Me lo imagino donde esté -que está, como todos los buenos- con una doble sonrisa. Una de oreja a oreja al ver el cariño que despertaba entre los que lo trataron y entre los miles de lectores que acaparó. Pero también veo a Alexis Ravelo con una sonrisa socarrona... cargado de ironía al ver cómo su fallecimiento, hoy hace una semana, ha despertado ciertos movimientos carroñeros. Algunos han disparado sus propios egos en torno a su figura y se intuyen andanzas para cazar protagonismo y dinero público en torno a su figura.
Nada nuevo y nada que este grandísimo escritor y persona no retratara en sus novelas, las negras y las otras. Todas vehículos fantásticos no solo para pasar un buen rato con la literatura bien hecha sino también libros indispensables para entender el mundo en el que nos movemos. Sobre todo el canario, que retrató como nadie.
Por suerte, Alexis contaba con muchos amigos (de los de verdad) que saben distinguir la paja del trigo y que, sin duda, no permitirán que se tome su nombre en vano para futuros esperpentos auto-ególatras por parte de buitres de dos patas y sin alas. Que se preparen las instituciones públicas porque van a tocar a sus puertas distintos proyectos para rendir tributo al autor grancanario y fomentar aún más su legado entre los lectores (la mayoría solo buscarán eso). También lo harán otros que venden ese objetivo pero solo aspiran a auto-vanagloriarse y a cazar 'pasta' de todos. Los segundos que no se confíen, porque quienes hemos tenido la suerte de leer a Alexis Ravelo hemos aprendido mucho cuando Eladio Monroy se encabronaba...
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