el empaque de credibilidad con que el líder del PP luce palmito en el parvulario de la política nacional. Feijóo llega desde 'terra galega' con gaitas cantando su fama de buen gestor, mente práctica y talante conciliador, un retrato acuñado durante tres legislaturas de mayoría absoluta. En Galicia conviven a regañadientes dos versiones de su figura: mano de hierro según sus enemigos, guante blanco si atendemos al relato oficial. Nada como el arte de convertir un trozo blando de plástico en burros volando.
Por contra, el rostro agotado de Pedro Sánchez no ha sabido adaptarse al cambio de interlocutor en la oposición. El presidente se ha quedado anclado en la pobre figura de mezclar al PP con la ultraderecha de Abascal, un discurso que le bastaba con el inconsistente Casado pero que ahora parece agotado. A la vista de los sondeos, los pactos con Vox no afectan a la base electoral del partido de Feijóo. El grito 'que viene el lobo' solo está contribuyendo a engordar a la oveja disciplinada del PP, mientras el rebaño de la izquierda se va quedando sin lana.
La derecha ya ha moldeado el vestido con el que aspira a acabar con el sanchismo. A un año escaso para las elecciones autonómicas -con Andalucía por medio como aperitivo-, resta por ver si el PSOE y Unidas Podemos son capaces de repensar su estrategia. ¿Será suficiente la lluvia de millones de la UE para comprar una nueva remesa de plastilina?
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